Lado B
Enfermedades uterinas: sesgo e invisibilización
Para muchas mujeres es difícil encontrar un diagnóstico y un tratamiento sobre sus padecimientos uterinos, además, también deben soportar la invisibilización de sus síntomas
Por Valeria Rodríguez @Varona92
19 de septiembre, 2022
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Desde los 15 años, Mariana Padilla* comenzó a tener cólicos menstruales intensos, por decir lo menos. El dolor la hacía vomitar, le dolía la cabeza, su visión era borrosa e incluso llegó a desmayarse. 

Durante casi diez años acudió a distintos consultorios médicos y ginecológicos para tratar de obtener un diagnóstico, pero la respuesta siempre fue la misma: reconocían que su menstruación era irregular, pero desestimaban sus síntomas, incluso sin realizar estudios.

En el caso de Alma, su primera menstruación empezó con dolores muy fuertes y años después un especialista le diagnosticó dismenorrea. Todo el tiempo sufría dolores, aún con medicamentos. “Yo tenía la sospecha de que los primeros dos médicos no me creían mis dolores, porque me revisaban y me cuestionaban mucho, me decían que posiblemente yo tenía una muy baja tolerancia al dolor, lo cual no es así, durante toda mi vida me he dado cuenta que tengo un umbral de dolor muy alto, desarrollé esto al aguantar tanto tiempo mucho dolor,” cuenta.

Los casos de Mariana y Alma no son aislados, existe un sesgo de género en el diagnóstico médico que ha causado que mujeres y personas con útero no reciban tratamientos adecuados, les lleve años encontrar un diagnóstico, o incluso nunca lo tengan.

Este problema se hace más notable cuando se trata de enfermedades uterinas, pues al sesgo se le suma la estigmatización y los prejuicios.

Vivir con dolor y sin tratamiento

A los cuarenta años, Alma desarrolló miomas que ponían en peligro su vida, ya que estaba desangrándose. Los miomas eran muy grandes y estaban desgarrando su útero, por lo cual tuvieron que hacerle una histerectomía. Pese a esto, los médicos que la atendieron aseguraban que no había nada fuera de lo común en su caso.

“Aprendí a vivir con el dolor y me estaba desangrando y pensaba que era normal, pensaba que así era mi cuerpo y aguantaba y llegué en un momento muy grave para mí, incluso yo misma aprendí a minimizar lo que me pasaba (…) y los médicos me dijeron que así era y [que solo necesitaba] tomar medicina para el dolor”, dice Alma

En cuanto a enfermedades uterinas, el sesgo de género se manifiesta tanto en la falta de personal médico especializado, como en el desconocimiento de los síntomas. En entrevista para LADO B, el doctor Ramiro Cabrera, Médico Cirujano con especialidad en Ginecología y Obstetricia y con alta especialidad en Cirugía Ginecológica mínimamente invasiva, habló de los problemas para diagnosticar endometriosis en México.

De acuerdo con Cabrera, quien se especializa en atender a pacientes con endometriosis, cuando una persona sufre de cólicos, ya existe una alta probabilidad de que tenga dicha enfermedad, pero esto pocas veces es diagnosticado. De hecho, el especialista asegura que entre “siete a ocho millones de mujeres padecen endometriosis. La gran mayoría no conoce su diagnóstico”.

Además, el protocolo para diagnosticar dicha enfermedad en México es erróneo porque generalmente se hacen ultrasonidos abdominales mediante los cuales no se pueden detectar células endometriales. “Imagínate, de por sí el estudio no ve muchas cosas, imagínate ver células a través del [ultrasonido]. Es imposible”.

“Por eso van las niñas y dicen: ‘No tiene nada, tiene quistes, está loca, tiene algún problemas’. Y ¿qué crees? Sí tienen”, agrega.

Algo similar le pasó a Mariana, pues “iba, me hacían el ultrasonido, veían que no había nada”. Esto resultaba en que solo recibía dos posibles respuestas: le aseguraban que todo se debía a su sobrepeso y a que no seguía una dieta saludable (aunque Padilla pasó de los 9 a los 19 años siguiendo las dietas de diferentes nutriólogos al pie de la letra y se ejercitaba constantemente); la otra respuesta era que su padecimiento se le quitaría al casarse, pero no le explicaban ni qué enfermedad era, ni por qué esta era la solución. 

Para empeorar las cosas, cuenta que incluso algunos médicos se negaron a realizarle estudios que involucraran el canal vaginal: “había mucho tabú alrededor de esto, como de: ‘ah sí, virginidad, o no ha empezado su vida sexual, no podemos hacerle equis estudios’; cuando para mí era como de: ‘hágalo y ya, lo que se necesite para quitarme este dolor’”.

“La gran mayoría de las pacientes (…) pueden pasar hasta seis a siete años para un diagnóstico. Hay retraso en el diagnóstico de seis a siete años, eso en un país primermundista, en países como el nuestro la pacientes se mueren con endometriosis sin saber que tuvieron”, asegura el doctor Ramiro Cabrera.

La supervivencia 

En entrevista para LADO B, la psicóloga feminista Natalí Hernández explica que la medicina sigue siendo muy machista y patriarcal en ciertos aspectos, y que dichas prácticas “se asientan en una estructura de deficiencia institucional, también hay muy poca disponibilidad de los profesionales médicos para asumir su parte del problema”.

“El paso por los doctores es muy decepcionante, bueno, al menos en mi experiencia porque siento que (…) la mayoría de doctores (…) ahí voy a atreverme a decir que, en su mayoría, los ginecólogos hombres [que no tienen útero], creo que a veces no dimensionan el nivel de un cólico porque quizás sí han tenido cientos de pacientes así, pero nunca han tenido un cólico menstrual”, dice Mariana Padilla.

Tras la falta de un diagnóstico claro  y de pasar por distintos tratamientos, Mariana encontró una ginecóloga que la ayudó a tratar su padecimiento, sin embargo, no siguió con el tratamiento porque la especialista sugirió “una menopausia inducida”, pero Padilla no estaba convencida de los efectos secundarios. “Decidí seguir atendiendo el dolor cuando se me presente y ya», cuenta.

Por su parte, Alma dice que después de su histerectomía se siente feliz, ella sabe que es un tema delicado para muchas, ya que sin el útero piensan que pierden la identidad, pero explica que: “Yo vivo muy feliz porque ya no tengo dolor, ya no me preocupo por eso y estoy tranquila porque llevo un año viviendo sin dolor, hay gente que me ve extraña porque no tengo útero pero yo lo vivo bien y sigo cuidándome con mi doctora”.

*Seudónimo

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Autor Lado B
Valeria Rodríguez
Lic. en Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Me gusta investigar y hablar de diversos temas interesantes.
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