Ale del Castillo
Pienso que otro México es posible. Lo deseo, sostengo el pensamiento, no lo dejo ir, me gusta las cosas que ese México posible dibuja en mi imaginación. No quiero entregar mi país al pasado, nunca, de ninguna manera.
Yo vengo del pasado, estoy enferma de pasado. De niña sólo escuché del PRI. Recuerdo haber visto emoción política en casa porque Maquío parecía una alternativa y al final, la historia se quedó igual, nada cambió.
No sólo son 70 años de PRI y estragos, son 70 años de una depresión petrificada de los ciudadanos sin voz y sin voto, pero también sin esperanza.
¿Cómo se puede tener esperanza de un partido, si cuando en sus propias filas marchó alguien que desde dentro quiso cambiar el sistema y murió brutalmente asesinado?
Años más tarde, debo decir, que vi en los ojos de mucha gente la incredulidad de presenciar el momento en el que el PRI dejó el poder. Probablemente nadie era capaz de imaginar lo que la transición traería consigo. Pero dar ese paso era importante, era la demostración y la confirmación de que las cosas en la política del país, podrían ser distintas.
Pero aquí sucede como todo. Es responsabilidad de nosotros dar seguimiento. Y en esta ocasión el seguimiento se dio con resignación y con muchas risas que nos dio el presidente Vicente Fox, quién nos dejó una herencia difícil de superar: un candidato que nos traería la guerra y también la muerte. El abanderado del empleo y la violencia.
El país está como está. Es un nido de violencia y de control. Todos los días lo partimos con un cuchillo en pequeños pedazos que no permitan la unión, parecería que las fuerzas de la conspiración trabajaran horas extras para seguir con la división.
Hasta hace unas semanas.
Sucedió la visita de Enrique Peña Nieto a la Universidad Iberoamericana y esos jóvenes indecisos, los que votan en blanco o no votan porque sienten que su voto no tiene sentido… levantaron la voz y a gritos pusieron las campañas de cabeza.
Y cuando se trata de dividir todos se ponen críticos. Que si los chicos Ibero son fresas, que si van en una universidad cara, que si blablabla. Mientras muchos veían sólo unos chicos fresas que pagan colegiaturas caras, yo veía estudiantes, veía jóvenes y me era inevitable emocionarme. Pensaba: al fin sucede, esta vez no van a quedarse callados, no van a dejar que les arrebaten su primera elección (quizá la segunda).
Divide y vencerás decían los altos mandos. Critica y no aportes para generar ruido y distracción cuando verdaderamente es hora de concentrarse.
Estuve con los estudiantes de la Ibero en la marcha que efectuaron el viernes 18 de mayo de las instalaciones de la Universidad Iberoamericana a Televisa Santa Fe. Marché con ellos como estudiante y también como maestra.
Para mi sorpresa vi que no sólo había estudiantes de la Ibero, también había presencia del INBA, llamaban a la UNAM, le gritaban al POLI y a la UAM, pero en todos ellos había una voz joven. Es imposible que quieran dividir a la juventud por la camiseta de su universidad cuando su país es el mismo. Marchan por México, no por un estilo de vida, no por un partido político, empiezan a levantar las voces porque así les dice su futuro que hay que hacerlo si quieren otro país posible.
Recuerdo que en la marcha, recibí varios tuits, uno de ellos me decía que no tuiteara con tal hashtag que porque los bots de EPN tal, en mi cabeza sólo aparecía la leyenda: “Divide y vencerás”; no tardó en llegarme otro tuit que decía que esa era la marcha de los estudiantes, que el sábado era la AntiEPN y el domingo la ProAMLO, que guardara mis tuits para la del sábado. “¡Ah chingá! Pero si quiero marchar con los jóvenes, ¿qué no puedo?” Otra vez aparecía en mi cabeza la molesta leyenda esa sobre las divisiones.
Para la marcha del sábado sucedía lo mismo. “No vayan porque la convocan los panistas”, “No vayan porque van los perredistas como alborotadores”, “No vayan porque blablabla”. Y con todo eso, la gente salió a marchar. Yo quisiera encontrar a todos esos que su puesto se llama “divide y vencerás” para que se muden de país, aquí no nos hacen falta y nos están estorbando mucho.
La gente salió a las calles a decir lo que no quieren, no quieren un presidente como Enrique Peña Nieto que además traiga consigo la vuelta del PRI. Al final la gente salió a las calles aunque la convocatoria se la adjudicaran a Josefina Vázquez Mota, que no junta sin acarreados ni un Estadio Azul. A la marcha AntiEPN acudió la gente porque quería ir a decir que no, que ya no, y no, y no. No muchas veces pa’que se entienda.
El éxito de las marchas del domingo y lunes que eran ProAMLO esas sí estaban definidas, pero las otras dos no. Hagan entonces el favor de no etiquetar, cuando se marcha y se manifiesta uno como ciudadano es porque primero se le debe reconocer como mexicano y después si así se desea, como alguien con una preferencia a tal o cual partido.
Los partidos políticos son como cuchillos, especialistas en la división, cada uno responde a conveniencias y supuestas formas de pensar. Y está bien, se respeta, lo que sí no merece respeto es ninguna muestra de agresión y violencia.
El poder así como lo recuerdo yo, así como lo recuerdan loas más grandes que yo… es represor y yo, por ningún motivo quiero un México con esas características.
Es por eso, que si los jóvenes han levantado la voz, suplico que sus actos sean siempre la declaración abierta de lo que no quieren como país. No deben permitir que un país lleno de millones de resignados les roben al México que es suyo, del que son protagonistas para hacer historia.
Los convoco a entusiasmar a todo cercano de desear que a la resignación se la lleve el diablo porque ustedes decidirán el futuro de este país. Y ahora que han levantado la voz, no ahoguen su grito en el agotamiento, México necesita definir muchas cosas en su historia, los temas están sobre la mesa: educación, medios de comunicación, empleo, pobreza, narcotráfico, violencia, corrupción entre otros.
No le devuelvan el poder al pasado y a su fallida historia. Tómenlo, es suyo, es para ustedes queridos jóvenes. Hoy son ustedes los que tienen que enseñarnos el país que quieren y luchar por ello.
Yo soy alguien que viene del pasado, pero desde este momento, me mudo a su futuro. Quiero otro México posible.
Nos vemos mañana en la Suavicrema.
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