Lado B
Tres historias de los campeones Blues
 
Por Lado B @ladobemx
20 de mayo, 2012
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Paco Coca

Al final del partido por el título de la Champions League, destacó la alegría de tres personajes del equipo londinense. El dueño del equipo, Roman Abramovich, el técnico Roberto Di Matteo y el delantero Didier Drogba, ejemplo también de la multiculturalidad de este club, que alineó a cuatro ingleses en la cancha de Alianz Arena de Munich, y de la historia reciente del futbol británico.

Este sábado, el Chelsea levantó el trofeo de campeón de la Champions League, una conquista que se había convertido en obsesión en los últimosDRpo años, a un nivel sólo comparable con el del Real Madrid. Tuvieron que llegar a la tanda de penales para doblegar al Bayern Munich, que por azar jugó como local, ya que la sede de la final se designa desde antes del inicio del torneo.

En Inglaterra, Chelsea no tuvo una campaña como las que ha acostumbrado en los últimos años. Terminó en quinto sitio de la Liga Premier, uno abajo de los que dan boleto a la Champions League de la siguiente temporada. El bajón de media campaña provocó el cese del entrenador portugués, Andre Villas-Boas, pupilo de José Mourinho, actual DT del Real Madrid y responsable de los primeros dos títulos de liga del Chelsea a partir de que Abramovich compró al club.

El magnate del este

Roman Abramovich, dueño de una gran parte de la industria petrolera en Rusia, ha invertido dinero como pocos en el mundo desde que compró al club por 170 millones de euros en 2003. Tres títulos de liga, cuatro copas FA y un estimado de dos mil millones de euros en traspasos después, el magnate recibió la copa de manos de uno de sus jugadores emblemáticos de su equipo, Frank Lampard, capitán de la escuadra y uno de los pocos que se han mantenido desde la llegada de Abramovich.

El millonario ruso se fijó la Champions League como uno de sus principales objetivos desde el inicio de gestión, en un principio contrató a gente de éxito probado como Peter Kenyon, ex directivo del Manchester United, y el entrenador portugués José Mourinho. Llegaron lo títulos pero nunca la «Orejona». A media campaña, Abramovich le dio la confianza a un hombre de casa, con la esperanza de que salvara lo que se pudiera de una temporada que iba en declive.

El maestro del catenaccio

Tras la salida de Villas-Boas, Roberto Di Matteo tomó las riendas del equipo en calidad de técnico interino. Por ese banquillo habían pasado antes nombres como el del mencionado Mourinho -el más ganador en años recientes con el club-, Carlo Ancelotti -responsable de un doblete de liga y copa hace dos temporadas-, Guus Hiddink y hasta un campeón del mundo como Luis Felipe Scolari.

Di Matteo disputó su primera final hace una semana, cuando su equipo derrotó al Liverpool en la final de la Copa de Inglaterra, pero su futuro dependía del resultado que entregara en la final de la Champions.

Como jugador, el italo-suizo levantó tres trofeos de copa con el club de Londres en la década de los 90’s. Al principio de esta campaña fungía como asistente del portugués Villas-Boas, y estuvo a punto de quedarse como asistente porque Chelsea buscaba al técnico español del Wigan, Roberto Martínez, pero su club no le permitió negociar y la responsabilidad cayó en Di Matteo, en una temporada que partecía perdida.

Al más puro estilo del catenaccio italiano -estilo defensivo que ha popularizado la selección Azurra- Chelsea empezó a conseguir victorias. Otro de los logros del entrenador fue devolverle la confianza al delantero español Fernando Torres –el fichaje más caro en la historia del futbol inglés-, que terminó anotando por racimos en la recta final de la campaña.

Vino el partido más importante para Di Matteo, el juego de vuelta ante Barcelona por las semifinales de la Champions. En ese encuentro, su equipo jugó por nota y eliminó a los todopoderosos blaugranas, campeones en la edición anterior del torneo.

Al final, Di Matteo fue el insospechado guía del triunfo más grande que se puede tener a nivel de clubes, logro que ninguno de sus afamados antecesores fue capaz de conseguir.

El goleador marfileño

A principios de año, Didier Drogba, uno de los mejores futbolistas africanos de la historia, fallaba el penal decisivo en la final de la Copa Africana de Naciones, con lo que le daba a su rival, Zambia, el título del torneo.

Drogba sabía que esa era una de sus últimas oportunidades de ganar algo importante a nivel de selecciones. El delantero de Costa de Marfil regresó a Londres para terminar la campaña –quizá la última- con el Chelsea; ya en el invierno se había ido su socio en el ataque, el francés Nicolás Anelka, para enrolarse en el futbol chino con uno de los contratos más caros de la historia.

Drogba llegó al Chelsea en 2004 –junto con Mourinho- y ha anotado 155 goles en ese lapso. Ha sido el referente de un club criticado por gastar mucho y quedarse corto en el torneo más importante. Llegaron y se fueron grandes estrellas pero el equipo supo conservar a un núcleo de futbolistas que a principios de la actual temporada ya empezaba a lucir veterano y tendría una última oportunidad antes de una obligada restructuración del plantel.

Este sábado, Drogba anotó de cabeza en el tiempo regular, su gol –a menos de diez minutos del final del partido- le permitió al Chelsea llegar a los tiempos extra tras ir perdiendo 1-0. Al final, el marfileño cobró el último penal. Esta vez, la historia de la Copa Africana no se repitió, Drogba cobró con seguridad y anotó para darle a su equipo la ansiada copa, curiosamente, la primera en la historia para un equipo londinense, que tiene como referentes a un ruso, un suizo-italiano y un marfileño.

La crónica del partido

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Autor Lado B
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