Xime Zapata y María José Palomeque

“Querer es poder” es una frase popular a la que muches recurren para justificar (quizás inconscientemente) la falta de oportunidades igualitarias para todes. Y es que en un mundo patriarcal en donde los salarios entre hombres y mujeres no son igualitarios a pesar de tener mismos perfiles, educación, experiencia, etcétera, decir frases como “quien realmente lo quiere, lo puede” no es más que aludir a la hipocresía, a la falta de empatía y desinformación ante la brecha de género y los techos de cristal. 

El “techo de cristal” es un término acuñado por la activista y escritora estadounidense Marilyn Loden en 1978, el cual hace referencia al conjunto de normas implícitas y las barreras invisibles en los espacios laborales que impiden que una mujer pueda ascender en las escalas jerárquicas dentro de la organización que integra.

Las barreras invisibles a las que el término “techo de cristal” hace referencia son el conjunto de estereotipos, sesgos y prejuicios que se han ido “heredando” de generación en generación y que a veces son tan invisibles que parecen inexistentes. Normalmente existe una dicotomía entre los prejuicios asignados a las mujeres y a los hombres. 

Por ejemplo: ser firme, para un hombre significa que es un líder que sabe “tomar las riendas” de su trabajo, mientras que para una mujer está ligado a una conducta conflictiva que la califica como “histérica”. 

Por otra parte, según estudios realizados por las Naciones Unidas (ONU), las mujeres siguen ganando un 20 por ciento menos que los hombres y ven sus salarios más penalizados cuando pertenecen a minorías étnicas, son migrantes, tienen alguna discapacidad o planean ser mamás. 

Tristemente, el techo de cristal no es un fenómeno que le afecta solo a les adultes, pues este se percibe desde las infancia. Según datos de la OCDE, las niñas comienzan a dudar de sí mismas alrededor de los cinco años, cuestionando su propio potencial y limitando sus sueños, esto resulta en adolescentes que han renunciado a soñar. 

Es imposible negar las marcas que ha dejado la desigualdad de género en la vida de cientos de jóvenes. Hablar de la brecha que existe actualmente en América Latina es reconocer que esto va más allá que un número en un reporte, son historias y personas.

Las niñas dejan de creer que pueden obtener altos cargos, que pueden ser talentosas científicas, artistas, escritoras, doctoras, presidentas etcétera. Le estamos enseñando a las niñas a dudar de sí mismas, a no creerse merecedoras de puestos importantes, de sus propias aspiraciones. 

Se vuelve así un círculo vicioso, en el que al no poder romper los techos de cristal, no vemos la suficiente representación femenina en los espacios laborales, de manera que las niñas continúan vinculando ciertas profesiones u oficios con el género masculino. Tal es el caso de las carreras enfocadas a la ciencia, la investigación y la tecnología. De igual forma, solo 10 de los 196 jefes de gobierno que existen en el mundo son mujeres. 

Mientras múltiples gobiernos insisten en que no es un tema prioritario en la agenda, las cifras muestran una realidad muy diferente. Tan solo en 2019 el Foro Económico Mundial señaló que se necesitarán 202 años para cerrar la actual brecha de género en el lugar de trabajo. Mostrando así que desgraciadamente aún nos queda mucho camino por recorrer.

Reducir el problema a temas de educación y capacidades, es negar la existencia del mismo, debemos entender que el techo de cristal es un tema también cultural y que sí bien aún faltan años para cerrar dicha brecha y romper el techo de cristal, no podemos darnos por vencides y defraudar a las infancias. 

Las niñas necesitan ver a mujeres exitosas siendo exitosas. 

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Bibliografía

ONU. (2021, 11 octubre). La pandemia aumenta la desigualdad entre géneros: en 2021 sólo el 43%. Noticias ONU. https://news.un.org/es/story/2021/07/1494512 

ONU. (2020, 28 enero). Sin «cambios revolucionarios», las mujeres tardarán dos siglos en lograr la igualdad de género. Noticias ONU. https://news.un.org/es/story/2019/03/1452291

*Foto de portada: Tumisu | Pixabay