Fiebre, cansancio, tos seca y dolor de garganta son algunos de los síntomas que presentan las personas contagiadas por COVID-19. Sin embargo, también son los síntomas que presentaría alguien con tos, bronquitis o neumonía, es por eso que, aunque actualmente no exista una cura contra el nuevo coronavirus, sí existen pruebas que permiten identificarlo.
Las pruebas PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa, por sus siglas en inglés) son las que se realizan en los laboratorios públicos y privados autorizados por el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (InDre) para detectar la presencia del virus SARS-CoV-2, causante de COVID-19.
Sin embargo, una muy reciente investigación realizada por la doctora Lilia Cedillo, directora del Centro de Detección Biomolecular de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), ha corroborado que las pruebas por PCR para la detección de COVID-19 tienen un margen de error que da lugar a falsos negativos.
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“El fundamento de las pruebas de PCR es extraer el RNA de la muestra sospechosa”, dijo la doctora Cedillo. Esto quiere decir, básicamente, que el RNA (el ácido que transporta la información al ADN) presente en la saliva que se toma como muestra, es el que permite saber si se es portador del virus o no, y la prueba consiste en comparar esa muestra con el RNA del virus.
“Es como cuando uno se sube el cierre. Si no coinciden exactamente los dos pedazos iniciales del cierre, no va a subir, o va a subir chueco, así funcionan las pruebas”. explica la doctora. “En la prueba se colocan unos iniciadores que son como el inicio del cierre, estos corresponden al pedazo del RNA que tiene el virus”.
En otras palabras, los iniciadores (que son la cepa aislada que caracteriza al virus y nuestra muestra de RNA), son introducidos en una máquina que los amplía y desata una reacción en cadena, que sólo resulta posible si en nuestra muestra existen rastros de SARS-CoV-2.
Si el iniciador se pega con las moléculas del RNA infectado -si el cierre sí sube- las máquinas de análisis las multiplican. “Lo que pasa después es como si sacáramos fotocopias de este pedacito de iniciador emparejado con el RNA; si hay copias, sabemos que el paciente sí está infectado”.
Estas son las pruebas más confiables que tenemos hasta ahora, sin embargo, de acuerdo con los resultados del estudio realizado por la doctora y su equipo, no son 100% confiables, ya que de los cinco pacientes infectados (dentro de una muestra total de 66 personas), sólo tres pudieron ser confirmados mediante la prueba de PCR sola y los otros dos arrojaron un falso negativo.
“[Estos falsos negativos] ocurren porque el RNA del virus es muy frágil, y muy fácilmente se puede averiar. Su manejo debe ser muy delicado”. El problema, dice la doctora, es que aunque se trate con suma delicadeza las muestras a la hora de hacer la prueba, aún así pueden dañarse.
Otra razón por la que puede darse un falso negativo es porque “a la hora de tomar la muestra puede ser que tengamos muy poquito virus y la cantidad de RNA sea muy pequeña, por lo que puede que no se detecte”.
La propuesta de la doctora Cedillo frente a estos riesgos, es la realización conjunta de una prueba de detección de anticuerpos, como respaldo para las pruebas de PCR. Y aunque esas otras pruebas tampoco son 100% infalibles, podrían, combinadas con las pruebas de reacción en cadena, arrojar resultados más confiables.
La doctora Cedillo explica que las pruebas de anticuerpos, en vez de examinar el virus en el cuerpo, analiza las defensas que se generan para atacarlo.
“Los anticuerpos son proteínas que produce el organismo cuando está en contacto con un virus, estos son neutralizantes e impiden que el virus se multiplique. En infecciones nuevas, como el COVID-19, lo único que en realidad tenemos [para combatirlo] son nuestros anticuerpos”. Y ya que esos anticuerpos son específicos para cada virus, analizándolos puede saberse si alguien tiene COVID-19 o no.
Las pruebas de detección de anticuerpos no han sido oficialmente avaladas por el gobierno federal, ya que, como corrobora la investigadora Lilia, “los anticuerpos [específicos para el virus] toman alrededor de siete y 10 días para generarse y es muy difícil saber cuándo ocurrió un contagio, es por eso que no sabemos en qué momento nuestro cuerpo ya generó anticuerpos”, por lo que esta técnica no funciona en casos que apenas comienzan, y por lo mismo, también podrían arrojar falsos negativos.
Es importante resaltar que como parte de su investigación, la doctora realizó pruebas de anticuerpos a los pacientes infectados, las cuales resultaron ser igual de acertadas que las de PCR.
“Si nosotros juntamos ambas técnicas vamos más a la segura, o pescamos al virus o detectamos a nuestros anticuerpos”.
Dado que, por el momento, no existen pruebas infalibles, un tratamiento específico, ni vacunas para contraatacar al virus, la mejor estrategia hasta ahora para reducir el avance y los impactos por COVID-19 ha sido la campaña de #QuédateEnCasa, pues incluso hay que considerar que muchos casos pueden ser asintomáticos.
Mientras tanto, investigadores y médicos, como la doctora Cedillo y su equipo, continúan su labor realizando estudios que en el futuro nos permitirán tener alternativas ante esta o otras enfermedades.