Lado B
Para evitar el suicidio hay que hablar de la muerte
Si los menores no reconocen el dolor que causa, se minimiza el daño, alertan especialistas
Por Lado B @ladobemx
06 de febrero, 2012
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Para evitar el suicidio en la adolescencia y la niñez es importante prestar atención a las señales y hablar con claridad sobre la muerte, y el daño que hace, recomiendan especialistas

Josué Mota

@motajosue

(Segunda y última parte)

En Puebla, el suicidio se incrementó en 38.9% entre 2010 y 2011. Se elevó en más de 60% entre los menores de 15 años y se duplicó entre personas de 20 a 24 años. Pero entre mujeres, la tasa se disparó 253.5%. Del 1 de enero al 8 de julio del 2011, la capital poblana registró un suicidio casi cada 36 horas, según datos dados a conocer por la psicóloga de la BUAP, Isabel Stange.

En noviembre del año pasado, durante el Primer Encuentro Estatal y VI Jornada sobre Tendencias Suicidas: Prevención, Detección e Intervención, los especialistas ahí reunidos insistieron en la importancia de hablar con los menores claramente sobre la muerte. Lery Betancourt, de la Universidad Iberoamericana de León, Guanjuato, explicó que al decirles que las personas se van al cielo y es un lugar extraordinario los niños pueden decidir alcanzar a sus seres queridos, como el caso de un niño de 8 años que decidió suicidarse par alcanzar al abuelo muerto y que «estaba en el cielo». En una carta póstuma, dijo: Voy a irme con el abuelo al cielo, cuando regrese, les contaré cómo es.

Los padres, los maestros y los medios

Stange explica que por un lado está el “reclamo, la petición de los padres con los psicólogos: ¿cómo hablo con mi hijo?”, sin embargo, apunta que los jóvenes expresan que al acercarse con ellos o con sus maestros para decirles lo que piensa o sienten los regañan. “¿Entonces a dónde pueden acudir los chicos menores de 10 años si dependen tanto de los padres, de los maestros y de sus amigos? Si ven que su amigo o compañero se suicida, es un camino que se abre y no decimos como sociedad, o como instituciones  ‘ese es un camino erróneo’. El impacto social de cada persona que se suicida es enorme, se afecta a la familia, a los compañeros, en las escuelas tratan de ocultar cuando se suicida algún joven y eso es erróneo, porque si la escuela no cumple con el ritual de duelo, de que los compañeros vayan al funeral y se impacten con lo que significa la pérdida de una vida, ésta aparece como algo desechable”.

Los maestros -dice- tampoco saben cómo actuar y hacen “como si no hubiera pasado”, lo que lleva a los alumnos a pensar que no les importa.

Los medios de comunicación también juegan un papel importante. De acuerdo con la psicóloga, hay un periódico que hace “exactamente todo lo que no debería hacer al informar sobre suicidio, está llegando al extremo que pone las fotos de la persona suicidada y da señales de cómo fue, y jamás dice en la nota que fue un error, a lo más le ponen ‘puerta falsa’, pensando que con eso lo cuestionas. Hay que decir que es un daño muy grande, que afecta a muchas personas, el suicidio no es un problema personal, el suicidio es un problema de salud que atañe a toda la sociedad”.

Asegura que el problema del suicidio no se debe a que los jóvenes hayan perdido la esperanza de vida, la ilusión o que se hayan alejado de la religión, aunque “lo que es cierto es hay pocas canchas deportivas en la ciudad de Puebla, hay pocos espacios sanos para divertirse, y para recreación, áreas verdes, se sabe que el área verde disminuye la tensión”.

Este año, dice la psicóloga, buscarán realizar un segundo Encuentro sobre Tendencias Suicidas, para capacitar en primeros auxilios psicológicos.

-¿Cuáles serían las señales de alerta que pueden percibir los amigos, los maestros o los padres para acudir con un especialista y prevenir el suicidio?

-Muchas veces hablan de que la depresión es el problema, yo digo que la depresión sería el detonante, lo que se ve, pero no es la causa. Algunos factores serían que se empiece a aislar, que ya no ría tanto, que las actividades que le interesaban ya no las haga, ya no conversan con la familia, hay un cambio en la apariencia, empiezan a preguntar sobre formas de matarse o de morir, empiezan a decir frases como “estaría mejor si estuviera muerto”, “ya no quiero vivir”, “van a descansar en algún momento”, son frases indicativas que están pidiendo ayuda. Problemas en la escuela, alejamiento de los amigos, el regalar las cosas favoritas, encerrarse en su cuarto sin hablar, aunque los jóvenes necesitan tener un espacio solos, es necesario y adecuado, pero hay que observar cuando se convierte en una cotidianeidad, problemas fuertes en la familia que podrían generar crisis, como son ruptura con la novia, la muerte de un ser querido, el despido del trabajo de algún padre, un embarazo no planificado, en esos casos el joven se va dentro de sí mismo, sin embargo, da señales de querer ayuda. Esta ambivalencia entre querer morir y querer vivir.

