Lado B
Cisjordania: ”Me golpearon durante cien años”
Por Bilha Calderón @clitemnistra
04 de diciembre, 2023
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Mahmoud Dwaik, es un joven palestino de 19 años de edad, alto, con el cabello corto y estilizado, ojos cafés. Un joven abriéndose a la vida, iniciando la experiencia de sus primeros trabajos, aunque todavía es hijo de familia. Es activo, risueño, le gusta salir con sus amigos. Podríamos decir que es alguien que debería ser como un muchacho de su edad, pero no lo es porque en Hebrón, Palestina, nada es realmente como en el resto del mundo.

Hebrón, la ciudad nativa de Mahmoud, está en Cisjordania, y específicamente su casa familiar se encuentra en el área H2, la cual está bajo restricciones severas desde que él es un niño.

Si bien Mahmoud puede salir a pasear con los amigos, como cualquier adolescente de su edad, es el ejército israelí y los colonos de línea dura, quienes marcan los ritmos de la vida en ese lugar, los horarios en que los palestinos pueden salir de casa, comprar comida, ir a la escuela, ir a la mezquita a rezar, salir al jardín sin que les avienten cosas.

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En Hebrón incluso estar en casa es un peligro, debido a las múltiples redadas. Cientos de soldados israelíes son responsables de implementar estas regulaciones y supervisar las barricadas y los puestos de control. Este arreglo está diseñado, de manera irregular, para permitir a los colonos judíos transitar sin necesidad de interacción alguna con los palestinos.

Hebron Israeli settlement, cisjornadia

Barrera policial separando las secciones H1 y H2 de Hebrón.
Foto: ITAI | Wikimedia Commons

Desde el comienzo de la guerra entre Israel y Hamas, el 7 de octubre de este año, mientras los bombardeos suceden en Gaza causando devastación, los palestinos en Cisjordania han enfrentado semanas de castigo colectivo, venganza y asedio a manos de colonos judíos y el ejercito israelí. Se estima que el número de palestinos que han sido asesinados en Cisjordania supera ya las 240 personas, según reporta el Ministerio de Salud de la Autoridad Palestina. Esta es una cifra de muertos sin precedentes, más que en cualquier mes desde la Segunda Intifada.

A ello se suma la oleada de arrestos y detenciones administrativas, heridos y agredidos palestinos por parte del ejército israelí, así como en ataques violentos de colonos. Hasta ahora más de 3 mil 365 palestinos han sido arrestados en Cisjordania, como reporta la Comisión de Asuntos de Detenidos Palestina, acusados de participación en actos de terrorismo, activismo, daños al ejercito o difamación por postear protestas en redes sociales.

Israel, Cisjordania, Palestina

Mapa tomado de la BBC

El 5 de noviembre Mahmoud fue arrestado en la ciudad de Hebrón mientras iba en un auto con amigos suyos, otros jóvenes de su edad. El muchacho palestino relata a Lado B la experiencia de su arresto, el momento de su detención, sus múltiples traslados y el trato que recibió dentro de la prisión Ofer: un complejo militar israelí dentro de Cisjordania, que cuenta con un cuartel militar y un centro de interrogaciones, donde Israel mantiene a prisioneros sentenciados, prisioneros detenidos sin cargos, así como un campamento del ejército y de la policía fronteriza israelí.

A su vez, el padre de Mahmoud, Badee Dwaik nos habla del proceso angustioso que vivieron como familia al exterior de la prisión, buscando a su hijo y navegando los obstáculos burocráticos para obtener su liberación. Badee es presidente de la Asociación Nacional de Defensores de Derechos Humanos en Hebron. Participa activamente en la organización de iniciativas para monitorear y registrar los abusos a Derechos Humanos (DH) en la segunda ciudad más grande de Palestina, Hebrón, y aboga por el fin de la ocupación de Israel.

Debido a este trabajo, Badee ha sido detenido más de una docena de veces. Durante algunas de esas detenciones fue torturado y en una de ellas pasó tres años en la cárcel. A ello se sumaron detenciones administrativas, privaciones de la libertad donde el sistema israelí aprisiona a personas, sin levantarles legalmente cargos, por tiempo indefinido.

***

Badee, el padre de Mahmoud publicó en redes sociales “Mi amado hijo Mahmoud salió ayer de nuestra casa y aún no ha regresado. No sabemos nada sobre él en este momento”.

Esta es la pesadilla de todo padre en Cisjordania.

