Esmeralda, Fredy y Aaron no se conocen, pero comparten una historia en común: el retorno forzado desde los Estados Unidos, donde dejaron familia, amigos y sueños abruptamente detenidos por un sistema migratorio fracturado. De esto habla el corto-documental Los Otros, co-dirigido por Monica Pendergrass y Eric Baldetti.
Como parte de un cine debate virtual organizado por Otros Dreams en Acción (ODA) y Poch@ House el 24 de julio, los realizadores y una de las protagonistas hablaron sobre sus motivaciones, el proceso de filmación y en el caso de Esmeralda, de cómo ha cambiado su vida desde su regreso a México, hace más de nueve años.
Los otros es, en ese sentido, apenas un vistazo a las más de 230 mil historias de deportación y retorno forzado de mexicanos que acontecen anualmente desde Estados Unidos; historias de vida que a decir de los directores, pocas veces se cuentan a través del cine.
La primera historia que conocemos en el corto-documental es la de Fredy, quien tenía escasos 17 años cuando decidió cruzar la frontera. Era la aventura de su vida, relata: “Algunas personas, no sé, se avientan a un lago para nadar o hacen alguna otra cosa [igualmente osada]. Yo crucé la frontera”.
Fredy tenía 14 años de estar viviendo del otro lado, de vestir, hablar, pensar y expresarse como estadounidense, pero le bastaría una infracción de tránsito para que sus estudios, su trabajo, su casa, su coche, su familia y amigos, se convirtieran en un lejano e imposible recuerdo. “Cuando estaba encerrado, en la celda, fue como si esa burbuja o ese sueño que tienes, desapareciera […] y fuera de esa burbuja está tu realidad: que estás viviendo en Estados Unidos ilegalmente”.
Poco más de cinco meses habían pasado, al momento de ofrecer su testimonio para las cámaras, desde la última vez que pudo ver a sus hijos; el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), que lo identificó como indocumentado al presentarse ante la corte por la infracción de tránsito, no le permitió siquiera despedirse antes de ser deportado.
También puedes leer: A un año del acuerdo migratorio México-EEUU, la crisis es más grave
La segunda historia en Los Otros es la de Aaron, quien llegó a los Estados Unidos cumpliendo con todos los requisitos administrativos necesarios; su padre trabajaba para el gobierno y tenían una visa por tiempo indefinido.
Con el rostro censurado, para no entorpecer su caso, cuenta que sus problemas actuales comenzaron con la promesa de un reclutador del Cuerpo de Marines —un rama de las Fuerzas Armadas—, quien le dijo que, como recompensa por su servicio, se haría acreedor a la ciudadanía. “Ahí fue cuando dije: ‘ese soy yo’, porque si no eres un ciudadano estadounidense, no estás aquí legalmente”.
Un día, sin mayores explicaciones y sin haberle cumplido dicha promesa, le dijeron que estaba expulsado de la corporación castrense; había sido detenido por un crimen menor. Fue enviado a una prisión federal, en donde permaneció durante un año hasta que se vio orillado a declararse culpable para pelear su caso en libertad, de vuelta en México; su decisión, sin embargo, implicaba dejar a su esposa y a sus hijos en Estados Unidos.
“Quería llorar pero dije ‘no, no voy a llorar’. Me van a deportar pero conseguiré mi libertad”, cuenta Aaron, quien como tantos otros fue reclutado con promesas falsas; de acuerdo con el Departamento de la Defensa, al menos 24 mil personas sin ciudadanía pero con algún permiso de residencia se encontraban en servicio activo en 2012.
Te recomendamos leer: La vulnerabilidad de los migrantes indígenas en Nueva York durante la pandemia
La última historia de Los Otros pertenece a Esmeralda, quien emigró junto con su madre cuando tenía apenas ocho años. En Estados Unidos pasaría sus años formativos más importantes hasta recibirse de la preparatoria con las notas más altas de su generación. Esto le valió el ofrecimiento de una beca de tiempo completo para continuar sus estudios universitarios, sin embargo, el financiamiento estaba condicionado a que arreglara su estatus migratorio.
