Lado B
La chispa de la vida
Por Lado B @ladobemx
09 de marzo, 2012
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Camilo Useche*

Al llegar al teatro en el que se estrenaba la última película del director bilbaíno Alex de la Iglesia, me sorprendió ver el enjambre de gente que se asomaba a la madrileña plaza de Callao para ver pasar por la alfombra roja a las estrellas de La Chispa de la vida. Parecía un espectáculo digno de una película protagonizada por Tom Cruise o por alguna estrella de cine de Hollywood. Logré entrar gracias a una invitación pero casi no consigo un lugar donde sentarme, el teatro completo (dos pisos) estaba a reventar.

En España, quizás no haya hoy en día, salvo para las película de Torrente, de Santiago Segura, ningún cineasta que congregue tantos espectadores. Un logro que indudablemente se ha ganado a pulso al elaborar, en sus diferentes películas, una de las obras más satíricas y mordaces de la realidad española; desde cierta óptica, podríamos decir que Alex de la Iglesia es un Berlanga contemporáneo… quizás exagero.

Pero con La Chispa de la vida, la agudeza, esa manera indirecta, sarcástica de ver la sociedad española a la que estábamos acostumbrados a ver en este director, no existe; a cambio de eso Alex de la Iglesia crea un manifiesto, que aunque necesario en estos días macabros en que los bancos hacen lo que les da la gana, contradice todo ese universo que había sabido crear con gran genialidad desde la época de “El día de la Bestia” hasta esa obra obscura, descarnada y violenta, llamada “balada triste de trompeta”.

La chispa de la vida

Dirección: Álex de la Iglesia

Guión: Randy Feldman

Intérpretes: José Mota, Salma Hayek, Santiago Segura y Carolina Bang

Género: Drama

País: España, 2011

Duración: 98 minutos.

En La chispa de la vida no aparece nada de eso, quedan pequeñas bocanadas de ese humor negro legendario, pero que se escabulle con el paso de escenas exageradas, con personajes igualmente exagerados y maniqueos, que por momentos parecen sacados de una película de Disney en donde hay malos y buenos, pero no seres humanos.

Salma Hayek, por ejemplo, es patética en su papel de esposa de un publicista en decadencia que por cuestiones del azar y casualidades de la vida (o mejor de la muerte) decide vender sus últimos días a la cadena de televisión que más pague (contra este hombre no puedo decir nada, José Mota, en su debut, está impecable). En todo caso quedan personajes en el aire, historias incompletas.

Y sí, hay bastante crítica a todo, a los medios de comunicación, al capital, a los bancos, también hay mucho de ese Alex de la Iglesia de siempre, en la puesta en escena, en la dirección de arte, ahí se ve al genio, allí está, escondido tras algunos patéticos diálogos. Esta película como película no funciona, sí como manifiesto político y de resistencia en un mundo en crisis, quizás era algo necesario.

*Candidato a Doctor en Historia por I’ Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de Paris. Maestro en Relaciones Internacionales y Estudios Latinoamericanos UAM, Madrid. Historiador y sociólogo por la Pontificia Universidad Javeriana y por la Universidad Nacional de Colombia.

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