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Venezuela: la lucha por salvar al mono araña café en el bosque de Caparo
Con una tasa de deforestación de 3,2 % anual en Caparo, el mono araña café de Venezuela está confinado a un área insuficiente para su conservación.
Por Lado B @ladobemx
12 de septiembre, 2017
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  • Con una tasa de deforestación de 3,2 % anual en Caparo, el mono araña café de Venezuela está confinado a un área insuficiente para su conservación.
  • El reemplazo de bosques por pastizales o por especies no nativas de árboles, afecta negativamente su alimentación y hábitos de vida.

Diana Duque Sandoval es una bióloga y fotógrafa profesional que nació en Colombia. Su familia emigró a Venezuela cuando ella tenía cinco años, en 1983. Como aspirante al doctorado en Ecología de la Universidad Central de Venezuela, en 2012 decidió dedicar su investigación al mono araña marrón (Ateles hybridus) —también llamado norteño, frontino, mangalarga o marimonda—, una especie de la que se conoce muy poco en el país y que habita principalmente en bosques de los llanos orientales de Colombia y los llanos occidentales de Venezuela.

Tras años de investigación, es una importante experta local en la especie y fundadora del Proyecto Mono Araña, con el que trata de salvar a esta especie en el bosque de Caparo, ambos amenazados por la expansión de la frontera agrícola por invasiones ilegales en zonas creadas exclusivamente para la explotación forestal sostenible por medio de concesiones que exigían la reforestación, y donde se prohíbe cualquier otra forma de extracción o aprovechamiento de recursos naturales como la caza o la agricultura.

Diana Duque, la bióloga que quiere salvar al mono araña café en Venezuela. Foto: Alisa Aliaga Samanez

Para 2017 el proyecto aún está determinando —por primera vez en el país— la distribución y tamaño de las poblaciones en Venezuela, después de publicar un año antes las primeras investigaciones sobre su comportamiento y hábitos de alimentación en el bosque de Caparo, en el llanero estado venezolano de Barinas, fronterizo con Colombia.

EAteles hybridus tiene el pelaje color café oscuro en las extremidades y el dorso y más claro en la parte ventral, tiene el pelaje largo y áspero. Sus extremidades son alargadas, miden de 40 a 50 centímetros y tiene una cola prensil con una callosidad en la punta que les permite agarrarse fuertemente como otra extremidad. Esta puede medir entre 70 y 80 centímetros. El género Ateles proviene del griego y se refiere a la ausencia de dedo pulgar. Puede tener ojos verdes, azules, caramelo u oscuros, y tiene un parche blanco en la frente que los identifica. Las hembras tienen el clítoris marcadamente más grande que el pene de los machos adultos, lo que permite identificar su sexo fácilmente a observación a distancia”, detalló Duque a Mongabay Latam.

El mono araña marrón  tiene un papel ecológico fundamental al esparcir semillas mediante su defecación y al polinizar algunas flores. La destrucción y fragmentación de su hábitat por deforestación para usos agrícolas es su principal y mayor amenaza, explicó Duque Sandoval. En el país está considerado como una especie En Peligro según el Libro Rojo de la Fauna Venezuela.

Mono araña café (Ateles hybridus). Foto: Alisa Aliaga Samanez

Esto resalta la importancia de conservar al mono araña café del norte de Venezuela en el Caparo.

Se han identificado dos subespecies del mono araña marrón a cada lado de la frontera. En Colombia se encuentran ambas: Ateles hybridus brunneus y Ateles hybridus hybridus, mientras que en Venezuela está solo esta última, que Duque Sandoval ha estudiado en el bosque de Caparo, así como en los parques nacionales El Ávila y Guatopo.

Las diferencias entre ellas surgen de estudios mitocondriales y celulares, siendo listadas por separado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), a recomendación del investigador Thomas Defler, autor del libro “Historia Natural de los Primates Colombianos”.

Hay otra especie del género Ateles al sur de Venezuela, el Ateles belzebuth o mono araña común o de vientre amarillo.

Un largo camino

“Comencé buscando un sitio donde fuese más fácil avistarlos, así que visité los lugares donde se encontraba según los estudios: empecé en 2007 en el sureste del Parque Nacional El Ávila (en Caracas) y más tarde en el Parque Nacional Guatopo (entre los estados Miranda y Guárico)”, dijo Duque a Mongabay Latam. Sin embargo, no tuvo tanta suerte como cuando llegó en 2010 a la Estación Experimental Caparo, ubicada dentro de la Reserva Forestal Caparo.

