Aranzazú Ayala Martínez

@aranhera

La historia de las personas desaparecidas se ha ido desdibujando desde la última vez que las vieron; no sólo desaparecen físicamente sino que su historia biográfica también lo hace, y se convierte en la narración de un caso, una narración conformada a partir de la búsqueda de sus familiares.

El libro Memorias de un corazón ausente. Historias de vida, publicado por la Fundación Heinrich Böll y coordinado por Jorge Verástegui, recupera las historias de 12 personas desaparecidas en Coahuila, contadas por sus familiares pero sin hablar de la tragedia, centradas en quiénes son, qué les gusta, qué hacen.

Foto tomada de Jorge Verástegui González

Las narraciones tienen un corte muy abrupto. Jorge Verástegui explica que es así porque así ocurrieron las cosas, de pronto alguien los desapareció y no se supo más.

La idea nació en 2015, a partir de la reflexión de la recuperación de la parte biográfica de las personas desaparecidas, y también como un intento de transmitirle a la sociedad y explicarle el porqué los familiares se dedican a la búsqueda; cómo se vive con la ausencia de un ser querido.

“Por eso la publicación empieza con una introducción del concepto de búsqueda de vida, y es como entender los vínculos que se tienen entre las personas. Y cómo cuando se dice que se está buscando vida nos estamos buscando a nosotros ante esta pérdida que podría decirse de identidad, en la complementariedad que tienen las personas una con otra”, dice Verástegui.

Memorias de un corazón ausente está compuesto por historias escritas por familiares. Quizás lo más complicado, dice Jorge, fueron los tiempos verbales porque a veces no se sabe si escribir en pasado o en presente, entonces hay historias escritas en el hoy, otras en el ayer y otras que están mezcladas.

Cada capítulo cierra con un breve párrafo de la desaparición y después con una carta escrita a mano por la persona que narra, dirigida a su familiar. Para Jorge, esta parte es la más simbólica porque las cartas no son sólo muy emotivas sino que representan una irrupción en la vida de las personas que escriben, y en las de las que no están. “Te están permitiendo entrar a su intimidad, desde la narración de la historia hasta permitirte leer una carta dirigida a su ser querido”.

Un cambio de narrativa

La decisión del cambio de narrativa de la publicación –es decir, no hablar desde la tragedia de la desaparición, sino situarse en una parte más humana– busca la identificación entre los lectores y la persona ausente.

Uno de los objetivos de la publicación es llegar no solo a quienes están en esta situación y conocen la problemática, sino a personas nada involucradas en este tema. Jorge dice que justo se trata de que el libro sirva como un altavoz de lo que está ocurriendo en este país; generar mayor sensibilidad y solidaridad en éste tema.

Otro de los efectos que ha generado Memorias de un corazón ausente es la coordinación y vinculación entre diferentes grupos de familiares, y también de cierta forma incentivar la organización de familiares que no están agrupados en algún colectivo. Así, el libro para Jorge es también una forma de resistencia. La idea es acercar la publicación a familiares en espacios de conversación, para que valoren si desean aprovechar estas experiencias e ir recuperando sus propias historias.

Desde que se presentó en mayo de 2018, en el marco de la marcha anual del 10 de mayo convocada por el colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (FUNDEC), la publicación ha tenido muy buena recepción y ha recibido invitaciones para presentarse en varios estados.

Especialmente familiares de personas desaparecidas han mostrado interés en la metodología y narrativa del libro, “justamente por lo que representa el rescatar las historias que se están perdiendo”, dice Jorge.