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Anticuerpos celestina, la cuarta rama de la inmunoterapia contra el cáncer
No existen en la naturaleza. Se fabrican en el laboratorio para darles el poder de llevar a los linfocitos hasta un tumor y provocar un amor fatal. Aún existen obstáculos en su desarrollo, pero hay todo un escaparate de promesas y ensayos en marcha. Estudios iniciales con ellos abren la puerta a un viejo sueño de la investigación: ver y atacar el motor interior de una célula tumoral
Por Agencia SINC @
12 de diciembre, 2021
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Jesús Méndez

El Premio Nobel de Medicina de 1984 fue a parar a tres investigadores de los anticuerpos, las proteínas más famosas de la pandemia. Dos de ellos, Kohler y Milstein, lo recibieron por desarrollar el hibridoma, una tecnología que permitía fabricarlos de forma generosa y específica. Esa técnica, que fusionaba un linfocito con una célula tumoral inmortal, revolucionó investigaciones, multiplicó las posibilidades de los diagnósticos y abrió la puerta a numerosos tratamientos, como los dirigidos a muchos tipos de cáncer.

Esos anticuerpos son naturales: vienen de seleccionar y amplificar alguno ya existente. Pero ahora las técnicas permiten jugar cada vez más con las formas y, como un mecano de la naturaleza, inventar y añadirles funciones nuevas. Entre ellas, por ejemplo, unirse por su otro extremo a un linfocito T asesino, activarlo y dirigirlo hacia una diana elegida para eliminarla. Por ejemplo, una célula tumoral. Son anticuerpos celestina porque los llevan al tumor y se lo presentan, provocando un amor fatal.

Son una nueva inmunoterapia en la que las investigaciones se acumulan y que muchos ven cerca de eclosionar.

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Fuerza y sensibilidad

En realidad, a estos anticuerpos artificiales se les llama biespecíficos, porque se unen a dos objetivos en lugar de a uno solo, como hacen los naturales. Y, como estimulan a nuestras propias defensas, “se pueden considerar sin ninguna duda una forma de inmunoterapia”, asegura Luis Álvarez Vallina, jefe de la Unidad de Inmunoterapia del Cáncer del Hospital 12 de Octubre, en Madrid.

Las tres ramas clásicas de la inmunoterapia contra el cáncer son los medicamentos que liberan los frenos de las defensas, las vacunas y las células CAR-T, que se modifican en el laboratorio para atacar al tumor. Los anticuerpos tradicionales actúan muchas veces sin relacionarse con nuestras defensas, por lo que no siempre pueden considerarse como tal. Como los celestina sí lo hacen, se les puede asignar la cuarta rama.

“El concepto es buenísimo”, afirma Josep Tabernero, jefe del Departamento de Oncología del Hospital Vall d´Hebron, en Barcelona, y ex­presidente de la Sociedad Europea de Oncología Médica. Aúna la sensibilidad de los anticuerpos con la fuerza de los linfocitos T, “pero existen una serie de obstáculos que hay que superar”.

Si atendemos al número de ensayos clínicos en marcha y a las previsiones de los mercados, se diría que hay confianza en conseguirlo.

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Las grandes farmacéuticas están en ello

El concepto puede ser bueno, pero no es del todo nuevo, y muchos ensayos han fracasado por el camino. Ahora mismo apenas hay tres productos de este tipo aprobados, y solo uno de ellos es sobre los anticuerpos celestina contra el cáncer, concretamente contra un tipo de leucemia que no responde o que ha dejado de responder a otros tratamientos. Los otros dos sirven contra un subtipo muy particular de cáncer de pulmón y para tratar la hemofilia A, pero no se unen a otras células de defensa, sino que aprovechan su capacidad de unirse a dos dianas diferentes para bloquear el tumor o para enlazar dos factores de la coagulación.

“El principal problema que hemos encontrado ha sido la toxicidad”, reconoce Tabernero. “De alguna manera funcionan echando gasolina a un fuego que en principio es pequeño”, visualiza Vallina, “pero la respuesta puede ser demasiado potente”. Si se despierta pero no se controla a ese león dormido puede terminar originando una tormenta de citoquinas muy similar a la que se produce en los casos más graves de covid y que en ocasiones es difícil de controlar.

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A pesar de ello, en este momento hay unos 150 ensayos clínicos en curso para probar más de 100 tipos diferentes de estos anticuerpos —muchos de tipo celestina— contra los más variados tipos de tumores. Y una búsqueda rápida en las noticias de Google da como resultado todo un escaparate de promesas de mercado, inversiones millonarias y ganancias esperadas. Las terapias se mezclan en las páginas salmón y, si las apuestas orientan sobre los resultados, llama la atención que “todas las grandes farmacéuticas están en ello”, afirma Vallina. “El conocimiento de la biología ha ido mejorando y, con ello, las expectativas”.

 

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*Ilustración de portada: Los anticuerpos celestina llevan a un linfocito T asesino hacia el tumor y se lo presentan. / Wearbeard

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