El Tianguis Alternativo de Puebla (TAP) nace del deseo de jóvenes estudiantes universitarios de articularse para consumir directamente de productores locales y de productores agroecológicos. Tras un foro realizado con el apoyo de la Universidad Iberoamericana en 2006, donde participaron diversos productores locales, surgió la propuesta concreta del tianguis.
El 21 de julio de 2007, se realizó el primer día de plaza del Tianguis Alternativo de Puebla en la laguna de San Baltazar, Puebla, con solo tres grupos de productores, una docena de consumidores y un taller.
Si bien en un inicio su propósito era meramente mercantil y de acompañamiento a productores para llevar a cabo prácticas más agroecológicas, hoy ha evolucionado hasta convertirse en un espacio donde se encuentran muchas otras luchas más allá de la ambiental y sustentable.
Para Valeria de León, integrante del TAP, el Tianguis representa resistencia y encuentro y comenta: “ahí vi la posibilidad de reforzar y abrir espacio para otros actores y otras luchas que no fueran diálogos únicamente productor con productor sino [sobre] cómo traemos a estas personas que resisten de distintas maneras”.
Y no termina ahí.
Aun durante la pandemia, cuando otros espacios tuvieron que cerrar, el TAP pudo mantenerse abierto y ofreció un espacio de encuentro, de reflexión y sobre todo de contención emocional tanto para productores como para consumidores. “Creo que ha sido un espacio de cuidado y un espacio donde se reproduce la vida, donde se sostiene, desde los alimentos, sí, pero también desde las relaciones que están ahí porque ya es una comunidad”, agregó de León.
El Tianguis Alternativo, junto con otros espacios similares (mercaditos, cooperativas de consumo, redes de productores organizados), forma parte de las Redes Alimentarias Alternativas, una “red de redes” que busca juntar y articular proyectos con principios sociales, ambientales, culturales, políticos y económicos en común, con el objetivo de compartir saberes y replicar sus modelos de producción y consumo sostenible y responsable en todo el país.
“Desde las redes sí se ve el consumo como un acto político que tiene impacto, y estamos buscando articularnos para visibilizar el movimiento y el trabajo que se hace desde los espacios y también para ver cómo construir y aprender juntas y juntos”, comentó de León.
Además, según informó De León, el gobierno sigue apostando y viendo por la producción agroindustrial y apenas está viendo por el plan de transición agroecológico, por lo que articularse mediante redes es también una de las herramientas más efectivas para mantenerse visibles ante las autoridades y “tener una mayor incidencia para que se nos vea en cuanto a políticas públicas”.
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Formar parte de las redes y articularse como movimiento ayuda a mantener visibles estas problemáticas y a ofrecer alternativas como el Tianguis. Particularmente porque, de acuerdo con de León, la producción agroindustrial —mediante prácticas como el monocultivo y la cosecha masiva fuera de temporalidades— no solo dañan la tierra y ocasionan desertificación, sino que también impiden que quienes producen (familias enteras que dependen de ese trabajo) tengan suficiente para mantenerse.
Y agregó: “algo que se da en este tipo de producciones agroecológicas es la biodiversidad, aquí no se dan monocultivos en donde lo que importa es producir mucha cantidad de una misma especie, sino que producir diversidad de especies en un terreno incluso termina siendo más beneficioso y más productivo. [Antes de los monocultivos] los campesinos sí podían alimentarse de lo que producían porque producían una variedad de cosas y ahora ya no porque solo tienen un maíz, un frijol o amaranto”.
Para el TAP es importante recalcar que no se trata de satanizar o juzgar el consumo en otros espacios, pero sí es una invitación abierta a replantear el cuestionamiento y la percepción, cambiar la pregunta de “¿por qué es ‘más caro’ comprar orgánico?” a “¿por qué es tan barato en otros lados?” Llámese miscelánea, central, mercado, etcétera.
Percepción que, de acuerdo con De León y los integrantes del TAP, es incorrecta, pues si bien es cierto que los productos más desarrollados (crema de avellana, artículos de cuidado personal, etcétera) tienen un costo más elevado, lo que viene siendo frutas y verduras se pagan a un precio justo.
“El 80 por ciento de las cosas que se ofrecen son alimentos; de esos, los alimentos frescos como hortalizas, frutas y verduras son accesibles, y los alimentos procesados o productos elaborados de forma artesanal sí tienen un precio más elevado porque no se producen de forma industrial”, comentó De León.
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El tianguis también cuenta con un Comité de Certificación Participativa y es algo que lo distingue de otros tianguis o mercados, ya que es el Comité el que hace la labor de acompañar y cerciorarse de que los alimentos efectivamente sean de quien dice producirlos y que en sus prácticas productivas no pongan químicos, sean a producción limpia, principalmente biodiversa.
La mayoría de quienes participan son personas que producen en el modelo de agricultura familiar. Son grupos de familias o alguien que gestiona a otras familias para producir juntas. Hay protocolos de transparencia tanto para gestionar a los productores como al producto, para garantizar que cumpla con los requisitos establecidos desde el Comité, y el hecho de conocerlos directamente sí permite evitar que sucedan situaciones de explotación laboral.
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El Tianguis Alternativo de Puebla abre cada sábado de 10 de la mañana a 3 de la tarde, puedes consultar su página aquí.
*Foto de portada: Marlene Martínez