Lado B
COMEDIA EDITORIAL EN UN ACTO (A MODO DE PRESENTACIÓN)
Daniel Carpinteyro
Por Lado B @ladobemx
22 de mayo, 2015
Comparte

 

Daniel Carpinteyro (editor invitado)

 

Interior de una cocina típica poblana. Destacan dos enormes ollas de barro poblano y paredes de talavera poblana, con una efigie de San Pascual, sobre la que se proyecta la sombra de un teleférico poblano y una rueda poblana de la fortuna, que sufrirá un descenso casi imperceptible hasta desaparecer por completo un poco antes del final de la obra. El escenario es invadido por un penetrante aroma a mole poblano. De fondo, apenas audible, se recita en coro el «Mea Culpa». Hay desperdigados, por aquí y por allá, varios pupitres poblanos ocupados por escritores poblanos, caracterizados con pantalón negro poblano, camisa blanca poblana y bolsas de papel poblano en la cabeza, interpretando en sus máquinas de escribir el sonsonete de «Qué chula es Puebla». Mientras tanto, un censor con monóculo poblano, ataviado con un gafete poblano, portando un matamoscas poblano en la mano derecha, se pasea muy rígido entre los pupitres poblanos, marchando con paso de ganso, y deteniéndose en ocasiones a revisar las hojas poblanas tal como van siendo vomitadas por las máquinas de escribir poblanas. Cuando un escritor poblano desentona en su máquina el ritmo de «Qué chula es Puebla», el censor del monóculo se le aproxima, el escritor estira los brazos para ofrecer el dorso de las manos, y el censor se las azota con el matamoscas poblano. Si el escritor reincide, desaparece de la escena poblana. Luego de dos minutos de esta rutina, un coro de tres monjas poblanas sale a escena y las máquinas poblanas se silencian.

 

CORO (con entonación de letanía):

Momento es ya del mes en que el suplemento cultural se nos desvela. ¿Qué misterio hay en él, qué esconde? Ya nuestros ojos son ávidos de hincar colmillo en esos frescos párrafos arduamente cocinados por aquellos que en la soledad de sus estudios se han frito el seso para convidarnos al festín de su sapiencia. ¿En qué especias vendrá condimentada la presente entrega? ¿Encontraremos el perejil de la ironía, el cilantro del desencanto, el chile verde en que se desflema la ira? Quiera la misericordia del Altísimo mantenernos alerta ante el muérdago de la herejía y la papaya de la concupiscencia, que nunca deben disfrutarse sin la posterior denuncia al Santo Oficio. Pero ¡ea!, editor invitado, ¿dónde te nos escondes? Preséntanos ya, a guisa de degustación, algunas señas sobre los manjares que has de ofrendarnos.

Las monjas se sientan en el piso y extraen de sus hábitos cubos de Rubik, con los que se ponen a jugar.

SUENA UNA CAMPANADA

Sale bailando con una muchacha de vestido un hombre bigotón, con sombrero, pantalones de mezclilla y botas. Cuando llegan al centro del escenario, el hombre le levanta la falda a la muchacha y la besa por la fuerza. La muchacha logra zafarse y se retira, visiblemente molesta.

BIGOTÓN DEL SOMBRERO:

Bonita noche, damas y caballeros que han oído mencionar a don Carlos Camaleón. Como ustedes saben, este huerco es de los raros escritores mexicanos que vive nomás de sus purititos libros y cursos. Pues este mero es el que viene a presentarnos a un tal Diógenes el Cínico, un sujeto maloliente (Antístenes, no Carlos) que vivió su indigencia con dignidad y pasión, se burló de los PhD. de su tiempo amachinando una técnica retórica conocida como vuelta de la tortilla, por no mencionar la reducción al absurdo, o la bajada a coscorrón limpio del tren de mame. Singular puntada le arrimó a Alejandro Magno cuando el conquistador se quiso mamasear a costillas del filósofo. ¿Ya se la saben? Mejor que se las cuente él, porque ya es tarde y aún es la hora en que no me podido robar ni un poquito. Aaajúaaaa. (Se retira bailando).

RESUENAN DOS CAMPANADAS

Aparece un hombre musculoso y barbado, idéntico al llamado Rey de Instagram, vestido sólo con una bermuda camuflada, cargando una chica en bikini sobre los hombros, un rifle de asalto en la mano derecha y un mazo de naipes en la izquierda. Algunos billetes se asoman por los bolsillos de sus bermudas.

