El año pasado me puse a revisar una investigación que LADO B y Animal Político publicaron en 2018, en donde se revelaba una red de empresas utilizadas para facturar servicios de los gobiernos morenovallistas. Una de las varias que se usaron durante el periodo en el que el panista Rafael Moreno Valle gobernó el estado por sí o por interpósita persona (Gali, Martha Erika), como dicen los abogados.
Y me puse a revisar y actualizar información porque Sandra Romandía, la actual directora editorial de la revista eme-equis (que vive un segundo aire después de aquella primera época cuando nació comandada por el periodista Ignacio Rodríguez Reyna, Jacinto Rodríguez Munguía y un enorme equipo periodístico), me invitó a participar en la redacción de un libro que sería editado por el Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI).
Un libro que abordaba dos líneas de trabajo interrelacionadas: la investigación periodística y el uso del acceso a la información y la transparencia como herramientas periodísticas. Ah, tenía una tercera característica, serían investigaciones de periodistas locales, con una sola excepción: la de la propia coordinadora editorial.
El trabajo a desarrollar sería una suerte de ensayo, crónica, narración detrás de cámaras de alguna investigación importante, una donde el uso de solicitudes de información fuese una valiosa herramienta de trabajo.
El libro finalmente se presentará mañana jueves en la Feria Internacional del Libro (FIL), en la capital de Jalisco, se llama: Periodismo de investigación en el ámbito local. Transparencia, Acceso a la Información y Libertad de Expresión. El triunvirato que permite a la prensa cumplir con la que desde mi punto de vista es una de sus razones de ser, ser un contrapeso del poder.
La fábrica de Chocolate
Pocas veces se escudriña de una manera tan a profundidad un trabajo periodístico como se está haciendo con la publicación “Sembrando vida y la fábrica de chocolates”, que lanzaron varios medios: Aristegui Noticias, Proceso, eme-equis, entre otros. Y está bien. Las y los periodistas no somos infalibles. Nos preparamos para saber transmitir la noticia y contar los hechos. En el periodismo de investigación incluso desarrollamos metodologías de trabajo, seguimos una serie de pasos para documentar cada afirmación, pero claro que podemos tener errores.
Vamos primero al trabajo que firmaron Sergio Rincón y Tania Gómez (y desde aquí vamos puntualizando: el reportaje no es de Aristegui, no lo hizo Carmen ni su equipo de trabajo, tampoco lo hicieron en la revista Proceso. Los medios sólo aceptaron publicarlo, claro que hay una responsabilidad editorial en eso, sólo quiero dejar en claro porque he leído muchos comentarios sobre “el reportaje de Aristegui”).
Lo que revela es que un empresario de nombre Hugo Chávez Ayala, director técnico del programa Sembrando Vida es cercano a la familia presidencial, los López Beltrán (la primera familia del presidente), dicen el reportaje: “Cuando Chávez Ayala se vinculó al programa estrella del gobierno federal, ya era un jugador relevante en el mercado internacional del cacao, como uno de los principales exportadores de cacao fino de aroma considerado gourmet”. Y que él impulsó la siembra de árboles de cacao en Tabasco.
