Lado B
Paternidades: Cómo educar a una feminista accidentalmente
Por Mely Arellano @melyarel
07 de septiembre, 2014
Comparte

A Paquito. Gracias por lo de “guerrera”, los picapiedra y el último abrazo

Algo que amo de la sexualidad es el hecho de que todo cabe dentro de ella, desde el sistema político-económico hasta los temas más sentimentales y personales. Desde mi óptica feminista puedo analizar cualquier hecho o fenómeno de la cultura y la civilización (le llamaré “la panóptica feminista”). Aprovechando este amplio campo desde el cual hablar, dedicaré esta columna a mi papá y su crianza feminista “sin querer”.

Mi papá, sin una clara tendencia política, sin ser el progresista de las masculinidades. Siendo, nomás. Ahora veo en él, el primer ejemplo de una masculinidad diferente. Sentida, cariñosa, noble. Priorizó siempre su paternidad, antes que el dinero o el éxito profesional. Priorizó tiempo: todas las tardes comidas, tareas y juegos. Juegos igualitarios, deportes no típicamente masculinos. Pasamos las tardes jugando dardos, basquetbol y “maquinitas” y viendo “Los Simpson” y “El príncipe del rap” (¡eran los 90!). Pasó 20 años alimentándome con sus desayunos nutritivos, sus huevos duros de lunch y sus platillos hechos en casa, que para que cuando fuera “grande” tuviera una excelente salud. Claro, yo quería chatarras y porquerías como mis demás compañerxs, pero él no se dejó sobornar. Mi papá estaba todo el tiempo conmigo. Me llevaba a la escuela, me recogía de la escuela y a veces me llevaba flores a la salida. A veces me subía el desayuno a la cama los sábados, de sorpresa. Me hacía mi platillo favorito cualquier martes, sin que fuera un día especial.

Mi papá platicaba conmigo de todo, todo el tiempo. Me contaba su vida, me dejaba preguntarle todo lo que quisiera de él y me respondía. Mi papá me decía cómo se sentía, cuáles eran sus problemas, cómo fue su infancia sencilla y feliz entre una playa casi virgen y un montón de tostadas de ceviche. Mi papá se interesaba por todo lo que me pasaba: se sabía el nombre de mi maestra, de todas mis amigas, de mis proyectos escolares y de la gente involucrada en los chismes que yo le contaba todos los días cuando me recogía de la escuela. Mi papá consideraba importante todo lo que me pasaba. Me consideraba importante a mí.

IMG_2403[1]Mi papá me ponía a leer. Desde chiquita me dio “Mafalda”, que después mi abuela dijera que eso fue lo que me echó a perder (y creo que tiene razón). Me leía cuentos en las noches y me preguntaba cuál era la moraleja. Hasta me compró un libro de sexualidad (súper mojigato) cuando cumplí 11 años, y ahí me lo dejó en la mesa del comedor sin decirme nada. Si no me lo podía explicar, que me lo explicara un libro.

Mi papá me dejaba salir todo lo que quisiera, mientras cumpliera con la escuela. Nunca me prohibió salir porque no iban hombres, ni porque iban. Siempre iba por mí para que no me pasara nada en el trayecto, me compraba un hot-dog en la madrugada después del antro y les daba ride a todas mis amigas. Nunca me prohibió cierta ropa, nunca me presionaba sobre mi cuerpo o mi aspecto. Rara vez un “¡qué guapa mi´ja!”, nunca me educó para estar siempre bonita, ni para vestirme como niña decente. Ni sexy impuesta ni monja castrada. Nomás yo.

Mi papá nunca me prohibió que tuviera novio. Aunque le pregunté una vez a los 10 años que cuándo iba a tener permiso de tenerlo, bien recuerdo que me dijo “a la edad que quieras, lo que importa es que te cuides”. Mi papá me ha apoyado con mis relaciones raras de pareja, respeta mi bisexualidad, no se mete con mis locuras amorosas ni me presiona para casarme, para tener hijos o un galán con buen coche, ni tampoco me pidió nunca que no me casara para que lo cuidara toda la vida. Solo me instó a que estudiara mucho, a que me hiciera una buena profesionista. Mi papá me echaba muchas porras cuando de niña le decía que quería ser presidenta cuando creciera, me quiso ayudar cuando empecé la misma profesión que él y me respetó cuando me cambié, horrorizada, de carrera. Mi papá me sigue echando las mismas porras con mi asociación, con mis terapias y mis clases, y no me presiona para tener lujos ni “éxito profesional”.

Mi papá me escribía cartas. Me decía siempre que me ama. Me lo dice hasta la fecha, todos los días. Mi papá solo ha querido toda la vida que sea feliz siendo una buena persona. Eso es todo.

Así se cría “sin querer” a una feminista: con tiempo, con amor, con atención, respetando su cuerpo, su orientación sexual, su inteligencia. Ahora que te veo criando otra vez, papá, se ve diferente. Se nota el esfuerzo, el interés genuino por tu pequeña hija. Y así me doy cuenta de todo, todo lo que has hecho por mí toda la vida y hasta la fecha. Porque me pichas mi avión y me llevas a la playa y me respetas todo lo que hago y lo que soy y tomas en cuenta siempre mi opinión, y me sigues haciendo mis platillos favoritos como ahora a la bebé le cortas su mango y se lo entregas con esa cara de amor y de ilusión que nunca olvidaré. Qué bueno que tienes una nueva hija para que puedas seguir compartiendo con ella todo lo maravilloso que eres como papá y lo amorosamente que puedes criar a una mujer para que sea la más feliz del mundo como lo soy yo. El amor que me has dado toda mi vida, y la manera como siempre me has tratado, me ha hecho la mujer que soy; una mujer segura, independiente, completa, que sabe que siempre cuenta con el amor y el apoyo de su papá. Porque tu amor hasta la fecha sigue siendo para mí una seguridad a la que vuelvo en mi corazón cada vez que lo necesito. Ningún hombre en el mundo podría tratarme mal con mi consentimiento por la manera en la que me trataste tú y me enseñaste a merecer ese trato respetuoso y amoroso.

100_1588Gracias por ser el padre que fuiste, gracias por ser el padre que eres y criarme de esta manera. Gracias por amarme de esta manera y querer que te vaya a ver a cada rato y hacer de esos días una excelente experiencia, y un recordatorio de lo hermoso que ha sido ser tu hija. Gracias por todo tu esfuerzo, por todos tus sacrificios y tus detalles que no dejas de tener conmigo.

Te amo papi y solo quiero que sepas que tienes una gran responsabilidad ahora con tu pequeña. No te confíes de lo que has mejorado porque ella se merece más de ti y tú se lo debes dar. Sigue trabajando en ti para ser un mejor padre cada día, para que ella vea en ti una nueva manera de ser hombre y nunca se conforme con lo que la vida cotidiana nos ofrece como “normal”. Sé un ejemplo para ella, sé la persona que quisieras que ella tuviera como pareja y trátala solo de la manera en que estarás de acuerdo que la traten los demás porque tú vas a ser su parámetro de lo correcto e incorrecto, de lo aceptable y lo inaceptable.

Sigue dándole a ella todo el amor que a mí me has dado y muéstrale todo lo maravillosa que es la vida como a mí me lo has enseñado y me lo enseñas diario.

Un beso para ti y otro para la bebé. Gracias por todo. Así se cría a una feminista.

Comparte
Autor Lado B
Mely Arellano
Suscripcion