La Reserva Forestal fue creada en 1961 con una superficie de casi 175 000 hectáreas con el fin de realizar una explotación maderera sostenible por medio de concesiones. Sin embargo esto no se dio así. Un estudio cartográfico y satelital publicado en 2011por Hernán Maldonado del Instituto Forestal Latinoamericano y Alexander Parra y Angnes Aldana de la Universidad de Los Andes, confirmó que esta área perdió 62,5 % de su cubierta boscosa entre 1987 y 2007, a un ritmo promedio de 4798 hectáreas por año, un 3,2 % anual. Frente a este panorama, el estudio recomendó continuar con el programa de manejo integral comunitario para recuperar el bosque al combinar actividades forestales con otras actividades de producción sostenible.

Dentro de la Reserva se ubica la Estación Experimental Caparo, que con 7000 hectáreas está bajo la administración de la Universidad de Los Andes desde 1982, con el fin de desarrollar investigación científica y promover una explotación forestal sostenible. De la totalidad del territorio,  2500 hectáreas son bosques vírgenes conservados como resguardo de biodiversidad y 4500 se usan en proyectos de reforestación.

Estación Experimental Caparo, centro de operación del proyecto. Foto: Alisa Aliaga Samanez

El campamento también ha servido de centro de operaciones para las salidas de campo de Duque Sandoval y el Proyecto Mono Araña. “Los vi desde el primer día y me quedé”, contó la bióloga sobre su llegada al lugar. Allí documentó 32 encuentros con grupos que variaron entre dos y 27 individuos entre 2010 y 2011. Recorrió 216 kilómetros en diez rutas distintas, lo que la ayudó a confirmar que los grupos están conformados entre 9 y 10 individuos en promedio, con una abundancia relativa de 1,48 avistamientos por cada 10 km2 recorridos, según el informe final (aún inédito) “Densidad y distribución del mono araña Ateles hybridus en la Reserva Forestal Caparo y su relación la estructura espacial del hábitat”. En el mismo también se estableció una densidad de 19 individuos por kilómetro cuadrado.

Deforestación en la reserva forestal

Duque encontró que la deforestación estaba haciendo estragos en la supervivencia de esta especie. En un artículo que publicó en 2011 en la revista Más Verde Digital reveló que encontró individuos de mono araña café en la Estación Experimental Caparo, así como en fragmentos boscosos de 150 hectáreas en las fincas agropecuarias instaladas mediante invasiones ilegales dentro de la reserva forestal.

Según un reportaje de 2012 del diario El Universal llamado “Caparo, el último bosque”, el profesor Wilfredo Franco, entonces coordinador de la Estación Experimental, explicó que “90 % de la reserva es hoy pastizales y matorrales. Sobreviven 14 000 hectáreas, la mitad en el área protegida por la ULA y el resto en un centenar de pequeños fragmentos boscosos dispersos, la mayoría condenados a desaparecer“.

Los bosques de Caparo están fragmentados en áreas de no más de 150 hectáreas. Foto: Alisa Aliaga Samanez

La zona también ha sufrido incendios y está atravesada por una carretera interna. Duque Sandoval pudo observar que es usada por lugareños para ahorrar tiempo en lugar de utilizar la carretera que bordea el bosque, lo que brinda acceso a cazadores furtivos y personas ajenas a la universidad.

“Los incendios se producen principalmente en la época seca, enero-marzo, casi todos son provocados por los campesinos para limpiar los potreros, pero es común que pierdan el control, lo que a veces ha impactado las zonas del bosque al cuidado de la ULA”, explicó Duque. El más reciente ocurrió en 2013 y requirió para ser apagado de la labor de los Bomberos Universitarios por cinco días.

Los incendios forestales, como el de 2013, son otra amenaza sobre los bosques de Caparo. Foto: Alisa Aliaga Samanez

Jorge Naveda Sosa, biólogo egresado de la Universidad de Los Andes y catedrático en ordenación del territorio, gestión de áreas protegidas y desarrollo sustentable de la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Católica Andrés Bello, es crítico con la explotación forestal en el país, porque sostiene que esta es responsable de la pérdida de varias Reservas Forestales como la de Ticoporo y graves amenazas a otras como la de Imataca.

“La explotación maderera es extensiva, usan maquinarias, por lo que arrastran todo el entorno”, explicó. Según el experto, a esto hay que sumarle además que se introdujeron en Caparo “especies exóticas de rápido crecimiento para su recuperación, ajenos al sistema de copas que es natural para el mono araña café. Y en esas ramas no consigue nada que comer”, indicó.

El profesor Eulogio Chacón, investigador del Instituto de Ciencias Ambientales y Ecológicas (ICEA) de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de la ULA, señaló en una entrevista con Mongabay Latam que “la deforestación en la Reserva Forestal de Caparo no obedeció mayoritariamente a las concesionarias. Estas extrajeron las maderas más comerciales, con el compromiso de reforestar, pero los invasores entraron quemando, talando y estableciendo ganadería, sembrando pastizales, impidiendo que se recuperaran los espacios”. Mencionó que el Ministerio de Ambiente no trató de impedir la llegada de los invasores.

