Lado B
Hoy por ti (segunda entrega)
Historias de personas que voluntariamente ofrecieron algún tipo de ayuda después del sismo
Por Lado B @ladobemx
28 de septiembre, 2017
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La tragedia ocasionada por el sismo en algunos estados y el centro del país nos ha permitido ver la riqueza social de México. Aquí les presentamos la segunda entrega de #HoyPorTi

La profesora de música

Foto: Ámbar Barrera

Victoria Ramón, originaria de Atlixco, es profesora de música y el 19 de septiembre a las pocas horas de que pasó el temblor de magnitud 7.1 abrió un centro de acopio con su familia en la parroquia Guadalupe, en la que colabora con un coro infantil.

El jueves se fue a Chietla, en la mixteca poblana, a repartir despensas, pero como ya había mucha ayuda se trasladó a la zona del volcán Popocatépetl, a las comunidades de Santiago Tochimizolco, Amecac, San Miguel Tecuanipan y Santa Cruz Cuautomatitla.

Después de distribuir lo que llevaba se dio cuenta que las personas afectadas tenían alimentos suficientes, pero les hacía falta techo donde dormir y cubrirse de las lluvias. Victoria pidió a sus familiares y amigos que cooperaran para comprar un rollo de plástico y distribuirlo entre los afectados, a eso se dedicó el sábado.

Victoria dice que el instinto de ayudar le viene de familia: su papá fue brigadista cuando en 1994 el Popocatépetl hizo erupción. También en su casa acogieron a integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), surgido en Chiapas, durante su caravana hacia la ciudad de México.

FRASE: “Yo tengo esa costumbre, educación, filosofía, como quieras llamarlo, pues desde niña porque en mi familia y en la institución en la que crecí siempre hemos sido activos ayudando al que lo necesita”.

Los buscadores de Atzala

El acopio  

Foto: Marlene Martínez

Cuando Fernando Desh se dio cuenta que su familia estaba bien pensó en ayudar a los que no habían tenido la misma suerte. Al principio se ofreció para ver qué se necesitaba en el centro de Puebla, por ahí es donde vive, pero no tenía idea de la magnitud de lo que había pasado. Ni de lo que todavía faltaba por hacer.

Otras personas tuvieron la misma idea y se encontraron en el zócalo juntando víveres básicos: todos eran ciudadanos sin partido ni afiliación. El trabajo y la organización fueron espontáneos pero la logística se fue haciendo más compleja, por un exceso de filtros y requisitos para llenar los vehículos y llevarse los víveres.

Al final, lo que empezó como un brote totalmente ciudadano se fue haciendo algo oficial.

Desh y las demás personas decidieron dejar el zócalo, pero no la labor de apoyo y solidaridad. Se fue a un bar en el centro que les abrió las puertas toda la semana, convirtiéndose en un centro de acopio, y en pocos días el equipo se convirtió en referencia para organizar caravanas, llevar víveres y canalizar esfuerzos y voluntarios.

“A grandes rasgos esta es la historia no de mi trabajo sino de lo que ha venido siendo un esfuerzo cada vez más grande de muchas personas”.

El acopio no tiene un nombre, y Desh dice que así quieren que siga, para que se mantenga como un esfuerzo completamente ciudadano.

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