“Pedir ayuda te fortalece, no te debilita, y vivir es difícil, se trata de aprender a buscar estrategias ante la vida  para que puedas alcanzar la felicidad, que es tu propia responsabilidad”

Isabel Stange

-¿Se pueden prevenir los suicidios?

-Sí, los primeros auxilios psicológicos te indican cómo detectar conductas suicidas de cualquier persona y qué hacer, pero lo que es más importante, te indican qué no hacer, porque lo más frecuente es que cuando alguien comenta que quiere suicidarse, es hablar de lo bonito de la vida, del sol, de las flores, y el otro siente que está tan aislado, que no lo entiendes. Llevo muchos años trabajando en esto y parto de la base que el suicidio se puede prevenir y evitar, pero no sólo desde las instituciones de salud, sino desde la sociedad, que tiene que estar preparada sobre qué hacer y qué no hacer.  Finalmente cuando ha habido un suicidio y trabajamos con la familia y hacemos una análisis de todos los elementos que se presentaron antes del suicidio nos damos cuenta de que sí hubieron muchas señales, pero que pasan desapercibidas porque no sabes que son señales de ideas o tendencias suicidas, si lo sabes puedes intervenir.

“Cuando esas señales son detectadas y se dan los primeros auxilios psicológicos por las personas directas, familiares y amigos, las personas que tengan la preparación, y es insuficiente, entonces va la segunda etapa: la intervención psicoterapéutica, pero a veces es suficiente la primera etapa, la de los primeros auxilios o la primera intervención en crisis.

-¿Qué es lo que debiera hacer una persona cuando otra le comenta que se quiere suicidar?

-Lo primero que dijimos en el Congreso del año pasado y que seguimos promoviendo era una frase que parecía muy obvia y sin embargo no la hemos interiorizado: “pedir ayuda te fortalece, no te debilita”, y esto es porque si yo pido es porque siento que no estoy bien, y eso me hace fuerte porque puedo buscar formas de estar mejor. Sabemos que cuando una persona dice “estoy pensando en suicidarme”, se trata de hacer algo para que no se suicide, y lo primero que hay que hacer es escuchar con atención, no sólo oír, escuchar qué es lo que está ocurriendo. No hablar de lo bonito de la vida, porque eso aísla al posible suicida, sino hablar de posibles soluciones a los problemas de los que habla. Necesitas más que centrarte en el problema, en la solución, buscar posibles soluciones. Tampoco sirve contar lo bien que tú estás o tu experiencia, porque le quitas el espacio al otro; hay que dejar que el otro hable y escucharlo.

El estudio referido de la Unicef concuerda con la preocupación de las autoridades gubernamentales, y de los académicos, aunque las primeras están retrasadas en cuanto a la atención del problema: “Entre los fenómenos más preocupantes y que requieren de los esfuerzos coordinados de todos los sectores, se encuentran tanto las altas tasas de muerte por violencia así como el incremento que han tenido las tasas de suicidio entre los menores de edad en nuestro país. Ello sin olvidar que, como lo ha mostrado claramente el Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud (OPS/OMS2003), por detrás de los casos más extremos que ocasionan la muerte, siempre existen muchos más que, aunque resulten menos visibles y menos dramáticos, implican dosis cotidianas de dolor que causan severos daños y disminuyen de manera drástica las posibilidades de una vida sana y plena. De igual modo, no por tratarse de un fenómeno frecuente dejan de preocupar los casos de negligencia o de omisión de cuidados así como los de abandono”.

Stange advierte sobre los riesgos de no hablar a los niños sobre el suicidio y sus reales consecuencias, y concluye: “Muchas veces cuando muere una persona se dice ‘se nos adelantó en el camino’, al decirle esto a un niño puede pensar que si se muere lo alcanzas, se apura en morirse y lo alcanza rápido, entonces hay que tener cuidado en cómo se habla de la muerte con los niños, porque hay frases como ‘se fue al cielo, está con dios, pasó a mejor vida’, son palabras que llevan a la confusión, porque significan que si te mueres puedes estar con la persona que ya falleció y además con dios».

Lea aquí la primera parte de este reportaje.

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