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Migrar bordes: una vida entre voces
En Migrar bordes, el más reciente libro de José Luis Prado, el autor explora las posibilidades del lenguaje mediante una narración plurivocal, que nos propone armar un rompecabezas a partir de fragmentos
Por Gene Cruz @
07 de diciembre, 2021
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En poco más de cien páginas, Migrar bordes nos cuenta la vida de un paciente tras las puertas de un hospital psiquiátrico, mediante tres voces narrativas que se complementan mutuamente, a pesar de contrastar sus estilos, los cuales exponen juegos con la sintaxis y el vocabulario, mientras nos acercamos o distanciamos del protagonista. 

La obra está creada a partir de textos breves independientes entre sí que, en su conjunto, evocan el funcionamiento de un rompecabezas, a nivel literario. Por tal motivo, José Luis Prado, el autor, considera que este “es un libro que requiere de la cuestión física, sobre todo (…) por la manera en que se despliega”, pues conociendo su estructura, a través del índice, el lector va construyendo el sentido de los diez capítulos y sus respectivos versículos, conforme avanza o retrocede en la lectura, hojeando, dialogando e interactuando con cada una de sus cuartillas.

Múltiples búsquedas 

Podría decirse que la particularidad de Migrar bordes germina de la inmensa curiosidad de Prado. Tal y como compartió con LADO B, el proyecto empezó en el marco de su segunda beca en el Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA), estando él interesado en redactar historias que desarrollaran la idea de la locura de forma metafórica; y más tarde llegando a buscar, a su vez, una experimentación lúdica con el lenguaje. 

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Entre ambas búsquedas, Prado percibió la inquietud de relatar la historia de alguien más, sin conocerlo a fondo (con las dificultades que ello implica) y visualizó “una imagen primigenia” durante el extenso proceso creativo, misma que no sólo le dio un cuerpo más sólido al proyecto, sino que sobrevivió hasta reflejarse, de cierto modo, al concluir la obra: “A veces siento que me desdoblo y me transformo en mariposas, siento mi cuerpo frío, delgado y pequeño, me convierto en un alfiler que ligeramente me atraviesa”.

Esta idea, llevada en palabras a Migrar bordes, pero integrada también en su composición, invita a reflexionar sobre la fragilidad del sentido, su desintegración y reconfiguración, a través de una minuciosidad descriptiva que, en determinados pasajes, consigue crear escenas dolorosas o delicadas: “Parecía el hermano mayor de las mariposas (…) podía notarse en él un cambio de humor. Se le veía flaco, disminuido con rostro ceniciento”.

Así, en el resultado final, alcanzado a inicios de este año, se aprecia una cuidadosa yuxtaposición de variados tipos de escritura: una enarbolada y figurada, una literal, y una casi carente de relaciones inteligibles. Todas ellas, en suma, poco a poco nos presentan principalmente un solo personaje, explorando la noción de la elipsis —una figura retórica que aquí se particulariza por la omisión de información innecesaria—. 

Al respecto, Prado explica que se apoyó en la brevedad como recurso formal; es decir, en su libro encontramos “textos cortos que pueden (…) condensar una historia (…) profunda, (…) larga”, siempre en el intento de averiguar cuánto es viable expresar en contadas líneas y evocando el papel de los seres humanos en la realidad. “Somos (…) microhistorias del mundo, somos parte de algo muchísimo más integral”, puntualiza el escritor poblano. 

Entre silencios y citas

Foto: @pepepradog | Twitter

“No solamente el lenguaje y las palabras, como las conocemos (…), pueden servir para decir (…). Hay otras cosas para comunicarnos como el silencio o (…) el intento del lenguaje”, declara Prado. 

Si el carácter material de Migrar bordes es una cualidad que impacta su disfrute, es precisamente porque se distingue por reunir vacíos, oraciones que no fueron apuntadas y que cada personas lectora debe concebir en respuesta a un convite que le ha sido extendido por Prado, quien aclara cuán rica puede volverse su obra, debido a la aportación que cada una de las personas que la lea le conceda, pues, “desde donde mires y desde donde cuentes se pueden proponer cosas distintas”.  

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Otra de las propuestas más cautivadoras en el libro es el empleo, hasta cierto grado indiscriminado, de citas a otros autores. Respondiendo en la práctica a la interrogante “¿qué pasaría si [a] mi personaje lo único que le queda de la memoria son citas?”, Prado intercaló párrafos forjados por escritores de nacionalidad italiana, cubana y argentina (por nombrar algunas), cuyos vínculos con Migrar bordes —más allá de la hoja sobre la que fueron impresos—, son casi imposibles de esclarecer. Esto lo hizo Prado para manifestar lo disparatado que es que un individuo viva sus días hablando únicamente de literatura.

Por un lado, la ocurrencia provino del ejemplo de Borges, quien, apunta el autor, en su vida cotidiana solía hacer algo similar. Por otro lado, la perspicaz idea, en tanto insta al lector(a) a dar saltos a ciegas entre las citaciones, puede promover que reconozca el sinsentido propiciado por la descontextualización y la arbitrariedad que a menudo nos circunda.

De cualquier modo, las referencias a representantes ilustres de la literatura se observan inclusive en las intrigantes iniciales con que se identifican algunos de los personajes, a lo largo de la trama. Desde Kubo Shunman (poeta y artista japonés activo entre los siglos XVIII y XIX) hasta Franz Kafka y su prometida Felice Bauer, hay una sugerente intertextualidad, siendo la filosofía del absurdo y el existencialismo del escritor checo, los aspectos especialmente homenajeados por su homólogo mexicano. 

“Pondrán en peligro su vida y 

pueden provocar sedación profunda o coma.

(…) es el reflejo del espejo, el espejo es el reflejo del espejo, 

del espejo es el reflejo” 

Migrar bordes

En Migrar bordes no queda claro el perímetro de la ficción, al punto de poder pensarse que está construido por simulacros infinitos. No obstante, espera Prado que las alusiones a fuentes externas inciten la curiosidad de su audiencia y le permita tanto a su obra comunicarse con su medio, como a su público asimilar la lectura. Ello, a manera de un reto que el autor plantea a quien lo lee, puesto que Prado gusta de entablar una conversación interna entre los escritos, sustancialmente los de su propia trayectoria, mediante ecos que descoloquen o inicien cuestionamientos.

El último libro de Prado es casi inagotable. Con cada visita a sus páginas, los márgenes se ven cada vez más restringidos en su capacidad para contener las vastas posibilidades de significado, que las letras entre ellos auguran dispuestas.

Sin tregua en su desvelo por la escritura, José Luis Prado nos confió haber concluido el borrador del que espera sea una publicación de relatos realistas que, enmarcados en la pandemia, fusionen características de dos géneros literarios: la crónica y el cuento. Dada su notable habilidad con la pluma, podemos prever que hará migrar con garbo los bordes de ambos.

 

*Foto de portada: @pepepradog | Twitter

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