Este martes por la noche se presentó en el Complejo Cultural Universitario el libro Autorretratos del Fotoperiodismo Mexicano del fotógrafo Luis Jorge Gallegos en el que participó como presentador del texto nuestro compañero Joel Merino (@merinojoel) que destacó la importancia del recuento que hizo su colega e hizo un llamado para que los fotoperiodistas se preparen mejor para hacer su trabajo.
A continuación reproducimos el texto que leyó nuestro compañero:
“Siempre es difícil hablar sobre fotoperiodismo, a más de casi 200 años del invento-descubrimiento de la fotografía y más de los 150 años de la fotografía en México. Si difícil es hablar de la fotografía, hablar de fotoperiodismo se torna más difícil, debido a las sensibilidades y ánimos de los diferentes protagonistas de este complicado oficio. Sumando además que los fotógrafos que se dedican a las otras áreas y vertientes de la fotografía ven con menosprecio a la fotografía de prensa”.
“Situación de la que con son culpables los fotoperiodistas que no hemos sabido darle el lugar y la importancia a este género por las envidias, sentimientos encontrados, falsos protagonismos, falta de preparación tanto técnica como intelectual y falta de cohesión en el discurso fotográfico. Realmente es alarmante, ya que somos una especie en peligro de expansión y verdaderamente canibalesca.
“Espero no aburrirlos, pero creo que es necesario hacer un poco de esa historia que todos tenemos y a veces somos parte de historias urbanas inventadas por nuestros propios amigos, como enemigos, pero siempre resultan atractivas para saciar el morbo colectivo.
“Recuerdo a Luis Jorge cuando trabajábamos juntos en un recién nacido periódico mal llamado nacional, (como todos los que se editan en la capital, como si la gente realmente leyera cotidianamente, en un país de más de 100 millones de personas y tirajes máximo de 100 mil ejemplares cuando mejor les va) Reforma. Fuimos un grupo de fotógrafos bastante inquietos y bravucones, mucha energía, mucha pasión, mucha testosterona y mucho compromiso para profesionalizarnos. Había una constante crítica y lucha al interior tanto del departamento de fotografía como en la redacción del diario, que nos llevó a constantes discusiones sobre cómo trabajar, cómo hacer que nuestro trabajo se respetara y se presentara en el producto final que era el diario.
“Estas discusiones dieron origen a que se propusiera hacer un manual de estilo fotográfico en el diario, que iba desde describir las responsabilidades, funcionalidades y cargos que debía contener un departamento de fotografía, llegando a la propuesta de cómo presentar las fotografías en cada sección, ya fueran fotografías noticiosas, comerciales o glamorosas.
“Fueron largas noches y madrugadas de pelear en el buen sentido, tratando cada uno de imponer su criterio e ir plasmando en tinta tan dichoso manual. Fueron días agotadores en que le robábamos tiempo al sueño, debido a que ese tiempo sólo estaba disponible después de cumplir con la jornada laboral cotidiana que exigía el diario. Nos encerrábamos en la “pecera”, que era la oficina de fotografía y se encontraba en el centro del nivel superior de la redacción (que después vimos con tristeza cómo los fotógrafos que se quedaron perdieron también esa posición y espacio propio dentro del periódico), de esas peleas salió la primer propuesta del manual de estilo fotográfico del periódico Reforma al parecer el primero en un diario mexicano (tema para historiadores).
“También de ahí salió y se institucionalizó el nombramiento de “editor fotográfico”, ahora tan manoseado e incomprendido nombramiento (en estos días cualquiera se autonombra editor de fotografía, sin conocer los alcances y el compromiso que contiene esa palabrita, y otra cosa, se atreven a decir que editan su material sin tener referencia de sus propios medios y políticas de los mismos… pero esa es otra historia y discusión).
“Hubo madrugadas interminables en las que a veces sólo quedábamos los dos en la redacción, para analizar lo discutido e ir a ver la salida del sol rumbo a nuestras propias casas a medio descansar para seguir con nuestras jornadas laborales día a día. En esas madrugadas en camino a mi casa, ya que Luis Jorge me daba aventón, me comentó sobre este proyecto que ahora está terminado.
“El cual me da un gusto enorme, porque en el paso del tiempo lo molestaba y él, creo, se molestaba también de que le preguntara, ¿cómo va tu libro?, ya la gente sospecha, le decía, y el respondía ya va, ahí va, creo que eso también generó que no nos llamáramos por teléfono en un buen tiempo.
“Al poco tiempo coincidimos en un diario efímero, en el cual además de tratar de hacer un nuevo manual de estilo, tratamos de crear las bases de lo que llamábamos el género fotoperiodístico, con cada una de sus características, y que por consenso se conociera se aceptara y se institucionalizará. En el “México Hoy”, de triste memoria, hicimos realmente una pelea ardua y abierta para que el departamento de foto tuviera el mismo nivel jerárquico de los diferentes departamentos de la redacción (En Reforma se logró) ya que hacíamos hincapié en que además de ser un departamento de servicio, éramos un departamento propositivo y de búsqueda de noticias. (Está pendiente ese libro pensado sobre el género fotoperiodístico, espero que pronto salga a la luz).
