El sonido es una vorágine oscura con luces parpadeantes que se traga a los danzantes. Los jala hacia un vórtex donde resuenan los bajos de las cumbias y los pies son revoltijo de saltos, de vueltas que marean, de personas empujándose para poder ver a la pareja que está en el centro del círculo, como un ritual de grandeza

«El sonido es una vorágine oscura con luces parpadeantes que se traga a los danzantes. Los jala hacia un vórtex donde resuenan los bajos de las cumbias y los pies son revoltijo de saltos, de vueltas que marean, de personas empujándose para poder ver a la pareja que está en el centro del círculo, como un ritual de grandeza, como compitiendo para adueñarse por un momento de todo el baile y dejarse marear por el sonido que aturde y los colores de las cincuenta robóticas que cuelgan del gran soporte, como campanas que caen y suenan entre gotas que reflejan, en azul y verde, la música que sale de la jaula donde está Miguel.
Marlene Martínez
@Qu3tzal

Foto: Marlene Martínez

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