Antes de que comenzara la Jornada Nacional de Sana Distancia el 23 de marzo, Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, decidió imponer su propia mini-jornada local de aislamiento el día 20 de marzo para “evitar el escenario de la cuarentena obligatoria”. Este es un ejemplo de la epidemiología intuitiva, concepto que nos puede ayudar a entender la percepción pública del riesgo en el contexto de la pandemia de COVID-19 en México.
La epidemiología intuitiva es el conjunto de ideas, percepciones y creencias que podemos generar alrededor del manejo de enfermedades infecciosas. Estas ideas no necesariamente están fundamentadas en la evidencia científica y las propias autoridades pueden tomar decisiones desde esta perspectiva distorsionada.
Alfaro tomó esa decisión sin progresión exponencial de contagios, uno de los principales indicadores de que la pandemia comienza a avanzar rápidamente. Sin embargo, en ese momento prácticamente nadie criticó la decisión ¿Por qué? El concepto de toxicología intuitiva nos puede ayudar a entender este proceso.
Revisemos el concepto original: la toxicología intuitiva. En 1994, Paul Slovic, psicólogo-investigador de la Universidad de Michigan, publicó un artículo en el que compara las creencias de toxicólogos profesionales con las de personas sin ningún conocimiento especial en esta materia. El resultado: las personas no-expertas tienen una percepción del riesgo mucho mayor que las personas expertas respecto a sustancias químicas con las que podemos convivir cotidianamente (con excepción del cigarro), como la energía nuclear, los rayos x o las vacunas.
Esto lo llevó a formular la idea de la toxicología intuitiva como conjunto de creencias que las personas generan a partir de su conocimiento particular sobre el daño que pueden causarles sustancias extrañas, pero que no necesariamente coincide con la realidad o la evidencia científica disponible al respecto.
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En 2006, Cass Sustein, abogado-investigador de Harvard, retomaría el concepto para hablar de la evaluación del riesgo diciendo que la toxicología intuitiva es una especie de “atajo mental” que las personas usan para sentirse seguras y prevenir riesgos, pero que pueden resultar en temores insoportables e irracionales o incluso en acciones contraproducentes, algo que agentes empresariales explotan en su beneficio. Un ejemplo de lo anterior podrían ser los diferentes productos de limpieza y desinfección doméstica que hacen básicamente lo mismo que el cloro regular.
En otras palabras, nuestra ignorancia nos puede llevar a tomar malas decisiones, desestimar riesgos reales, maximizar riesgos irreales; eso dificulta la comunicación pública del riesgo, ya que las personas pueden generar sus propias ideas y prácticas que no necesariamente coinciden con lo que las autoridades buscan fomentar.
A grandes rasgos, podemos decir que la epidemiología intuitiva puede resumirse en las siguientes ideas:
También podemos enlistar algunas ideas de la virología o infectología intuitivas:
Nótese que no se hace aquí una discusión técnica o médico-científica sobre cada punto, pero claramente todos y todas podemos generar una idea o aproximación intuitiva a cada uno de ellos dependiendo de la información que tengamos disponible; de nuestro contexto educativo, cultural o experiencia personal y esa percepción no necesariamente refleja la evidencia científica o datos corroborados disponibles por la comunidad médico-científica.
Esto genera un escenario de incertidumbre que puede afectar a todas las personas, incluyendo aquellas en posiciones de poder: como gobernadores o legisladores.
Volviendo al tema de la jornada local de aislamiento en Jalisco, Alfaro tomó esa decisión sin progresión exponencial de contagios (que sucedió entre los días 22-24 de abril, según los datos abiertos del portal de la Secretaría de Salud federal), uno de los principales indicadores de que la pandemia ingresa en etapa de transmisión comunitaria y cuando más efectivas son las medidas de mitigación, como el aislamiento social generalizado. La efectividad de la medida anticipada es cuestionable, pues estados como Veracruz o Puebla (con cantidad de población similar) han tenido curvas epidémicas muy parecidas sin haber realizado este tipo de acciones:
Enrique Alfaro ha sido férreo defensor de acciones controversiales ligadas a lo que podemos llamar epidemiología intuitiva: aislamiento riguroso, uso obligatorio de cubrebocas, aplicación masiva de pruebas y la utilización de la fuerza pública para hacer cumplir todo lo anterior. Siempre haciendo contrapunto con el subsecretario de prevención y promoción de la salud, Hugo López-Gatell, y el gobierno federal, pero desde un punto de vista casi exclusivamente político y no técnico.
Alfaro ha sido el gobernador más notorio en todo lo que a reportes negativos sobre el manejo de la pandemia se refiere, pero no es el único. Estados como Yucatán, gobernado por Mauricio Vila, también usaron a la fuerza pública para mantener a la población confinada, aunque de manera más sutil; además, hay ejemplos contrarios como Miguel Barbosa en Puebla, quien ignoró por mucho tiempo la pandemia e incluso recomendó un caldo picoso para curar la infección. Ambos casos de gobernantes de estados con alta incidencia de casos de COVID-19 por cada 100 mil habitantes de acuerdo con datos del portal del gobierno federal.
Somos los ciudadanos y ciudadanas los que quedamos entre el discurso mediado políticamente y el conocimiento científicamente validado sobre el comportamiento de la pandemia, sobre el proceso de infección y sobre las acciones que hay que tomar a nivel personal-gubernamental al respecto. El conocimiento experto, los datos y las recomendaciones están ahí y es importante que los conozcamos más allá de lo que los agentes políticos quieren destacar o utilizar en sus discursos.
Referencias
EL PEPO