Taladores ilegales arrasan con fragmentos del bosque de Caparo. Foto: Alisa Aliaga Samanez.

Mongabay solicitó una entrevista con el Ministerio de Ecosocialismo y Aguas pero al cierre de este reportaje no obtuvo respuesta.

Comienza la historia

En 2013 la tesis de doctorado de Diana Duque Sandoval se transformó en el Proyecto Mono Araña impulsado por las oportunidades y las necesidades que observó en la zona.

Monos araña en el bosque de Caparo. Foto: Alisa Aliaga Samanez

Duque empezó por buscar un equipo de profesionales para acompañarla en su investigación, así como voluntarios y estudiantes de biología que quisieran dedicar su carrera al estudio de primates. Seleccionó a una estudiante peruana de biología, Alisa Aliaga Samanez, quien tras terminar en Perú su tesis de grado sobre el Proyecto Mono Araña en Caparo, volvió a Venezuela para continuar con la creación de un programa de educación gracias a fondos otorgados por la Conservatoire pour la Protection des Primates y la asesoría del Proyecto Mono Tocón de Perú. Este programa tiene como objetivo sensibilizar mediante el arte a niños y adolescentes para asegurar la conservación de la subespecie de mono araña presente en Caparo.

La educación ambiental es vital para asegurar la conservación del mono araña café. Foto: Alisa Aliaga Samanez

Duque y Aliaga son dos de los autores que participaron en los trabajos de investigación publicados en julio de 2016 sobre la dieta del mono araña café y el comportamiento de un grupo de monos araña en un fragmento del bosque de Caparo.

“Por ser principalmente frugívoros, necesitan grandes áreas de recorrido para buscar alimento, por lo que pequeños espacios intervenidos no pueden suplir sus necesidades alimentarias. También son más sensibles a la intervención humana, ya que no se mueven hacia otros fragmentos cercanos, no bajan al suelo ni cruzan cercas, en comparación con otras especies de primates. Sin embargo, en Caparo he visto casos donde por su extrema situación algunos individuos de Ateles hybridus han tenido este comportamiento para escalar a otros árboles”, explicó Duque para detallar el comportamiento encontrado en Caparo.

En sus estudios, Duque aplicó métodos similares a los usados por expertos colombianos que realizan proyectos de investigación sobre el mono araña marrón, con el objetivo a largo plazo de unificar resultados para elaborar proyectos binacionales.

Se identificaron 30 especies de plantas de las cuales se alimenta, de las cuales ocho son plantas frutales, de estas A. hybridus prefiere gastar más tiempo en el consumo de frutos que de hojas, los porcentajes fueron: frutos 71 %, hojas 25 %, flores 1 % y otros (peciolos, raíces, savia y madera) 3 %. Consume principalmente el fruto de la palma de agua, palma Sarare, guácimo blanco, guamo, higuerón, chupón. También pueden consumir semillas, hojas jóvenes, miel, pedazos de madera, orugas y termitas; y en este estudio se observó que A. hybridus consume lo que abunda más en el bosque no especializándose en ciertos frutos”, detalló Aliaga sobre su primer estudio de ecología del Ateles hybridus hybridus en Caparo.

Sobre su comportamiento, la experta sostuvo que “tienen un sistema social fisión-fusión donde los grupos grandes se separan durante el día en subgrupos de uno a tres individuos para buscar alimento y en la noche se vuelven a reunir. Los grupos están formados principalmente por hembras, durante el día pasan la mayor parte de su tiempo descansando, desplazándose y alimentándose. Descansan principalmente en árboles grandes, frondosos y con lianas, se desplazan largas distancias para buscar alimentos, realizan grandes saltos entre árboles y las hembras ayudan a los más pequeños formando una especie de puente con su cuerpo o alentándolos con vocalizaciones”.

El mono araña está en peligro por la constante fragmentación de su hábitat. Foto: Alisa Aliaga Samanez

Un detalle importante extraído del estudio y relacionado con la amenaza que presenta el hábitat del mono araña en el bosque de Caparo, es que “en fragmentos de bosque intervenidos se observaron individuos muy temerosos y huyendo rápidamente ante la presencia humana”.

Hoy Diana Duque trabaja en un proyecto para especificar la distribución actual del Ateles hybridus hybridus en Venezuela y en Caparo, pues nunca antes se habían realizado. Antiguamente se han dado reportes de poblaciones en la zona norte del país, específicamente en los estados costeros y centrales de Vargas y Miranda, así como en los estados llaneros y andinos y las tierras bajas del Lago de Maracaibo y la Sierra de Perijá, en el estado Zulia, cerca de Colombia.

