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Lizalde, su poesía y sus palabras: un reconocimiento en Puebla
 
Por Lado B @ladobemx
29 de agosto, 2011
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Eduardo Lizalde.

Paloma Villalobos Preciado

Puebla. Pue. El problema del poeta reside en “facturar algo que no haya sido dicho, que sorprenda a un lector capacitado para ello”, aseveró el reconocido poeta Eduardo Lizalde, “El Tigre”, durante un homenaje realizado en su honor el pasado viernes 26 de agosto, en la Sala Rodríguez Alconedo de la Casa de la Cultura de esta ciudad

El nutrido evento, último de una serie de encuentros literarios realizados durante el mes de agosto como parte del programa Letras infinitas, fue organizado por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla (CECA) y estuvo encabezado por Saúl Juárez Vega, secretario ejecutivo del organismo.

En el marco de la ceremonia, el poeta recibió la Clavis Palafoxianum, llave que permite la entrada al mundo del conocimiento universal contenido en la Biblioteca Palafoxiana, expresó Juárez Vega, quien durante la presentación reseñó a grandes rasgos la trayectoria del poseedor de reconocimientos tan relevantes como el Premio Alfonso Reyes 2011, el Premio Villaurrutia en 1969, el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes en 1974, el Premio Nacional de Lingüística y Literatura en 1988 y el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde en 2002. Recordó que, a la par de su carrera literaria, Lizalde se ha desempeñado como académico, cantante, bibliotecario y activista, por mencionar sólo algunas de sus facetas.

Los comentarios estuvieron a cargo del escritor Miguel Ángel Pérez Maldonado, el poeta Miguel Ángel Campos y el escritor y periodista Mariano Morales.

Durante su intervención, Pérez Maldonado rememoró su primer acercamiento, hace más de una década, con la poesía del autor de “La mala hora”. “Descubrir la obra de Lizalde es situarse en un nuevo mundo; es otro modo de decir ‘tierra a la vista’”, aseguró el también escritor.

Marco Antonio Campos, por su parte, hizo referencia a la basta cultura del poeta, no sólo en términos literarios sino políticos e históricos. Recordó la faceta temprana de Lizalde, a su parecer la menos afortunada, como fundador del Poeticismo, movimiento que, en palabras de el mismo Elizalde pretendía combatir “la facilidad, la vaguedad significativa, la imprecisión verbal y conceptual de la poesía que imaginábamos en boga.”. Campos hizo además un recuento de los principales libros del poeta. Entre los cuales pueden mencionarse: “Cada cosa es Babel” (1966), “El tigre en la casa” (1970), “La zorra enferma” (1974), “Caza mayor” en 1979, “Tabernarios y eróticos” (1989), “Rosas” (1994) y “Otros tigres” (1995), por mencionar sólo algunos de la amplia lista de títulos del maestro.

Por su parte, Mariano Morales planteó al homenajeado un cuestionario en el que lo invitaba a reflexionar sobre aspectos contrapuestos como la prevalencia en la poesía de la razón o la emoción. El maestro Lizalde aseguró que ambos aspectos tienen lugar en la poesía, sin embargo aclaró que “la poesía es la expresión crítica del hombre en todos sus aspectos” pero que “no se puede hacer filosofía con poemas”.

Lizalde también reflexionó en torno a la doble pregunta sobre la oposición “Paz / Revueltas”. Aseguró que una prueba clara de la no existencia de dios es la existencia humana, ya que “dios no hubiera creado una criatura tan violenta; las bestias no matan sin razón”, aseveró. Dijo además que “no hay criatura más espantable” que la humana, que es “deforme, siniestra y capaz de virtudes extraordinarias”.

Posteriormente recordó afectuosamente sus amigos Octavio Paz y José Revueltas, del primero aseguró que se trataba de un hombre “más apasionado por la política que por la poesía”; de Revueltas, por otra parte, dijo que Octavio Paz lo había llamado “un cristiano sin dios” y aprovechó para elogiar las cualidades literarias de ambos.

Parte central del evento fue la lectura comentada de algunos poemas por el mismo autor. El poeta recordó la afortunada intervención de Juan José Arreola en la corrección del verso “como a través de un túnel /de lodo y miel” del poema “El tigre”, ya que, donde ahora dice “miel” originalmente decía “piel” y fue Arreola con su oído extraordinario quien hizo la pertinente corrección del verso. Lizalde asegura haber corregido el poema ahí mismo dando lugar a la versión final de la trascendente pieza literaria.

El evento concluyó con la entrega de la Clavis Palafoxianum además de una carpeta con grabados de la arquitectura original de la Biblioteca Palafoxiana.

Poemas necesarios de Eduardo Lizalde

Grande es el odio (I)

Grande es el odio (II)

El Tigre

Lizalde en Letras Libres por José de la Colina

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