REY DE INSTAGRAM:

Apuesto a que todos ustedes son de los que creen que el juego es un estúpido pasatiempo, como manchar de semen las cobijas o aventar Playmates desde las azoteas. Pero el juego es un asunto serio. ¿Ven esto? (Barajando el mazo de naipes con una mano). Esto los excede. Podría agotarme la saliva explicándoles un poco de cálculo, de cómo el juego compromete a fondo la cognición y la identidad, y de cómo sobre los tableros, el motor de la tormenta -haya o no apuesta- viene del choque o la conciliación entre dos sistemas de interpretación del mundo. Pero dar cátedras me atedia, lo mío es la práctica, así que les he traído a un sujeto raro llamado Alfonso Atala, que se ha gastado la mitad de su vida estudiando sobre la psicología del juego, y también sobre casi todos los juegos que uno puede toparse en este podrido mundo. Es una de las apuestas más extrañas de las que he tenido noticia, así que escúchenlo, y dejen de llamarnos ‘vagos’ a los jugadores, profesionales o aficionados, ¿entendido? (Dispara una ráfaga contra el techo, la chica del bikini se tapa los oídos, y el Rey de Instagram se dirige a la salida del escenario con la muchacha golpeándole la cabeza, ante lo que el jugador no se inmuta y lanza una última ráfaga contra las ollas de barro poblano).

RESUENAN TRES CAMPANADAS

Aparece un subcomandante con pasamontañas, gorra y uniforme verde olivo. Lleva tres estrellas rojas en la gorra, pañuelo al cuello y micrófono de diadema. Fuma una pipa. Camina con paso sereno entre los pupitres hasta plantarse al frente del proscenio.

SUBCOMANDANTE:

Antaño nos dijeron salvajes. Venían los antropólogos a nuestras tierras y se decían: «Mira, un salvaje». Y nos disparaban con sus cámaras, sin consultarnos parecer. Díganme ustedes, compañeros, si eso era ley. De esos y otros menesteres estuve parlamentando con mi camarada Brenda Lira, que sabe dar razón de los caprichos del cine mexicano, y es versada también en cine de otras tierras. Y me contó de una película dirigida por un tal Deodato, italiano él -saludos a los Monos Blancos, compañeros de ideales-, donde unos chavales investigadores trataban con muy poco tacto a unos de esos, ¿cómo les llamaban? Ah, pues salvajes, ¿verdad? Y quién lo iba a decir, tan incivilizados procederes terminaban por colmar el plato a estas personas originarias del Amazonas, el «infierno verde», como lo bautizó seguramente algún adicto al infierno gris del pavimento. Le solicité que platicara también con ustedes, compañeros, porque más allá de las barbaries que señala Brenda en el filme, hay otras razones a considerar, como la etiqueta de lo salvaje, siempre artesanal y amigable con la tierra, y la etiqueta de lo civilizado, sintética, indigesta, cosida por manos de niños en talleres insalubres que le recuerdan a uno las mazmorras de las haciendas porfiristas y salinistas. Le cedo la palabra pues, y me paso a despedir, no sin desearles antes buen camino, aún bajo estas tupidas lluvias que, maliciosas, les han de estar disimulando los baches que, como salvajes trampas, les acechan los neumáticos, allá en su ciudad tan progresista. Les saludamos desde aquí, abajo y a la izquierda, sus hermanos de la selva.

El subcomandante se retira fumando su pipa. Las monjas suspiran.

 

RESUENAN CUATRO CAMPANADAS

Aparece una maestra, quincuagenaria con traje ejecutivo de lana. Sus rasgos faciales parecen haber sido operados para asemejarse a un león. La distingue el cabello corto y oxigenado, alborotado con secadora en una fiera melena. Camina sin gracia, como un gnomo, a pasos cortos y resentidos.

