Lado B
La revuelta de las niñas buenas: una serie sobre feminismo y periodismo
Feminismo y periodismo se unen en la historia que retrata a las reporteras que demandaron a la revista Newsweek en los años sesenta
Por Lado B @ladobemx
17 de enero, 2017
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Foto: Tomada de Vanity Fair.

Amira George

La lucha por la igualdad de los derechos de las mujeres parece una batalla que no acaba. Sí, ha habido avances en las últimas décadas, algunos más drásticos, otros más sutiles, pero en general parece una pelea arraigada en la propia cultura, no sólo mexicana sino humana.

Y aunque suene como una defensa a la profesión, el periodismo juega un papel importante en esta pelea. La difusión de información puede ayudar a generar balance: poner el dedo en la llaga de las injusticias, narrar las historias de tragedia que viven las mujeres en su búsqueda por reconocimiento y equidad, o los casos de éxito en los que se demuestra que las mujeres pueden con lo que sea.

Por desgracia, el periodismo es una profesión ingrata, eso es algo que reconocemos los que hemos dedicado nuestra vida a este oficio. Horas de trabajo que no acaban nunca, estrés, cero vida personal, sacrificios y un larguísimo etcétera que, al final, cuando vemos el producto terminado, se nos olvida, y buscamos la siguiente dosis de la adrenalina que viene con la profesión.

[quote_right]La serie Good Girls Revolt está inspirada en el libro que narra la historia de las periodistas que demandaron, a finales de los sesenta, a la revista Newsweek por discriminación de género[/quote_right]

Pero aunque el periodista es quien da la voz a los sin voz –o al menos ese es uno de los ideales–, las injusticias sociales, las de género, también se dan en el día a día al interior de las redacciones, y las vivimos quienes que nos dedicamos a esta profesión. Las reporteras, jefas de información, fotógrafas, editoras, correctoras de estilo, diseñadoras y directoras de medios, aunque en el campo de batalla nos damos un tú por tú con los hombres, al final tenemos que pelear el doble.

A todas nos ha pasado: el jefe que se dirige a nosotras con puros piropos o que dice que prefiere trabajar con mujeres porque “son más organizadas”, pero al final, cuando las cosas salen mal, le echa la culpa a la insulsa que cayó en el juego; las miradas lascivas de compañeros, fuentes, funcionarios y demás cuando se nos ocurre usar algo relativamente escotado; y cuando ocupamos algún cargo directivo debemos «arreglarnos» porque, más allá de ser quien organiza un medio, nos usan como “la cara bonita” que debe negociar y tratar con funcionarios; o que nuestro trabajo de años se reduzca sólo a con quién tenemos una relación sentimental, sin importar la dedicación o lo buenas que seamos en el trabajo.

Y claro, esta no es una batalla que tenemos que enfrentar sólo contra el sexo masculino sino contra nosotras mismas, cuando agredimos directa o indirectamente a otras mujeres, hablando a sus espaldas, dispersando chismes y comentarios con el fin de desprestigiar a la que quizá sólo busca hacer un buen trabajo.

Esto es lo que vivimos las mujeres que decidimos entrar al mundo de los medios pero, claro, no se trata de una problemática exclusiva del gremio. Esta también es la realidad de cualquier mujer en el mundo laboral, y para ejemplo un botón: de acuerdo con cifras de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), al tercer trimestre de 2016 el salario promedio de las mujeres en Puebla era de cuatro mil 725 pesos; para un hombre el monto alcanzaba los seis mil 190 pesos, es decir, hay una diferencia del 31 por ciento en los sueldos por cuestiones de género.

Con todo esto encima, no sorprende que cuando encontré la serie “Good Girls Revolt” y devoré el primer episodio, acabara en lágrimas. Y no porque sea una serie dramática o algo tipo “The Notebook”, que está hecha con la intención de poner a berrear a las chicas enamoradizas y empalagosas. Al contrario, la historia me dio en la fibra más feminista/periodista de mi ser.

La serie está inspirada en el libro del mismo nombre escrito por Lynn Povich en 2012, en el que se narra la historia del grupo de mujeres –del cual la autora formó parte– que demandó, a finales de los sesenta y principios de los setenta, a la revista Newsweek por la discriminación de género que sufrían. En esa época en la publicación las chicas eran investigadoras; ellas reporteaban, comprobaban datos, hacían el trabajo de calle y los hombres redactaban los reportajes y su nombre era el que aparecía en las páginas del semanario, y aunque los hombres también hacían trabajo de reporteros, las mujeres no podían escribir las piezas que se publicaban.