Para Alisa Aliaga la experiencia de haber trabajado en el Proyecto Mono Araña en Caparo fue tan inspiradora como dura. “Durante los meses de monitoreo no todo fue agradable. Pude observar que continuamente los alrededores del fragmento de bosque eran talados o quemados, puestos de cacería, escuché el sonido de la motosierra durante el estudio. Estas actividades antrópicas contribuyen a que se altere su comportamiento habitual y también se altere su estructura demográfica”, contó a Mongabay Latam.

La experta en primates Carmen Ferreira, investigadora docente del Instituto de Zoología y Ecología Tropical y Jefa del Museo de Biología de la Universidad Central de Venezuela, señaló que ha sido un grupo muy pequeño de científicos venezolanos el que ha investigado a los primates, como Natalia Ceballos Mago, quien se enfocó en el amenazado Mono de Margarita en la Isla de Margarita, en el Caribe venezolano.

Ferreira respaldó la idea de Duque con relación a que cuando se conserva un primate se salva, además de fauna arbórea y semiarbórea asociada, especialmente mamíferos.Y compara la presión antrópica de la expansión de la frontera agrícola en Caparo con los problemas que surgen en la conservación de las zonas de anidación de tortugas. “Esto requiere el apoyo fundamental de las comunidades para implementar además proyectos ecoturísticos de observación y visita de áreas naturales no intervenidas”, reflexionó.

Propuestas a montón

Con el fin de salvar tanto al mono araña como al bosque de Caparo, su hábitat indivisible, Diana Duque ha formulado varias ideas y proyectos buscando fondos internacionales mientras interactúa con los lugareños.

Diana Luque durante el trabajo de campo en el bosque de Caparo. Foto: Alisa Aliaga Samanez

“Uno de los objetivos es que las ONG tomen la especie como bandera en sus campañas informativas, que se visibilice nacionalmente la importancia de su conservación, pero que además sirva para salvar el bosque donde vive, así como a la fauna que habita allí, como dantas, venados y jaguares, actualmente bajo la amenaza de cazadores”, explicó.

La bióloga ha conversado con los dueños de muchas fincas que rodean la Estación Experimental Caparo, tanto para observar al mono araña como para solicitar que no se talen fragmentos de bosques en sus propiedades, pero las promesas no siempre se cumplen.

“Ninguna acción legal se ha hecho en contra, así que podría empeorar la deforestación”, declaró Duque, quien propone que las instalaciones de la Guardia Nacional y del Ministerio del Ambiente (ahora de Ecosocialismo y Aguas)abandonadas en 2009 sean transformadas en una estación biológica, cambiar la figura legal de Reserva Forestal a Refugio de Fauna, que permitiría la creación de programas y leyes de protección de la biodiversidad, eliminando la explotación maderera.

Mono araña café en la Reserva Forestal Caparo. Foto: Alisa Aliaga Samanez

“Las características se prestan mejor y la zona está demasiado intervenida para ser Parque Nacional”, explicó la bióloga. Un refugio de fauna silvestre estaría destinado “exclusivamente para la protección, conservación y propagación de especies, principalmente de aquellas especies que se consideren en peligro de extinción, ya sean residentes o migratorias”, según lo estipulado en la Ley de Protección de la Fauna Silvestre, como se aplica a los siete refugios citados por la Oficina Nacional de Biodiversidad Biológica de Venezuela.

Pero Diana también mencionó ideas más pequeñas y cercanas. “Colocar un portón en la entrada de la carretera del bosque de la universidad para reducir el acceso de personas y vehículos que lo puedan dañar”. Otras son ampliar el proyecto educativo del Mono Araña en Caparo hacia los campesinos que viven en los alrededores, para involucrarlos en su conservación,  o impulsar proyectos de agroforestería con los trabajadores universitarios de la Estación Experimental para recuperar el bosque.

“Acabamos de terminar en marzo un año de tres proyectos de investigación, con fondos del Zoológico de Auckland, Nueva Zelanda. Hemos hecho el informe final para que nos aprueben otro año porque quieren ayudarnos a largo plazo”, detalló. Los proyectos consistieron en medir el efecto de la deforestación en la población de monos arañas, levantar su distribución y el mejoramiento de las condiciones de una hembra en cautiverio para su rehabilitación, así como la compra de dos motocicletas para los recorridos dentro del bosque de Caparo.

“Las publicaciones permiten que los colegas sepan que estás haciendo cosas. La idea es salvar el bosque y los monos. Son inseparables”, concluyó con entusiasmo Diana Duque.

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Autor Lado B
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