Lado B
La pandemia, una oportunidad para cerrar la brecha de género en la ciencia
Especialistas e instituciones de todo el planeta evalúan posibles soluciones para mitigar el impacto del COVID en la carrera de las científicas, y proponen transformarla en una oportunidad de alcanzar una equidad real
Por Agencia SINC @
11 de febrero, 2021
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Cristina Sáez

Los efectos del confinamiento al inicio de la pandemia no tardaron en notarse en el Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, uno de los institutos más avanzados y combativos en España en políticas de igualdad de género en el ámbito de la ciencia. Entre otros, cuenta con un programa para contratar investigadoras jóvenes de alto nivel, que conforman casi el 50 % de la plantilla y que suelen tener hijos pequeños. Quizás por eso, de forma más aguda que en otros casos, cuando comenzó el encierro empezaron a constatar que muchas de sus científicas tenían verdaderas dificultades para continuar con su trabajo.

“Se puede teletrabajar en situaciones como la mía, que no tengo que ocuparme de nadie y estoy en casa, tranquila, sin ruidos, y me puedo concentrar”, considera Isabelle Vernos, investigadora Icrea al frente de la comisión de igualdad de género en el CRG. “Pero en casos en los que hay niñas y niños, y sobre todo cuando son pequeños, es muy, muy complicado, porque no tienes ni un segundo y el rato que te queda cuando se van a dormir estás agotada, con el cerebro vacío. ¿Cómo vas a escribir un artículo así? Por más que te turnes con la pareja, tienes poco tiempo de calidad”, señala esta bióloga a SINC.

Roni Wright, investigadora posdoctoral de este centro, asiente con vehemencia. Con tres hijos pequeños, antes de la pandemia ya hacía verdaderos malabares entre hacer experimentos, solicitar becas, coordinar al equipo, preparar manuscritos, investigar, dar clases en la universidad y la crianza.

“Una locura, pero lo hacía como tantos otros investigadores, y funcionaba”, explica Wright, quien confiesa que cuando se decretó el confinamiento total en marzo de 2020 “era optimista y pensaba que, al no tener que ir al laboratorio, tendría más tiempo para escribir y también para disfrutar en familia. ¡Qué naif fui!”.

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En una conferencia online celebrada en septiembre e impulsada por el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) en Barcelona, esta investigadora escocesa relató cómo durante meses tuvo que trabajar en la cocina, con su portátil, “con tres niños que me interrumpían continuamente porque tenían hambre, estaban aburridos, se peleaban o tenían que hacer deberes del colegio que no entendían. Era imposible concentrarse así. Por la noche, cuando se iban a dormir, estaba totalmente exhausta”.

Y no era la única. Al poco se vio intercambiándose correos y mensajes con otras investigadoras en su misma situación, que sufrían altos niveles de estrés y ansiedad.

Si cuidan más, publican menos

Aunque el hecho de tener que teletrabajar con hijas, hijos o personas dependientes en casa afecta tanto a hombres como a mujeres que se encargan de los cuidados, las cifras constatan que siguen siendo ellas quienes se suelen llevar la peor parte, un hecho que se ha agudizado durante la pandemia y que está reforzando la brecha de género en ciencia e investigación.

“Es la misma tormenta, pero con barcas distintas”, considera Wright en referencia a la experiencia de hombres y mujeres y parafraseando un poema del escritor británico Damian Barr. Y “la forma en que experimentamos esta pandemia, en que capeamos con ella y cómo saldremos de ella será muy distinta en función de la barca en la que estemos”, remacha.

Los estudios realizados a lo largo de 2020 sobre el impacto del COVID en la carrera investigadora de las mujeres han alertado de que ellas han escrito de forma significativa menos artículos científicos que ellos y que el motivo principal son los cuidados, de los que siguen haciéndose cargo de forma mayoritaria. Que publiquen menos es grave, porque implica que están pudiendo investigar menos.

Y como la manera de evaluar a los científicos sigue siendo a través de qué publican y dónde lo publican, que ellas se queden rezagadas en publicaciones hará que accedan a menos ayudas financieras o becas, y que también sean promocionadas menos.

Por si fuera poco, sus voces no se oirán, lo que repercutirá sobremanera en la calidad de la ciencia. “Necesitamos representación de la diversidad en los equipos de ciencia y en la investigación que se lleva a cabo, porque nuestras sociedades son diversas. Si no, el riesgo es dejar de lado dimensiones”, advierte Sabine Oertelt-Prigione, catedrática de Género en Medicina de la Universidad holandesa de Radboud.

Estrategias para minimizar el impacto

Ante esa situación, centros de investigación y universidades de todo el planeta se han puesto manos a la obra para intentar corregir y mitigar el impacto del COVID.

“En el CRG habíamos sido muy activos en trabajar para proporcionar igualdad o ayudar en casos de dificultad antes de la crisis, por tanto no íbamos a quedarnos de brazos cruzados con la pandemia”, afirma Vernos, que explica que desde la Comisión de Igualdad de Género de ese centro se creó un equipo de trabajo especial, una task force, que revisaba cada caso y trataba de buscar las mejores soluciones posibles.

En líneas generales, decidieron flexibilizar por completo los horarios y revisar los objetivos de cada grupo para hacerlos más realistas y acordes con la situación personal de cada investigadora o investigador.

Crearon una red de apoyo mutuo para las familias, a través de las que podían comunicarse, intercambiar información y recursos —como qué campamentos de verano había o propuestas para compartir canguro por horas—, una especie de tribu-CRG.

 

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*Foto de portada: La investigadora Núria Montserrat, del Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC), con su equipo. En pleno confinamiento, sus minirriñones sirvieron para probar un fármaco que impide la infección del SARS-CoV-2/ Foto: Agencia SINC

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