Paco Coca

@pacococa

Morelia Lab es el nombre de un taller destinado a productores de cine que se realiza a la par del Festival Internacional de Cine de Morelia.

La presencia de un productor en el cine es crucial para la realización de una película, ya que es él quien brinda al director –y al resto del equipo de filmación- de los elementos necesarios para la realización de la película. En México, los aspirantes a productores no tenían donde obtener una formación académica hasta la creación de este laboratorio, que ha funcionado tan bien, que ha llevado a escuelas de cine como el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) ha abrir recientemente una carrera dedicada por completo a la producción.

Esta séptima edición del Morelia Lab está enfocada a los productores de segundas películas de ficción. Todos los participantes llegan al taller con un proyecto en fase de desarrollo y viajan a Morelia donde, durante una semana, tienen la oportunidad de trabajar con directores y productores reconocidos.

En ocasiones anteriores el taller –que un año se centra en producciones de ficción y otro para documentales- se había enfocado en proyectos de debutantes, ahora da un paso adelante al convocar a gente de mayor experiencia.

El Morelia Lab es coordinado por Carlos Taibo y Andrea Stavenhagen, quien platicó con Lado B acerca de este programa.

Reportero (R): ¿Por qué dedicar esta edición del Morelia Lab a segundas producciones?

Andrea Stavenhagen (AS): Quisimos experimentar con gente de un perfil más alto. Pensamos que necesitábamos no solamente contribuir a la formación de jóvenes productores sino que también aquellos que tuvieran experiencia con una primera película merecían un espacio de diálogo, intercambio de experiencias, de actualización y en esta ocasión decidimos hacerlo para productores con un segundo proyecto, eso está bien porque si levantamos el nivel en general del grupo.

Hay ponentes igual de capacitados pero que ya vienen no solamente con lo básico sino con una experiencia anterior, y eso ha hecho que el diálogo sea enriquecedor. Es una edición especial que esperamos repetir y creo que hasta ahora ha funcionado bien, todos han estado a la altura de las expectativas.

R: ¿Es parejo el nivel del grupo?

AS: Es más homogéneo quizá que en años anteriores, aunque ahora cada proyecto está en una etapa diferente de desarrollo y las películas previas que han producido también son diferentes, en su propuesta, en su producción. Es enriquecedor y siguen aprendiendo, porque no por haber hecho una película uno creo que lo sabe todo.

El director de cine y teatro chicano Luis Valdéz fue uno de los invitados a esta séptima edición del Morelia Lab. Los realizadores cuentan a los alumnos sus experiencias para ayudarlos, entre otras cosas, a saber como trabajar la relación entre productor y director.

R: ¿Cómo son las sesiones de trabajo entre realizadores y talleristas?

AS: Sobre como es su relación –con actores y director-, les cuentan anécdotas, gracias a la experiencia que traen. Les cuentan de cuando les tocó trabajar con productores buena onda o mala onda.

No hay una plática como tal sino un diálogo a partir de las propias preguntas de los muchachos que aprovechan la experiencia de estos realizadores consagrados acerca de la relación entre un productor y un director.

R: ¿El próximo año seguirán con segundas producciones?

AS: El próximo año es para documental, tenemos que evaluar porque ahí es un poco diferente porque muchas veces el productor y el director son la misma persona.

El taller continuará terminará al mismo tiempo que el Festival en una sesión de pitching, donde los participantes presentarán sus proyectos ante un jurado.

El Festival

Llegó el último de los invitados especiales del Festival Internacional de Cine de Morelia, se trata del director húngaro Béla Tarr, que presentó su más reciente largometraje, El caballo de Turín, ganador del premio de la Federación Internacional de Críticos de Cine en la última edición del Festival de Berlín.

El realizador abre así su nueva cinta: “En Turín, el 3 de enero de 1889, Friederich Nietzsche salió de su casa situada en el número 6 de la Via Carlo Alberto. No lejos de ahí un cochero tiene problemas con un caballo recalcitrante que se niega a moverse; el cochero pierde la paciencia y comienza a darle latigazos”.

“Nietzsche, llorando, se acerca al tumulto que se ha formado en la calle y pone fin al castigo brutal del cochero, abrazándose al cuello del animal. El dueño de la pensión de Turín donde se alojaba Nietzsche se lo lleva a casa. El filósofo permanece dos días tirado en la cama, inmóvil y silencioso, antes de murmurar sus últimas célebres palabras, ‘Mamá me he vuelto estúpido’. Vivirá diez años más, sin hablar, demente, cuidado por su madre y su hermana”.

“No sabemos lo que ocurrió con el caballo”. Finaliza Tarr antes de dar paso a los largos planos secuencias done narra la vida del chofer, su hija y el caballo.