Se encontraron los fotógrafos, los chavos y los maestros, los que andan buscando su propia mirada y los que ya la encontraron. Los que tienen tanto qué decir y qué quieren saber cómo hacerlo, y los que renacen con cada imagen que atrapan. Los demás, compartimos sus experiencias escritas con luz o dichas de propia voz.
En el Centro fotográfico Manuel Álvarez Bravo, Rafael Durán convocó, con el apoyo de Joel Merino. Ellos se dieron a la tarea de reunir fotógrafos de variopinto pelaje, de diferente condición y de norte a sur, y la luz de Oaxaca los alumbró a todos.
A través de las conferencias y las proyecciones de imágenes y videos, se abordaron diversos temas; por ejemplo en Ciudad Juárez, Mayra Martell elabora cotidianamente La reconstrucción de la memoria a través de la imagen fotográfica. Con su cálida voz y su bella sonrisa, Mayra cuenta su trabajo con las víctimas de la violencia.
Chucho Villaseca, de bigote y trenza, de alegre carcajada y vozarrón, contagia su entusiasmo. Cuenta anécdotas, se interrumpe, se pone serio y vuelve a reírse. Es el Maestro; la autoridad y el respeto de esta generación no son gratuitos, se ganan. El Faro de Oriente presente. Once años. Talleres para los jóvenes, hay que hacer algo, hay que moverse, es la única forma de salvarnos un poco. Chavos conscientes, comprometidos, su presencia: un regalo para este encuentro. El Faro de Oriente también alumbró este encuentro.
Luego, el fotógrafo nos contó su experiencia en la República Saharahuí, labor que refrenda su compromiso social y la calidad de sus imágenes. La arena nos entró a los ojos.
Luis Jorge Gallegos trajo al encuentro a 23 fotógrafos en testimonios e imágenes. Para leer y apreciar con prólogo de Carlos Monsiváis, el Fondo de Cultura Económica edita Autorretratos del fotoperiodismo mexicano. 23 testimonios. A la par que realiza su trabajo como reportero gráfico, Gallegos recopila estas entrevistas donde el protagonista es el fotógrafo.
Cómo era México hace cien años. Gerardo Moctezuma nos invitó a asomarnos al pasado, a mirar las avenidas, los monumentos, las grandes casas. Imágenes que capturaron lo que ya no existe, pero que es parte de nuestra esencia. Su trabajo rescata estampas perdidas que se resignifican hoy.
Jaime Boites busca en su interior a través del ritual. Cada Semana Santa, desde hace muchos años, se traslada a diferentes lugares de nuestro país para participar con su lente en ceremonias alucinantes que nos mostró.
J. Guadalupe con su Cobertura informativa de la violencia del narco nos compartió una crónica no apta para menores: valiente testigo de una realidad que nos horroriza, pero que no podemos dejar de lado. Su ética y compromiso nos mostraron cómo abordar la violencia sin amarillismo, con valor.
Sencillo y de sombrero, Antonio Turok. El mítico fotógrafo se asomó al encuentro. Grata sorpresa: y ahí, como quien no quiere la cosa, nos trajo sus primeros videos. El ojo del artista nunca se pierde, ni cuando se cambia de formato. A través de su trabajo en Chiapas, no dejamos de reconocer sus sellos: talento y sensibilidad.
Tenía que haber debate, pero más que debate, tenía que haber encuentro de historias: el fotoperiodismo de los años ochenta y noventa, los personajes, el compromiso; también la crónica del momento, la APO en Oaxaca, Atenco… La situación de los jóvenes fotógrafos, la tarea que les corresponde abordar, cómo formarse… por qué formarse… Ellos estaban ahí, los chavos. Con sus preguntas, con sus reclamos, pero también con su entusiasmo.
Quienes participamos volvemos del encuentro con nuevos amigos, con un montón de enseñanzas qué procesar, con correos y promesas de estar en contacto, con invitaciones a pensar y a tomarnos un café o unas chelas. Pero sobre todo, volvimos con enormes ganas de trabajar.
EL PEPO