El investigador Mauricio Saldaña Rodriguez presenta los resultados de su ejecutómetro 2024 (ene-noviembre), una revisión de los homicidios dolosos en la entidad de Puebla que identifica cuáles pudieron ser ejecuciones. Los resultados revelan un alarmante repunte de casos en la capital poblana
Mauricio Saldaña*
Le presento un corte al 30 de noviembre de las personas ejecutadas en el estado de Puebla. Una ejecución es un homicidio doloso cometido en contra de alguien, por parte de alguna organización criminal de alto impacto, ya sea cártel, clan o pandilla.
La persona ejecutada no tiene que ser forzosamente un delincuente: puede ser que estuviera en el momento incorrecto en el lugar apropiado (como mero testigo), víctima del cobro de piso o consumía algún narcótico y fue asesinada cuando acudió a comprar su dosis.
La realidad es que son innumerables los motivos por los que alguien puede ser privado de la vida por parte del crimen organizado, incluyendo a menores de edad que acompañaban en ese momento a alguno de sus padres.
Como usted sabe, hay un proceso analítico minucioso para identificar ejecuciones y no es raro que aquel asesinato que identifiqué como ejecución sea bajado de la lista, semanas o meses después porque recibí información que señalaba otra causa de muerte.
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Entrando en materia y como los chistes malos, le diré que tengo dos noticias: una buena y una mala. Y no es broma.
La noticia buena es que entre enero 1 y noviembre 30 de este año se han dado ejecuciones en 58 municipios menos respecto al lapso más alto, entre 2021 y 2023. En otras palabras, la mancha de sangre de la delincuencia organizada en Puebla se contrajo en un 36.71 por ciento respecto a los años anteriores, particularmente 2022 y 2023.
Sin embargo, se dieron ejecuciones en los municipios de Teteles, Huehuetla, Nicolás Bravo y Atzompa, territorios en los que no se habían registrado esta clase de muertes en los años que se lleva registro.
La noticia mala es que la mancha de sangre se contrajo en el número de municipios afectados pero se está profundizando notoriamente en Puebla Capital y los municipios conurbados. Le explico.
En 2021 identifiqué 420 ejecutados; en 2022, 578 y, en 2023, 614. Y en los once meses ya analizados de 2024, se registraron 550 ejecuciones. Aún no termina el año y todo indica que se llegará a las cifras de 2023, por encima de la barrera de 600.
Para Puebla Capital, se han rebasado todos los récords: de enero a noviembre de 2024 se llevan registrados 142 ejecutados en 115 eventos, con 11 narcomensajes. La capital poblana tiene más casos que el Triángulo Rojo entero, con 97 ejecutados en esta última zona.
Lejos, muy lejos de la capital, se encuentran el segundo y tercer lugar estatal, Tehuacán y San Martín Texmelucan con 31 y 25 ejecutados, respectivamente.
Lo anterior señala que, del 1 de enero de 2005 al 30 de noviembre de 2024 se han dado al menos 3 mil 106 ejecuciones en el estado de Puebla y de ésas, el 69.61 por ciento se dieron en el lapso 2021 a 2024.
Si usted lee en algún boletín oficial que están disminuyendo los homicidios dolosos en la entidad poblana, es parcialmente cierto porque están bajando en términos del número de municipios pero están agudizándose en Puebla Capital y un puñado de territorios vecinos.
También hay que contar a los muertos ejecutados en Puebla Capital o algún municipio vecino que van a tirar al estado de Tlaxcala. Los casos que he identificado hasta ahora de 2024, apuntan a Papalotla y San Pablo del Monte.
En el gráfico correspondiente, usted podrá ver la tabla completa de los casos de enero a noviembre de este año. El diagnóstico es evidente: el estado de Puebla está fuera de control y encima, tiene a su capital tinta en sangre.
No está de más señalar que José Chedraui no tiene nada que ver en el asunto. Cuando él llegó al Ayuntamiento, el cochinero rebosaba. El caso también aplica para el gobierno estatal de Alejandro Armenta. Ambos tienen un bono de inocencia que, aunque efímero, servirá para iniciar el trabajo.
Por cada 10 ejecutados en el estado de Puebla, 7 se dieron en cuatro años. Hay récords que se repudian y responsabilidades que deben ser investigadas.
*Doctor en Administración Pública con estudios de doctorado en Ciencias Penales. Especialista en inteligencia y contrainteligencia con más de 30 libros publicados. Ha diseñado un mapeo sobre la feudalización de la delincuencia organizada en México.