SAN AGUSTIN LOXICHA, OAXACA.- Las balas perforaron el cuerpo de Fidel. La sangre se deslizó sobre su piel y nadie supo cuáles fueron sus últimos pensamientos. Él era funcionario municipal cuando murió durante los ataques en La Crucecita Huatulco, Oaxaca, hace 23 años. Este homicidio desató una cadena de tortura, violación y muerte contra el pueblo loxicha.
El Ejército Popular Revolucionario (EPR) reivindicó esos ataques en 1996. Los guerrilleros se prepararon en las inaccesibles laderas de San Agustín Loxicha, un municipio oaxaqueño enclavado en la sierra sur.
“Ahí fueron entrenados”, aunque ahora sus habitantes lo nieguen, dice un poblador que en aquel entonces tenía 16 años y asegura que participó en el movimiento. Las promesas de dinero, tierras y un mundo mejor fueron la doctrina perfecta para crear un pequeño ejército que no hacía preguntas, asegura este testigo que pidió el anonimato y a quien llamaremos Juan.
Durante la represión a los pueblos loxichas, según datos de organizaciones civiles, el Estado realizó 250 detenciones ilegales, desde 1996 a la fecha. Hubo 200 casos de tortura, 80 cateos ilegales, 50 ejecuciones extrajudiciales, 30 desapariciones forzadas, 160 personas presas por motivos políticos. Además, implicó un número indeterminado de abusos sexuales, hostigamiento, amenazas de muerte y procesos penales irregulares.
Las angostas calles de San Agustín esconden un extraño mundo. Una mezcla malograda de tradición y modernidad con casas de lámina de color café corroídas por el sarro, mansiones de cemento que se aferran al suelo y casas de madera que simulan las de Estados Unidos.
Han pasado 23 años desde que la guerrilla se manifestó públicamente en la región. Hoy, San Agustín Loxicha es un rompecabezas de grupos sociales que luchan por el control del dinero que el gobierno del Estado manda para controlar y dividir.
En San Agustín Loxicha el miedo se percibe en el aire. Las calles de la población esconden secretos que nadie quiere decir ni recordar. Secretos que aún calan la memoria de los descendientes de aquellos guerreros zapotecas. En algunas cabezas aún retumba el sonido de los cuernos de chivo.
Algunos habitantes de San Agustín lo explican de la siguiente forma: el gobierno, en su afán de mostrar fuerza, destruyó la unidad de su pueblo. Uno que por milenios basó su sociedad en el apoyo comunitario.
“Deshicieron una organización que ponía en riesgo la hegemonía de un sistema político corrupto e inservible”. Así lo dice una persona de las que estuvieron presas, esas que no pueden dar sus nombres por que ya no quieren problemas.
El EPR apareció públicamente el 28 de junio de 1996 en el vado de Aguas Blancas, en Guerrero. Lejos de la zona Loxicha. Lo hizo un año después del asesinato de 17 campesinos de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, destaca Betzabé Mendoza Paz en su investigación Participación social armada en Oaxaca. Ejército Popular Revolucionario, publicada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La investigación de Mendoza Paz reconoce que 14 organizaciones confluyeron en el EPR. Entre ellas, destacó el Partido Revolucionario Obrero Campesino Unión del Pueblo (PROCUP), que a su vez provenía de la Unión del Pueblo (UP), surgido en Oaxaca en 1977 en atención a la destitución del gobernador Manuel Zárate Aquino.
También puedes leer:
Los guerrilleros de Loxicha, la permanente sombra del destierro (El Muro)
Una viuda contra “guardias blancas” (Página 3)
Esta investigación es resultado del programa Refugio Temporal para Periodistas en Riesgo del área de Libertad de Expresión de la Red de Periodistas de a Pie. Y fue realizada el colectivo Ensamble de Oaxaca, que agrupa a los medios Página 3, El Muro e ItsmoPress.