Las ejecuciones son por obviedad, homicidios dolosos. Por supuesto, no todos los homicidios dolosos son ejecuciones. Según los datos de la FGE, en el lapso 2005-2024, tal modalidad de muerte se comportó como sigue:
En los datos hay dos saltos evidentes: uno, de 2016 a 2017 que pasó de 735 a 1,083 y uno más, de 2017 a 2019, siendo éste último el más abultado en todo el lapso de análisis, con 1,274 homicidios.
De 2016 a 2017 se dio un crecimiento del 147.35 por ciento y de 2017 a 2019 se dio otro salto del 117.64 por ciento. De los 1,274 homicidios de 2019 se da un bajón hasta 2021, alcanzando 684; es decir, que en 2021 se registró prácticamente la mitad de los homicidios de 2019.
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De 2016 a 2017 escalaron los homicidios dolosos un 147.35 por ciento, pero las ejecuciones crecieron 522 por ciento; éstas últimas cayeron 65.24 para 2019 y se dispararon un 508.7 por ciento en 2021, escalando todavía un 37.62 por ciento más en 2022.
El punto más curioso es que los ejecutados crecen 522 por ciento en 2017 al tiempo que los homicidios hicieron lo propio con 147.35 por ciento o, por cada ejecutado en 2017, hubo 4.1 homicidios dolosos. Este movimiento es normal: en cualquier entidad no feudalizada, deben aumentar los homicidios, no las ejecuciones.
Pero, en 2021, cada rubro decidió independizarse: por cada ejecutado, apenas hubo 1.6 homicidios. Comenzó a darse la multiplicación de ejecuciones en la entidad. Lo anterior puede verse mejor al revisar qué porcentaje de los homicidios dolosos son de ejecutados.
En 2017, el 24.1 por ciento de los homicidios eran ejecuciones; tal cifra se desploma en 2019, con apenas el 5.73 por ciento y se mantiene en 2020 con 6.69 por ciento. Pero duró poco el gusto: en 2021, el 61.4 por ciento de todos los homicidios del estado de Puebla eran en realidad, ejecutados. Y, en 2022 se incrementó el dato: el 63.59 de todos los homicidios dolosos cometidos en la entidad, fueron ejecuciones y a 2024, el indicador se mantuvo.
Por supuesto, estas cifras no son definitivas porque hay fosas clandestinas no identificadas a nivel estatal y tampoco se sabe cuántos poblanos fueron levantados y enviados a una fosa en otra entidad federativa.
Un dato queda: ¿es posible que en un año (2017) haya 24.1 por ciento de muertos por ejecución, 2 años después se desplome a 5.73 (2019) y luego se dispare a 61.4, dos años después? La evidencia señala que sí es posible: la autoridad perdió el control del estado.
Por último, si se comparan ejecutados, desaparecidos y homicidios dolosos, algunas cosas se prestan para el análisis de política criminal.
Por orden cronológico, el sexenio de Mario Marín salta un 950 por ciento de 2007 a 2008, con otro más de 2008 a 2009 del 133.33 por ciento y en 2011, uno más del 70.37 por ciento. Sin embargo, son cifras bajísimas, inferiores a 50 desaparecidos por año. Una bicoca.
Con Rafael Moreno Valle, se da un salto entre 2013 y 2014 del 135.29 por ciento. Y las cosas se mantendrán hasta que se da una seguidilla de incrementos notables desde 2015 hasta 2022. Como ejemplos de crecimiento, están 2015 al 2016, con 346.72 por ciento y, el primero que contiene miles de casos en Puebla, de 2016 a 2017, del 106.61 por ciento. El tema puede verse con claridad si se compara 2015 con 2022, con un crecimiento acumulado en desapariciones del 1150 por ciento.
Produce arqueo de cejas los datos del RNPDNO que en 2020, tuvo 56 desaparecidos y no localizados ⎯mientras la Fiscalía estatal registró 1382⎯; en 2021, salta a 100 ⎯muy lejos de los 1317 casos de la autoridad ministerial⎯ para estacionarse en 85 en 2022 ⎯con 1525 para la Fiscalía poblana⎯ y luego llegar a 571 en 2024 ⎯1 caso en la federación por cada 3.38 casos según la autoridad local⎯.
Se puede establecer cuáles son los años de mayor muerte y desaparición de personas en el estado de Puebla, en el lapso analizado:
El estado de Puebla ha tenido entre 2017 y 2024, 2,834 ejecutados y 12,048 desaparecidos, ésta última cifra con datos oficiales de FGE. No hay manera de saber qué desaparecidos según FGE, son duplicados de los registros del RNPDNO.
Pero, la diferencia salta: el 100 por ciento de los datos del Registro federal en materia de desaparecidos de 2005 a 2024, apenas suman el 18.27 por ciento de los datos de la Fiscalía, de 2017 a 2024. El Registro federal no tiene datos confiables, pues.
Bajo sexenios completos, Barbosa y Céspedes generaron 1.078 ejecuciones al día. Pacheco Pulido reportó un ejecutado cada 5.75 días. Moreno Valle tuvo un ejecutado cada 9.16 días. Marín, uno cada 21.05 días.
Mario Marín fue el último gobernador de 6 años en el estado de Puebla, que tuvo claro control de la actividad delictiva de alto impacto. No estoy diciendo que Marín combatía a la delincuencia: estoy diciendo que la controlaba.
Estos datos son relevantes por un motivo: un coro oficialista y otro mediático están diciendo por activa y por pasiva que en el sexenio actual se recuperará la paz en el estado de Puebla. Si eso es así, el indicador para medir el resultado es regresar a 1 ejecutado cada 21 días, no mantener 2 ejecutados por día como ahora mismo ocurre.
De los registros de desaparecidos del gobierno federal, es irrelevante analizarlos a profundidad: las organizaciones que manejan temas de derechos humanos se quejan lastimosamente que la fiscalía estatal oculta datos; bueno, pues, por cada 4 casos que la fiscalía reconoce, el gobierno federal identifica uno. Solo uno.
En cifras acumuladas de 2017 a 2024, por cada ejecutado en Puebla se han registrado seis desaparecidos. Y aun así, la entidad no está a los niveles del Estado de México, Guerrero, Veracruz o Zacatecas. Haga sus cuentas.
Para datos de Tlaxcala revisa este texto publicado en la revista Newsweek
EL PEPO