 

MAESTRA:

Buenas tardes, ciudadanos y ciudadanas. A mí me va a tocar presentarles lo que es el trabajo de un historiador muy eminente, que se hace llamar Rimbombante a Secas, con un artículo al que sólo podría reprocharle un poquito de irreverencia para tratarse de una cosa que trata sobre historia, pero es un muchacho joven según tengo entendido, y ha dado clases, y aunque en esto solo puedo reprocharle el no haberse agremiado en alguno de nuestros sindicatos, pero eso ya es un asunto de conciencia. Veo que a este muchacho le llama mucho la atención que los nombres de las calles y algunos institutos los hayan ido sacando del acervo de lo que es la historia, entonces se ve que investiga quiénes fueron las personas que llevaron esos nombres, y esta curiosidad es muy positiva, porque en vez de quedarse con la duda, él se sigue educando en el pasado tan grande de nuestro querido México, que necesita de historiadores e historiadoras así de esforzados y esforzadas, que cuando ven la placa de una calle piensan: «¿Quién habrá sido esa persona?», y ya cuando se enteran, pueden irse a compartir esos datos con sus estudiantes y estudiantas, construyendo así los fundamentos cívicos de nuestra nación. Hoy está muy de moda criticar al magisterio de nuestro país, que sin en cambio son la base intelectual de nuestra niñez, y por lo tanto de nuestra democracia.

(Se escucha una sirena. Entran unos policías y se llevan a rastras a la Maestra).

 

RESUENAN CINCO CAMPANADAS

Entra un político canoso (aplicar talco en el pelo en vez de peluca blanca), vestido con una guayabera y pantalón de vestir. Mientras avanza sonriente hacia el centro del escenario, lo sigue un rayito de esperanza.

POLÍTICO CANOSO:

Aprehiableh compatriotah: Uhtedeh no saben lo que eh venir, pararse enfrente de una multitud y hacé reí a la hente. No eh un milagro que acontehca ahí nada máh, por henerahión ehpontánea. Detrah de cada dieh minutoh de ehtén a comedy, hay de cuatro a hinco páhinah ehcrita, dependiendo de la velohidá de dicción del cómico, que tuvo que ehcribí, reehcribí y memorizá y ensayá. Yo a ehtoh comedianteh loh criticaba mucho, porque pensaba que eran pagadoh por el imperialihmo para que dihtraheran al pueblo del saqueo de recursoh nahionaleh de que ehtamoh hiendo víctima; hahta que caí en la cuenta de que ahta mih antiguo heguidoreh he empehazon a reí de mí también, como hi fuera yo un payaho, pero payaho no quiero sé yo: cuando menoh, comediante ehénico, que para algo me hirvan mih ehtudioh, mi bagahe, para cuando ya he me den la ehpalda loh pocoh incautoh que me higuen dando dinero. Po lo mihmo me fui a encerrá una noche a la caha de Álvaro Ernehto Obregón -oigan uhtedeh que nombre tan iluhtre-, también conohido como «Ahtromán X» o «DJ. No quiero fiehta», y le llevé una botellita del vodka que le guhta, para que me orientara un poco en la hihtoria de tan truculenta y alguna veh peligrosa dihiplina ehénica. Una enhiclopedia el muchacho, con rahón le cayó tan bien a don Epigmenio Ibarra. (Se retira cabizbajo)

Retoma el ensamble de las máquinas de escribir el sonsonete de «Qué chula es Puebla»

CORO: (con entonación de letanía)

Nunca se presentó con nosotras el editorzuelo que preparó el número. ¿Qué misterio hay en él? ¿Qué esconde? Visto está que nada tienen en común los textos. Revolvió sin pudor de dulce y de mole. Vénganos, aún así, el deleite de los inéditos trabajos, quiera la providencia que sea con provecho para nuestras almas y nuestros espíritus, siempre ávidos de nuevas propuestas, y de solaz, y de rompope.

TELÓN

Daniel Carpinteyro (Puebla, 1977). Publicó en 2011 el poemario Neurálgica (Verso Destierro, Profética, Diablaco), y en 2013 una colección de prosas breves, Silogismos de la amargura Región 4 (La Cleta Cartonera). Sus versos han sido traducidos al inglés por el escritor Chip Worthington y transformados en piezas de ritual ambient por el artista multimedia Alejandro Minero. Reseñista y editor web para Profética Casa de la Lectura 2013-2014. Becario de Apexart para estancia creativa en Nueva York en verano de 2015. Presentaciones poético-musicales en Capilla del Arte y Casa 9. Colabora en el portal de artes y humanidades «Pyramid Project» con la sección «Tracks para el momento»

Comparte
Autor Lado B
Lado B
Información, noticias, investigación y profundidad, acá no somos columnistas, somos periodistas. Contamos la otra parte de la historia. Contáctanos : info@ladobe.com.mx
Suscripcion