Lado B
Esto también pudo ser un feminicidio
La agresión física contra Génesis, una adolescente de 16 años, a manos de otra mujer, expone el peligro “de una sociedad que nos obliga a la rivalidad femenina y nos lleva a prácticas de reproducción del machismo contra nosotras mismas”; el caso, además, sigue impune
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
04 de julio, 2021
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“A ella la ayudaron, por eso sigue aquí”, dice Abigail Concepción. El 21 de mayo su hija Génesis, de 16 años, fue atacada dentro del negocio donde trabajaba. Una mujer intentó cerrar la cortina del local mientras la menor era golpeada. Ni Abigail ni Génesis quieren pensar qué hubiera pasado si efectivamente se hubiera quedado encerrada allí, sin testigos. 

“Imagínate, estarías pasando por lo mismo que estás pasando ahorita, papeleo tras papeleo, pero sin tu hija. Han pasado muchos casos así”. La señora Abigail Concepción repite las palabras que una abogada le dijo después de denunciar las agresiones que sufrió su hija a manos de su ex jefe, Eduardo; la esposa de este, Wendy “N”, y otras dos mujeres

Desde el día de la golpiza, cuando Génesis fue atacada, Abigail Concepción no ha pasado ni un solo día sin peregrinar en la Fiscalía y con los agentes del Ministerio Público, investigando por su cuenta, gastando su tiempo y dinero, pero hasta la fecha todas las partes que deberían atenderla la han ignorado. 

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Si, el día de la agresión, el cliente que se encontraba en el local donde trabajaba Génesis no hubiera estado presente y defendido a la adolescente, esto pudo haber sido un feminicidio. Y si bien el ataque fue a manos de mujeres, este ocurrió en un contexto de violencia machista y patriarcal que va más allá de la identidad sexogenérica de las personas agresoras.

En palabras de la activista Natalí Hernández de Cafis AC, tanto Génesis como Wendy “N”, esposa del ex jefe de la adolescente, son víctimas “de una sociedad que nos obliga a la rivalidad femenina y nos lleva a prácticas de reproducción del machismo contra nosotras mismas”.

El ataque

Génesis trabajaba en un local cerca de la 11 sur. Eduardo, su ex jefe, comenzó a acosarla enviándole mensajes (de los que hay pruebas) en los que le pedía tener una relación sexual. Ella siempre lo rechazó e incluso mostraba los mensajes a la esposa de él, Wendy, para que no hubiera malos entendidos, pero dejó de enviarle las pruebas porque creyó que ya tenía mucha información y todo estaba tranquilo, hasta que ocurrió el ataque el 21 de mayo.

Ese día, mientras Génesis atendía a un cliente, Wendy “N” de alrededor de 25 años, y otras dos mujeres: su tía de cerca de 40 años y otra mujer de 30, entraron al local, la sometieron, golpearon y patearon en rostro y cuerpo, rompieron sus lentes y su teléfono. Eduardo también estaba presente.

Quien intervino para que el ataque no escalara fue un cliente, a quien el grupo de personas también amenazó, anotando las placas de su carro y gritándole groserías. 

Este ataque, aunque fue a manos de mujeres, responde al contexto de violencia machista que se vive en Puebla, estado que tiene activa la Alerta de Violencia de Género para las Mujeres (AVGM) desde 2019 y que está, al menos hasta mayo de 2021, entre los primeros 10 lugares de feminicidios, trata de personas y violaciones sexuales.

Natali Hernández detalló que este caso se llevó a cabo primero desde la desventaja de que Génesis es menor de edad; en segundo, por la relación de subordinación laboral con respecto al jefe y su esposa; y, finalmente, la cuestión más alarmante es que Wendy y las otras mujeres depositaron en Génesis la responsabilidad de la violencia y el acoso que Eduardo ejercía contra ella.

Esto también puedo ser un feminicidio: la violencia machista tiene muchas formas

Foto: Alex Green | Pexels

“El efecto es complejo porque las mujeres que violentan a la adolescente están ejecutando sobre ella el mensaje de que es ella la culpable de la violencia que vivió por parte de su agresor, perpetuando de esta forma la idea de que los hombres que acosan no son  responsables de absolutamente nada (es decir, de su conducta violenta) y nuevamente se utiliza como responsable a la víctima. Esto es lo que llamamos revictimización”, dijo Natali.

Cuando Génesis logró salir del negocio y llegó a casa de uno de sus familiares, su mamá inmediatamente la llevó a interponer una denuncia, pero en la sede de la Fiscalía General del Estado le dijeron que ahí no la podían recibir, y tuvo que denunciar en la agencia del Ministerio Público de La Popular.