El muchacho había pasado la tarde con su madre bajo los olivos de su casa familiar en Hebrón, cuando decidió salir con unos amigos alrededor de las 5 de la tarde. Cuando sus padres se dieron cuenta que Mahmoud llegaba tarde a casa, su padre comenzó a llamar a su teléfono repetidas veces, sin recibir respuesta, hasta que el teléfono dejó de sonar y se apagó.

MAHMOUD DWAIK nos relata lo que sucedió:

 

“Me arrestaron a las 7 de la noche junto con tres amigos que íbamos en un automóvil. Después de que los soldados israelíes me secuestraran, registraron el auto y encontraron un palo y un estilete en la caja de herramientas. Luego registraron mi teléfono y en él encontraron una foto de un puesto de control militar israelí que tomé hace un año y medio, que había olvidado en el teléfono.

Después nos llevaron a todos a un campamento militar llamado Hageo, en la cima de una colina en Hebrón. En ese campamento había aproximadamente 40 soldados en grupos, los cuales se turnaron para golpearnos desde nuestra llegada, de 7 pm hasta las 5 de la mañana siguiente. Fue una fiesta de palizas. Nos golpearon con las manos, a patadas, con los rifles y con palos.

Después de eso, nos llevaron a la policía de “Kiryat Arba”, en el asentamiento de Kiryat Arba en Hebrón, donde pasamos aproximadamente una hora. De ahí nos devolvieron al mismo campamento militar en la colina en Hebrón y dormimos en el suelo, sin cobijas ni nada que protegiera nuestros cuerpos. Simplemente dormimos descubiertos.

A las 8 de la mañana del día siguiente, nos llevaron nuevamente a la comisaría de policía de Kiryat Arba, y una hora más tarde nos trasladaron al centro de detención militar de Ofer. El proceso de traslado desde la comisaría de policía de Kiryat Arba en Hebrón duró aproximadamente 12 horas, cuando el período de viaje entre la comisaría y la llegada a la prisión de detención de Ofer no requiere más de 2 horas de viaje. Nos colocaron en módulos de hierro, como jaulas, en un vehículo militar. El propósito de este largo viaje es debilitar nuestros huesos y cuerpo, porque nos sentaron en asientos de hierro y no nos dieron comida, solo agua una vez.

Llegamos a la prisión por la noche, alrededor de las nueve, y me obligaron a quitarme toda la ropa. Después de eso, me pidieron que me levantara y agachara varias veces con la cara hacia la pared.

Me quitaron mi ropa, que costaba casi mil shekels. Me quitaron el móvil. Se llevaron mi dinero, 240 shekels. Me dieron ropa especial para presos de color marrón. Los pantalones eran muy anchos y no se ajustaban a mi talla.

La vida dentro de la prisión es otro capítulo de sufrimiento y tortura. Los soldados de la prisión irrumpían en las habitaciones de la prisión todos los días, una vez por la noche, otra temprano en la mañana y otra durante el día. Nos golpearon, nos insultaron, nos registraron físicamente y registraron las habitaciones. Convirtieron nuestras vidas en un infierno insoportable.

La comida se obtiene de los restos de comida del ejército, la cual tenía mal sabor y la cantidad era insuficiente. Por ejemplo, entre 10 prisioneros nos daban un solo plato de arroz para comer. No había suficiente comida ni siquiera herramientas para preparar comida, y la cantina que pertenecía a los prisioneros fue confiscada. Antes del 7 de octubre, los prisioneros palestinos solían preparar la comida en una cocina especial de la prisión.

Las habitaciones están muy abarrotadas, ya que una habitación que alberga normalmente a 6 presos ahora tiene 12 presos, la mitad de los cuales duermen en el suelo. Es una situación catastrófica en todos los sentidos de la palabra.

Después de asistir a dos juicios sucesivos desde mi llegada a la prisión de Ofer, mi detención se extendió hasta el tercer tribunal el 14 de noviembre, donde el tribunal militar de la prisión de detención de Ofer emitió un fallo para liberarme después de pagar una fianza financiera de mil shekels. El cargo fue posesión de un material en el teléfono que amenaza la seguridad del estado de Israel (una foto de un control militar que tenía olvidada en mi móvil hace año y medio).

Me liberaron en plena noche, sin la ropa con la que me detuvieron, sin mi dinero y sin mi teléfono. Me hicieron salir en ropa interior y pantalones carcelarios.

Afuera me encontré con un grupo de prisioneros liberados en un puesto de control militar entre Ramallah y Jerusalén. Fui recibido por unos palestinos que vivían allí cerca y ellos me dieron ropa y cigarrillos. Ahí llamé al teléfono de mi madre desde el teléfono de alguien más. Mi padre también habló conmigo, y él llamó a su primo en Ramallah, quien vino y me llevó a su casa. Dormí esa noche en su casa y él me dio algo de dinero para ir a mi casa en Hebrón al otro día.

