Lado B
Casa del Mendrugo: desenterrando los orígenes de Puebla
Hallan entierro Olmeca de más de 3 mil años de antigüedad
Por Lado B @ladobemx
05 de diciembre, 2011
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  • Hallan vestigios prehispánicos de más de 3 mil años de antigüedad en pleno Centro Histórico

Foto: Joel Merino.

“Este hallazgo representa uno de los más extraordinarios

ya que complementaría las diferentes versiones

de los orígenes de la ciudad”.

Arnulfo Allende Carrera

Xavier Rosas

@wachangel

Puebla. Puebla, ciudad que se cree fue edificada por los ángeles por su “perfecto trazo”, lugar donde en 1531 los conquistadores de la Nueva España decidieron fundar la “Ciudad de los Ángeles”, hoy es escenario de hallazgos que cambiarán su historia.

Ubicada antiguamente en el Número 2 de la Calle de la Palma -4 Sur 304-, la Casa del Mendrugo se erige como uno de los recintos que ha resguardado a lo largo de los años la historia de la ciudad y que este lunes pondrá sobre la mesa, en el marco del I Congreso Internacional de Estudios Antropológicos sobre Puebla de la BUAP, nuevas líneas de investigación sobre los orígenes de la Angelópolis y las civilizaciones que la habitaron previo a su fundación.

Foto: Joel Merino.

Para el arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Arnulfo Allende Carrera, el hallazgo representó: “un shock, no me la creía y aun cuando excavé el entierro, después de limpiar la ofrenda, de tenderla en una mesa de trabajo para catalogarla, no me la creía”.

El proyecto que inició hace tres años impulsado por Ramón Lozano Torres, dueño del inmueble y quien adquirió la vieja casona del Centro Histórico para su rescate, representa: “la oportunidad de la restauración de una ruina y luego participar en la dinámica de vida que tenga –la Casa del Mendrugo- en el presente y ya se quedará para el después; igual que nosotros, somos un pedacito de la historia”, comentó.

Los hallazgos del Mendrugo

Desde hace un año iniciaron los hallazgos en Casa del Mendrugo. En el periodo de junio a noviembre del 2010 se realizaron diversas excavaciones en el patio central de la casa y se encontraron dos depósitos de basura. En ellos se hallaron fragmentos de cerámica y loza que utilizaron los habitantes de la casona, entre ellos piezas de mayólica -talavera poblana-, así como fragmentos de loza de barro con diseños españoles y técnica indígena de los siglos XIX y XX.

Debido a estos descubrimientos, las excavaciones se extendieron para lograr la plena identificación del periodo al que pertenecían las piezas, lo que llevó a los investigadores a encontrar un depósito de agua, así como dos niveles de pisos de barro del periodo colonial.

“Para mí es algo muy emocionante, porque ahora me da la posibilidad de seguir en la discusión sobre el origen de Puebla, pero con elementos que jamás me había imaginado tener y que son una fortuna. Desde cualquier ángulo que lo veamos, los hallazgos de Casa del Mendrugo son un evento afortunado”.

Arnulfo Allende Cabrera, arqueólogo del INAH-Puebla.

Foto: Joel Merino.

Hasta ese momento Casa del Mendrugo contaba ya con tres diferentes periodos que recorrían sus paredes; sin embargo, el hallazgo más importante vendría más adelante, ya que al continuar excavando los investigadores hallaron fragmentos de cerámica de barro de manufactura indígena previos al periodo colonial.

Las piezas encontradas por el arqueólogo Arnulfo Allende pertenecían “a una población relacionada estilísticamente con la cultura Olmeca de la época pre-clásica (1500-1200 a.C.), con una antigüedad de aproximadamente 3 mil 500 años”.

Como resultado del hallazgo se determinó continuar la excavación, lo que dio como resultado el descubrimiento de un muro, al parecer de contención, que delimitaba presuntamente una área de vivienda o asentamiento humano. Asimismo, se encontró un piso de manufactura prehispánica elaborado con piedra del mismo tipo del muro, así como fragmentos de cerámica indígena del preclásico.

“El hallazgo fue despacio, porque primero se encontraron pequeñas evidencias, y gracias al arqueólogo se logró encontrar el entierro, la osamenta, la ofrenda y los objetos maravillosos que la componen”.

Ramón Lozano Torres, propietario de Casa del Mendrugo.

Debajo del piso prehispánico se encontró una olla de barro redonda o tepalcate, que contenía en su interior 35 objetos de una ofrenda funeraria. Los objetos son figurillas antropomorfas de piedra verde de estilo Olmeca, espejos de magnetita, pectorales de piedra verde, de concha y pequeñas herramientas para trabajar la piedra.

Este hallazgo generó que la excavación volviera a extenderse, lo que dio como resultado que se encontrara una osamenta humana y fragmentos de hueso de otro individuo a un costado de la ofrenda funeraria.