El programa, producido por Amazon, se tomó algunas libertades creativas, como cambiar el nombre de la revista a News of the Week, e integrar ciertos dramas internos con fines narrativos, así como ajustar a algunos personajes modificando la historia de quienes participaron en la demanda.

Ese fue el primer golpe de la serie: estamos hablando de una pelea que empezó hace 50 años y hoy en día, tal vez no al mismo grado, las periodistas seguimos peleando por salarios equitativos a los de los hombres, y que se nos vea como tales y no como meras muñequitas de aparador. 50 años en una pelea que está lejos de concluirse.

[quote_left]las periodistas seguimos peleando por salarios equitativos a los de los hombres, y que se nos vea como tales y no como meras muñequitas de aparador[/quote_left]

Aunque la trama se ubica principalmente en la redacción de la revista y las reuniones privadas que tienen las chicas para organizar la demanda, la historia se centra en tres personajes un tanto dispares pero que generan una dinámica muy interesante. De entrada tenemos a Patti, quien sería el personaje principal de la serie, una joven idealista, feminista, ejemplo de la contracultura de la época. Creo, sin embargo, que al inicio el personaje tenía todo para ser excelente, pero tiene un arco en el que se deja llevar más por el sentimiento que por el ideal y pierde un poco de fuerza, quedando muy por debajo de los otros.

La mejor amiga de Patti en la revista es Cindy, una aspirante a escritora cuyo marido “le da permiso” para trabajar mientras él termina la escuela de derecho según explica ella misma en el primer episodio, se presenta como el personaje que, pese a parecer el más débil de todos, al final los golpes de la vida convierten en el ejemplo de la mujer que logra su independencia y se libera de los prejuicios de la vida familiar.

Aunque Patti y Cindy son quienes empiezan a movilizar a las chicas de la revista para la demanda, en mi opinión es Jane la que se lleva las palmas. Ella es la típica niña hija de papi que entró a trabajar en la revista en espera de casarse con su novio de toda la vida, un tanto controladora -lo cual la hace muy buena al momento de investigar- y hasta cierto punto todo lo contrario a la lucha feminista. Por eso el giro de su personaje es el mejor de todos, porque el caso de ella es el que daría nombre a la revista, a mi parecer. Es la chica buena que hace revuelta.

Entrar a hablar de los hombres sería extenderme de más, pero no por eso son menos valiosos, y aunque pueden considerárseles antagonistas no por ello son «malos». Cuando me topé con la serie vi una entrevista con los dos actores masculinos principales: Hunter Parrish, quien da vida a Douglas, compañero de trabajo y pareja de Patti; y Chris Diamantopoulos, quien interpreta a Finn, el director de la revista. En ella explican que todo lo que hacían, aunque pareciera denigrante hacia el trabajo de las mujeres o machista no tenía mala intención, sino que esos eran los modos de la época y era lo “normal”. Por desgracia, muchas de esas actitudes se siguen registrando hasta la fecha.

Un ejemplo de esto es una escena del programa piloto que para mí se volvió emblemática, y es la que me hace chillar cada vez que la veo: Patti obtiene una exclusiva que aparecerá en la portada de la revista. En su emoción, habla con Douglas, su novio, acerca de la adrenalina que siente y lo feliz que está por haber hecho bien su trabajo, a lo que él responde molesto antes de irse: “Pero no eres una reportera, eres una investigadora, y teníamos una cita”. La que no haya vivido una situación similar, en la que un hombre, sea o no nuestra pareja, minimiza nuestro trabajo por una trivialidad, que tire la primera piedra.

Por la forma en que he hablado de la serie pareciera que es sólo para periodistas pero, al ser esta mi profesión, se trata del filtro principal con el que la veo; por eso, en esta ocasión no puedo tomar una postura más neutral.

Sin embargo, considero que la serie puede lograr fácilmente dos objetivos: entretener a cualquiera que la vea simplemente como una buena historia y, sobre todo, empoderar a mujeres para seguir en la lucha por igualdad no sólo laboral, sino social.

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