Ya lo pensé y no: No quiero un país de telenovela.
Ya sé que eso es lo que hay en la tele y nosotros somos un país que se conforma con ver y tener lo que hay.
Hay PRI, hay PAN y hay PRD… y ya. Ojalá este país se levantara con ganas de otra cosa se pusiera a trabajar en ello. Re-escribo: Nos pusiéramos a trabajar en ello.
Por lo pronto, regreso al país de telenovela. No lo quiero.
Vayamos a la raíz. Las telenovelas a las que nos tienen acostumbrados son malas. Es un plagio de la Cenicienta. Agarran a la Cenicienta, la visten de María o de RBD y vámonos! a ponerle drama, a buscar a las malas (y a los malos) y luego… a buscar al príncipe.
Ya tenemos a la Cenicienta, la sacaron de hacer novelas. Ya tenemos al príncipe, lo buscaron copetón y guapo como a Erik el de la Sirenita. Pero… ¿adivinen qué? Tenemos una mala historia.
El príncipe de esta historia tuvo un reinado en el Estado de México donde no salvó princesas. El Estado de México es el lugar en el país donde hay más feminicidios, le gana a Juárez ¿sabían eso? Nada más entre el año 2000 y el 2009, el Gobierno Federal contabilizó 2,881 mujeres asesinadas.
¿Saben lo que significa caminar las calles del Estado de México siendo mujer? Yo sí. Recuerdo haber ido a hacer una entrevista con los ojos vendados del lugar al que me dirigía. Cuando caí en la cuenta de dónde estaba y de lo que ahí pasaba… no dejé de mirar los caminos, no dejé de sentir miedo. Pensé en todas aquellas mujeres que se levantan y toman rumbo a la escuela, el trabajo o la casa. Pensé en ellas y en todos los lugares en las que podría arrojarlas después de matarlas. Ese pensamiento no me gustó nada. Volví a casa a salvo, pero no sé si ellas lo harán todos los días, como debe ser.
Por eso pienso: ¿Quieren un presidente de telenovela? Ese que parece que es el ideal, que sonríe y tiene anuncios abrazando señoras riendo a las que nunca invitaría de corazón a sentarse en su mesa. ¿Quieren un príncipe guapo de presidente? No debería contarles el final de la historia, pero dado el caso, es válido. Ya han visto tanta telenovela, que tienen fe en que la historia concluya con un final feliz. Pero la vida no es así, las historias felices se construyen todos los días y él tiene un pasado no muy claro donde las princesas no han sido su fuerte, han sido su blanco.
Entonces en esta historia, el galán de novela… sí, el que la hace de príncipe, se le cae el teatrito y resulta ser el farsante. Farsante porque su campaña va dirigida a las mujeres, mujeres que no defendió en su reinado en el Estado de México y con ello fortaleció la impunidad.
Su campaña va dirigida a mujeres que caerían en la provocación de votar por él porque “está guapo” y entonces el príncipe, se convierte en un producto aspiracional. Elegir a alguien porque está guapo, no garantiza que sea inteligente. Pero eso ya lo sabemos, porque el “príncipe” de esta historia le gusta mirarse al espejo, conformarse con su imagen y su sonrisa de galán. No pierde el tiempo leyendo libros. ¿Los libros, qué!
Seguro tampoco pierde el tiempo pensando en su país. Eso es lo más triste.
Pero pensemos en las historias, en las buenas historias. Quisiera un país con una gran historia. No con una historia de 70 años en la que se nos desgració el rumbo por el egoísmo y la soberbia. No quiero tampoco la historia de los 12 últimos años con un montón de muertos. Tampoco quiero un país con campamentos berrinchudos.
Lo que no han comprendido los políticos es que la política del poder, ya no sirve y no es la que queremos. Si eres político y quieres dirigir este país, queremos (y hablo en plural por todas mis yos) que para empezar seas buena persona y te importe la honestidad como moneda de cambio.
Estaría bien que fuera también creativo, porque la situación del país sólo se arreglará con soluciones creativas y con buen ánimo. Se necesita espíritu, no sus portes faroles que a nadie engañan ya.
Ustedes queridos políticos: ya están rancios, huelen, suenan y se ven viejos. A este país le hace falta espíritu joven, gente que venga a hacer de este país, un país con una historia increíble, llena de luchas ganadas para todos, no sólo para ustedes.
Esas historias, las buenas… las de lucha… las de cambio… las de construcción, las escribimos nosotros todos los días, los ciudadanos que morimos de tristeza de ver así nuestro país y que tomamos decisiones todos los días, en todos nuestros actos para cambiar lo que no nos gusta. A veces pienso que no los necesitamos.
Por eso te digo, Querido Candidato, que si no vas a tener un buen ánimo, no vas a ser creativo y no quieres protagonizar una gran historia para este país: No me representas.
Reto No3.
Yo te reto candidato a que nos hagas un plan estratégico de cómo tener a un mexicano participativo, contento, orgulloso, trabajando por un país que se nos va al caño todos los días.
#yoteretocandidato
*Víctima del síndrome del barón rampante, escribe desde la copa de un árbol del que ha decidido no bajarse. Periodista independiente con diarrea mental.