Los candidatos a la presidencia de México hablan del medio ambiente como si se tratara de personas que abrazan arbolitos, y no como un tema transversal a la economía, salud o bienestar social. El medio ambiente es y ha sido “el patito feo de las políticas”, resume Margarita Campuzano, directora de comunicación del Centro Mexicano de Derecho Ambiental y una de las invitadas a la mesa de análisis sobre el tercer y último debate presidencial organizada por Pie de Página.
Lo que quedó claro en el debate, dice por su parte Dolores Rojas, coordinadora de programas de la fundación Heinrich Böll – Mexico, ligada al Partido Verde alemán, es que los candidatos “no tienen una idea clara de desarrollo, ni de medio ambiente, ni de política ambiental o energética”.
El problema, dice Miguel Ángel Mijangos, de la Red Mexicana de Afectados por la Minería, es que su idea de desarrollo está centrada en el crecimiento económico, y no en el bienestar de las personas y de sus comunidades. El diagnóstico es implacable: “Hay una “crisis sistémica” del medioambiente que está vinculada a una serie de leyes permisibles para acciones que, desde el modelo extractivo, están generando una crisis “mucho más acelerada”. Y frente a eso, lo que hay que plantear es un “alto al fuego” o “un alto al crimen del ambiente” para replantear el modelo de país que se quiere.
Pero nada de eso está en la idea de desarrollo de los aspirantes a la presidencia. En la mesa organizada por Pie de Página, los tres especialistas desmenuzaron las propuestas que presentaron los candidatos presidenciales para enfrentar los retos del cambio climático, la energía y el uso de bienes naturales, temas que les ocuparon menos de 15 minutos en el debate.
Las conclusiones no pueden ser más desoladoras: “No quieren cambiar la matriz energética, no tienen forma de cambiarla y la parte que ubican como sustentable está vinculada al modelo extractivo”, resume Mijangos.
El candidato del Frente por México, Ricardo Anaya, por ejemplo, habla del transporte eléctrico, pero no de transporte público eficiente. “Y si esa es su visión, ¿cuál es el plan para atender, por ejemplo, los problemas de esa energía (que usarán las baterías)?”, cuestiona Campuzano.
Dolores Rojas sigue en esa línea: “Lo que no cambia es el paradigma del transporte individual, ese no puede ser ese el modelo de movilidad de las ciudades”, dice. “Son ideas sueltas que pueden sonar muy atractivas, muy modernas, pero que no pueden plantearse sin una valoración de todo el ciclo de cada cosa”.
En el mismo caso está la propuesta de Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, de reforestar el sureste. Dice Mijangos: “Arbolitos se han plantado ya muchas veces”, pero se mueren porque no se atacan las causas que provocan la deforestación.
El catálogo de temas que no se plantearon en el debate es interminable: el nuevo aeropuerto, fracking, minería, desarrollo sustentable, programas de mejoramiento, monitoreos, vigilancia…
Campuzano explica que el 20 por ciento de las áreas naturales protegidas del país no tiene un programa de manejo, que es el instrumento que dice que se puede y que no se puede hacer dentro de la reserva. Y pone de ejemplo Holbox, en Quintana Roo: “Holbox es una área protegida que se está devastando porque nadie dice qué se puede o no hacer”.
Este texto fue publicado originalmente en Elecciones 2018, un proyecto de Periodistas de a Pie