Madre e hija fueron después a la Cruz Roja y a un hospital privado, donde no fueron atendidas, y finalmente al Hospital General del Sur, donde accedieron a recibir a Génesis, quien tuvo daño en las vértebras y columna, numerosos moretones y tuvo que usar un collarín ortopédico durante tres semanas. 

En la Fiscalía desestimaron las lesiones de Génesis; su mamá dice que el agente ministerial dijo semanas después de la agresión que no procedería el delito porque sus lesiones ya no eran visibles 15 días después, y no pusieron en riesgo su vida. 

“Le dije, ‘¿entonces qué tengo que hacer, tengo que traerla casi muerta?’ ‘Pues desgraciadamente así es señora’, me dijeron”, contó Abigail Concepción en entrevista.

La mamá de la adolescente dijo a LADO B que el abogado particular de los agresores la contactó, ofreciéndole una suma de dinero y una disculpa pública, pero sin acceder a que se hiciera ante el Ministerio Público, sino resolver el conflicto por fuera.

Existen dos carpetas de investigación abiertas por este caso, la primera es la que se abrió en el MP de la Popular y otra que se abrió posteriormente en la agencia especializada en delitos sexuales.

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Concepción ha documentado numerosos atropellos por parte de la Fiscalía, como que a la fecha no han podido ver los videos de seguridad de la plaza donde está el local, porque el recinto se niega (de acuerdo con el agente ministerial) a entregarlas. 

Asimismo, Natalí Hernández considera que los diferentes niveles de corporación de justicia también tienen la obligación incorporar la perspectiva de género en sus capacitaciones y en su quehacer institucional, pues desde 2016 la SCJN emitió un criterio que obliga a las personas juzgadoras a contar con herramientas para hacer un análisis y resolver la impartición de justicia desde esta perspectiva.

De acuerdo con Hernández, la perspectiva de género «implica también que desde del sistema de justicia se ponga particular ojo a las relaciones asimétricas de poder y las situaciones estructurales de desigualdad que enfrentan las víctimas con respecto de sus agresores o sus agresoras. Y por supuesto implica que las sentencias y que la justicia ponga particular foco en los estereotipos, en la discriminación de genero que se puede estar produciendo y en cómo esta normativa puede estar reproduciendo esta discriminación por género o por otras circunstancias».

Actualmente, Génesis cuenta con una medida precautoria (similar a una orden de restricción, que permite a la víctima llamar de inmediato a una patrulla si su potencial agresor o agresora se acercan), sin embargo todavía no puede recuperar su vida normal, pues tiene miedo de salir a la calle. Es su mamá quien ha tenido que hacer todo: presentarse diario, desde el día del ataque, a la Fiscalía y a dos agencias del Ministerio Público, ha llevado y traído papeles, interpuesto denuncias, entregado pruebas y dado información para acreditar las agresiones físicas, así como las amenazas que sufrió su hija a manos de su ex patrón y su esposa. 

Sin embargo, el aparato de justicia no se ha movido pese a las dos CDI, además de una queja ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, interpuesta por los malos tratos y omisiones de los agentes del Ministerio Público encargados del caso. No hay ninguna persona detenida, ninguna orden de presentación, ningún avance.

La violencia machista viene de muchas formas

Esto también pudo ser un feminicidio: la violencia machista tiene muchas formas

Foto: M. | Unsplash

Ana Gamboa, del Observatorio de Violencia Social y de Género de la Ciudad de Puebla (OVSG​–Puebla) del Idhie, quien dijo a LADO B que la estructura patriarcal determina cómo tienen que ser la feminidad y la masculinidad, dictando que la hombría se exprese también en que los hombres tengan varias mujeres y a partir de ello ejerzan dominio y control mediante distintos mecanismos, implícitos o explícitos.

La psicóloga Natali Hernández Arias explicó en entrevista para LADO B que si bien la violencia entre mujeres existe, es importante recordar que vivimos en un contexto predominantemente machista y patriarcal.

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En esto coincidió también Gamboa, quien mencionó que una trampa del patriarcado es hacernos creer que las mujeres somos enemigas entre nosotras, buscando que no hagamos alianzas ni tejamos redes de apoyo, y nos veamos siempre en relación con los hombres “porque ellos son los que nos dan poder, visibilidad y, desafortunadamente, pareciera que también identidad”.

La investigadora del Idhie dijo que es importante que se trabajen tanto las masculinidades tóxicas como el reflexionar cómo, al estar educadas en una cultura patriarcal, las mujeres reproducimos esas desigualdades entre nosotras mismas.

 

*Foto de portada: Rae Angela | Unsplash

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Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
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