Le dijeron que regresara a México para acelerar el proceso, pero al igual que Fredy y Aaron, quedaría presa del fracturado sistema migratorio, sin posibilidad inmediata de volver. “Fue mi decisión regresar [a México], pero claro, no sabía lo que traía consigo todo ello. Yo era la típica dreamer [soñadora] con sueños de grandeza”.
La deportación o el retorno forzado, explica el director, cinematógrafo y editor del filme, Eric Baldetti, se asocia generalmente a una idea de inmovilidad, a la conclusión de un proyecto de vida, ya sea que la ordene la autoridad o las circunstancias.
En Los Otros, dijo Baldetti durante el cine debate virtual del 24 de julio, las imágenes en constante movimiento —una marcha, un recorrido en auto, un avión o un pájaro alzando el vuelo—, intentan refutar esa premisa, de que los migrantes deportados o retornados se quedan postrados ante una realidad que les excede. Incluso la historia de Fredy, cargada de un fuerte sentimiento de resignación por su retorno, fluye con el movimiento de cámara.
“Las fronteras por naturaleza no existen. Somos nosotros, en este mundo moderno, los que creamos muchas de estas fronteras […] es tan absurdo que estas personas no puedan tomar un avión para regresar [a los Estados Unidos] y ver sus hijos; es tan fácil y aún así, creamos todas estas leyes que se los prohíben”.
Las historias de Aaron y Esmeralda, por otro lado, se complementan con una cuidada selección narrativa del día después, es decir, de lo que pasa una vez que los migrantes deportados o retornados empiezan una nueva vida en este país, de forma permanente o a la espera de una segunda oportunidad para volver a los Estados Unidos.
Tras tener contacto cercano con un caso de feminicidio que le hizo pensar en el futuro de shija, Aaron comenzó a ofrecer clases de defensa personal a mujeres en la Ciudad de México, recuperando algo de lo que le habían enseñado durante sus años como marine.
Esmeralda, por su parte, se sobrepuso a la depresión inicial que le causó dejar toda una vida del otro lado para concluir sus estudios como abogada en la UNAM, involucrándose en temas de derechos humanos en una organización que acompaña casos de deportación y retorno forzado.
Tal vez de interese leer: “¡Los llevan o los quemamos!: el dramático retorno de los migrantes a sus comunidades
Dejar constancia de estas transformaciones e incluso cerrar el filme con un mensaje empoderamiento más que de desesperanza, fue una decisión consciente, afirma la directora y productora Monica Pedergrass, pues no sólo se hicieron varios cortes a la película para saber cuál de todos funcionaba mejor narrativamente, sino que se involucró a los protagonistas para saber lo que pensaban respecto de la forma en que estaban siendo contadas sus vidas.
“Para mí era muy importante [hacerlo de esta manera], y tendría que ser igual de importante en todos los documentales, porque si bien puedes recoger [en video] la historia de una persona, la forma en la que la editas puede llevarte a muchos lugares [que no siempre respetan la voluntad de los protagonistas]”.
En el cine debate virtual que sirvió como ventana de exhibición para el corto-documental en medio de la pandemia, Esmeralda, quien también es coordinadora de Otros Dreams en Acción (ODA), reconoció que aunque pudo sobreponerse a ese primer golpe de no volver a Estados Unidos, eso no significa que todas las heridas hayan sanado o que su proceso haya terminado.
“Todo lo que se dice es verdad, pero no deja de ser doloroso el pasado […] El hecho de que ahí acabe el documental [con su historia de activismo], no quiere decir que ahí acabe mi vida ni mi proceso como persona retornada”.
Cuando se filmó la película acababa de conocer a la organización y de saber que existía una comunidad de retornados a la que podía pertenecer:
“Ya no sólo [pertenezco] a mi familia de derechos humanos, a mis amigas, sino a esta identidad de pocho, de ser de aquí y de allá […] de ser [parte de] una familia de outcasts (desterrados)”.
La visibilidad que tienen ahora este tipo de historias, refiere Esmeralda, se debe en parte al trabajo comunitario de las personas retornadas, quienes a partir del reconocimiento mutuo de un pasado abrupto, han redefinido conceptos como territorio y familia. “Somos una comunidad que ha creado su propio territorio y su propia manera de pertenecer a un lugar en donde antes, no éramos bienvenidas”.
*Foto de portada: https://www.losotrosfilm.com/