“Chuchita” revelaría los orígenes de Puebla

Foto: Joel Merino.

Con el nombre de “Chuchita” fue como el bio-arqueólogo de la UNAM, Oswaldo Camarillo Sánchez, se refirió a la osamenta de la mujer de más de 3 mil años de antigüedad que se encontró en Casa del Mendrugo.

Invitado por Arnulfo Allende a participar en la investigación, así como apoyado por un grupo de estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), la investigación de los restos dio inicio con  la identificación del contexto -piedra, cerámica, madera- y el análisis de ADN de una de las piezas molares de la osamenta.

“Se trata de un entierro múltiple de dos individuos, uno masculino y otro femenino. El individuo masculino se encuentra incompleto -únicamente frontal, clavícula y ambos húmeros-. El individuo femenino también es adulto y murió a edad avanzada para la época en que vivió, aproximadamente 55 años”, indicó.

Para el bio-arqueólogo de la UNAM es importante resaltar la dirección en la que fue encontrada la osamenta; que es de oriente a poniente: “de la época de la conquista para adelante, ya con la tradición judeo-cristiana, encontramos que el cráneo va hacia el poniente y los pies van hacia el oriente, para que cuando sea el día del juicio los muertos se levanten de sus tumbas y vean hacia Tierra Santa. La posición –de la osamenta- encontrada no tiene la orientación de un entierro judeo-cristiano”, señaló.

Y agregó: “siendo un poco más aventurados, si vemos las lesiones de la mujer en su brazo izquierdo, si vemos la lesión de las figurillas que están montadas, éstas también son del lado izquierdo. Las figurillas podrían estar representando el fin de la vida de la mujer, el fin de la vida de sus pertenencias”.

Foto: Joel Merino.

Una casa levantada por los “mendrugos”

Erigida gracias a los “mendrugos” –los sobrantes de la buena administración del Colegio de San Gerónimo- que en el Siglo XVI recolectaba la orden misionera de los Jesuitas, la Casa del Mendrugo ha visto transitar su historia en manos de diferentes propietarios, siendo tal vez el primero de ellos Juan de Ortega, revela la semblanza histórica que realizó el cronista de la ciudad de Puebla, Arturo Córdova Durana.

Para el investigador, al parecer la casa tuvo otro propietario particular antes de pertenecer a la orden de los Jesuitas. Se trataba del sacerdote Juan Vizcaíno quien llegaría a fungir como canónigo de la catedral angelopolitana y sus herederos vendieron después la casa a la Compañía de Jesús. La casona permanecería en el poder de los Jesuitas hasta 1767, año en el que fue expulsada la orden.

«Un sinónimo de sobrante es mendrugo, entonces empieza a quedarse en la memoria colectiva la palabra mendrugo, pero lo empiezan a tomar en el sentido de limosnas»

 Arturo Córdova Duranacronista de la ciudad de Puebla.

El inmueble comenzó a pasar a manos de diferentes propietarios: formó parte de la Comisión de Temporalidades y más tarde se integró al patrimonio edificado del Colegio del Estado. Sin embargo, continuaría el transitar de propietarios de la casona, ya que en 1856 la adquirió José Guadalupe Pavón.

Más adelante la propiedad pasaría a manos del licenciado Carlos Báez, quien en 1875 vendería la Casa del Mendrugo a Manuel M Arrioja. Para 1890 adquiriría el inmueble Francisco Ramírez y Miranda, originario de Huamantla, Tlaxcala, y dueño de numerosas casas en la ciudad, quien heredaría la casona a su hermana Luz Ramírez y Miranda. Llama la atención que en el tercer nivel de la  casona, las siglas F.R.M aparecen más de una vez inscritas en sus paramentos.

Foto: Joel Merino.

A inicios del siglo XX el inmueble tuvo dos propietarios que mantendrían la casona por muy poco tiempo: Eduardo de Ovando, personaje de viejo cuño poblano, y el comerciante atlixquense Enrique García Cano, señala la investigación de Córdova Durana.

Fue en 1903 cuando la propiedad pasó a manos del atlixquense Tomás Lozano Zayaz: “fue de un hermano de mi bisabuelo, y –Casa del Mendrugo-  fue 60 años de su familia; entonces eso significa un apego conmigo, y eso la hizo más atractiva para mí”, comenta Ramón Lozano, actual propietario.

“Hay un sentimiento de emoción, de ganas de disfrutar el espacio. No es nada más reconstruir, recuperar e irnos; es como pintar un cuadro y vivir dentro del cuadro”, aseguró Ramón Lozano, quien en 2008 adquirió la Casa del Mendrugo y desde entonces se ha dedicado, con ayuda del INAH-Puebla, al rescate del inmueble.

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