“Leyendo la obra de Luis Jorge caí en la cuenta de que a pesar de tantos años, de excelentes fotógrafos en este país, y de nuevas tecnologías, sigue el problema fundamental de la fotografía de prensa, el respeto al interior y exterior de las redacciones. La falta de preparación y compromiso de los propios fotógrafos, sumándole también la maldición del centralismo nacional que raya en el egocentrismo cultural, mal centenario del propio país.
“Cada generación y cada región geográfica tienen una forma de ver, de hacer su trabajo, esa manera visual de contar es condicionada entre muchas cosas por su entorno económico y político. Donde la mayoría de las veces al encontrar su estado de confort, los fotógrafos suelen confundir como dice Luis Jorge (frase tan marcada desde sus años mozos) “lo grandote con lo grandioso”, el lucimiento, el fanfarroneo y el desconocimiento son las principales características de quienes encabezan los departamentos de fotografía.
“Para mí es grave que muchos fotógrafos jóvenes se dejen impresionar por falsos profetasfotógrafos, que los confunden en ese afán de sentirse reconocidos, llegando al extremo de “confundir el ingenio con la inteligencia”, la respuesta rápida y el albur en sus disertaciones fotográficas, sin fundamento alguno en el conocimiento fotográfico.
“Las cuatro taxas con las que Luis Jorge definió y encasilló la estructura de este valioso documento para facilitar la visión de cada época, es formidable para un entendimiento del proceso histórico de la fotografía de prensa mexicana.
Primera generación . Herederos fotográficos del siglo XX.
Segunda generación. Creadores de nuevos medios y estilos.
Tercera generación. Innovadores fotográficos.
Cuarta generación. Beneficiarios del siglo y hacedores de nuevas visiones.
“Pero siendo un impertinente, sarcástico, irreverente y ferviente creyente en el regionalismo, hace falta voltear a buscar la historia complementaria del fotoperiodismo mexicano en la región mal llamada provincia, esa que rodea a todo el DF. Esa historia que no ha sido contada, que no ha sido capaz de llamar la atención de quienes se dedican a esta profesión y tampoco de los intelectuales, historiadores y académicos de las carreras de periodismo y comunicación.
“Hay muchos clichés, muchos tabus, y que por falta de conocimiento de algunos actores, cree a pie juntillas todo lo que predica, caso concreto con La Jornada, que tuvo un despegue tecnológico mucho después de que casi todos los diarios de la capital ya habían cambiado hacia las nuevas tecnologías. Que cuando se hizo el cambio había mucha oposición al cambio y a reglamentar legalmente el uso de los materiales fotográficos.
“También el desconocimiento de las leyes que protege el derecho de autor, menciono esto debido a que por desconocimiento los fotoperiodistas rezan el padre nuestro, que estás en el aluro de plata, danos hoy mis negativos, que con el esfuerzo de una empresa me dio las herramientas y los materiales para poder hacer mi trabajo.
“Esas cuestiones legales, que no son tomadas en cuenta por los fotógrafos, dio al traste con el enfrentamiento verbal entre Pedro Valtierra y Gabriel Said, en el momento en que Valtiera era el presidente de la SAOF (Sociedad de Autores de Obras Fotográficas), que no pudo o no quiso aventarse una bronca en la cual hubiera sido beneficiosa porque acotaría y especificaría la cuestión pública de la privada. (Cosa que además, si quería uno pertenecer a la SAOF se pagaba 700 pesos de entonces para ingresar, y después cuando se extendían los recibos a las diferentes empresas, para el cobro de servicios, estos no se admitían como documento legal).
“Luis Jorge se autodisculpa al decir que “hay ausencias por cuestiones de espacio y delimitaciones del libro”, sí, es difícil meter todo lo que se tiene en mente en un libro, y por consecuencia se limita el derecho de réplica por algunos actores no contenidos en el libro pero sí mencionados, dejándolos desamparados y con la primera y unilateral versión de los que tuvieron acceso a la palabra.
“Hay historias que deben ser contadas por otros actores, pero eso será para otro libro y otra persona dispuesta a dar su tiempo y parte de su vida en seguir contando todo lo que pasa alrededor de la fotografía de prensa.
“El esfuerzo que representó hacer este libro sólo Luis Jorge lo sabe, el desgaste económico, intelectual y emocional no lo sabemos, pero al tenerlo en nuestras manos hagamos el compromiso con nosotros mismos de disfrutar una faceta de la historia de fotografía de prensa en este país, su historias y algunas anécdotas.
“Luis Jorge pone el ejemplo y lanza el reto a todos los que nos consideramos parte de esa extraña especie en peligro de expansión que es el fotoperiodismo, para contribuir a contar la historia, los jóvenes fotógrafos rebeldes a hacer lo propio, para seguir contando a los que llegan a esta tribu, a seguir con el difícil arte pero satisfactorio mundo de ir robando almas, a este oficio-profesión que se denomina FOTOPERIODISMO”.