Llegué a mi casa cansado física y psicológicamente y mi madre me preguntó por qué temblaba. Ella pensó que tenía frío a pesar de que hacía calor.

Fueron días de infierno en mi vida.”

***

Mientras esto sucedía a Mahmoud en prisión, en cuanto fue evidente que el muchacho no volvía a casa, su padre preocupado llamó al  Centro de Quejas de Jerusalem, el cual brinda un servicio para encontrar el paradero de prisioneros, y ahí le informaron que tendrían una respuesta dentro de 24 horas, pero no sirvió de nada. Después de más de 28 horas, Badee publicó un post con su foto en redes, con el propósito de que, si estaba con un amigo o algún amigo suyo lo veía, pudiera recibir noticias.

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Soldados israelís detienen a jóvenes palestinos en Tel Rumeida. Foto tomada de Wikimedia Commons

Gracias a ese post, una abogada conocida, le preguntó si había contactado con la policía de Kiryat Arba. Tomó su nombre y su número de identificación y comprobó que Mahmoud estaba en la comisaría de policía de Kiryat Arba, el asentamiento judío más grande cerca de Hebrón, y que había un abogado aconsejándolo.

“Me puse en contacto con el abogado que asesoró a Mahmoud y a los tres muchachos que estaban con él. El abogado se sorprendió cuando supo que todavía estaban en prisión, ya que esperaba que fueran liberados una vez terminada la investigación, y me dijo que la información que tenía hasta ese momento era que el ejército israelí había arrestado a los cuatro jóvenes, incluido Mahmoud, y que el ejército había encontrado en el auto una caja con equipo como un destornillador, alicates, tornillos, un estilete y otras herramientas utilizadas para la reparación”, relata Badee.

Los padres se enteraron entonces que los soldados los habían detenido, golpeado y llevado a la policía de Kiryat Arba.

Al día siguiente, el Centro de Quejas de Jerusalén informó que Mahmoud estaba detenido en la prisión de detención de Ofer, cerca de Ramallah. El supervisor de la Asociación del Club de Prisioneros Palestinos, que brinda ayuda legal a los prisioneros palestinos y los visita para asegurarse de su bienestar, les informó que desde el comienzo de la guerra se habían cambiado muchas órdenes militares, incluida la prohibición de que los abogados visiten a los prisioneros durante la detención. Asimismo el período de detención cambió de cuatro a ocho días, y no se sabría la fecha del juicio hasta un día antes.

El juicio de Mahmoud se llevó a cabo el noveno día desde la fecha de su arresto.

“No pudimos dormir nada durante el período de su desaparición sin ninguna información, nos sentíamos muy nerviosos y su madre siempre estaba llorando, porque estábamos lidiando con lo desconocido. El no saber multiplicó la ansiedad y la tensión y teníamos mucho miedo de que ocurriera lo peor. Teníamos temor de que lo hubieran golpeado en el lugar de la operación del apéndice que tuvo hace poco tiempo. Nuestra única seguridad era que, estando con otros prisioneros palestinos, ellos cuidarían de Mahmoud”, cuenta el padre aún con ansiedad.

El 16 de Noviembre, tras 12 días en prisión, Mahmoud fue liberado.

Tras la amarga experiencia, teniendo ya en casa a su hijo. El padre se lamenta: “Nosotros, como familia, tememos por nuestros hijos. Incluso tememos que los soldados entren en la casa, roben dinero u otras cosas y destruyan su contenido. Por supuesto Mahmoud tiene miedo de que lo arresten de nuevo y yo tengo miedo de que me arresten a mí o a alguien de la familia. Nunca he vivido una situación así en mi vida. Es de las circunstancias más difíciles que hemos vivido.” 

Badee sostiene que “sabíamos que el arresto de mi hijo y sus amigos era sólo un acto de venganza y que no había cargos reales, así que esperábamos que fuese liberado. Esto es sólo venganza y odio ciego. La historia de mi hijo Mahmoud es una historia sencilla entre cientos de historias que les sucedieron y suceden a otros y son incluso mucho peor que la historia de Mahmoud y sus amigos.

Ellos [el ejército] son salvajes y bárbaros, como perros rabiosos. Yo mismo fui detenido muchas veces y no viví tal situación. Esta historia se da sólo por venganza y porque es palestino. Nosotros estamos orgullosos de ser palestinos.”

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