Lado B
Eres secreto de amor…
Por Lado B @ladobemx
03 de julio, 2014
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Liz Ruiz

La verdad es que ha habido tantos sucesos lamentables últimamente con respecto a la sexualidad, los derechos de las mujeres, las sexualidades no heterosexuales, el patriarcado, la misoginia, la violencia y demás, que me fue difícil elegir un tema para tratar esta quincena: entre la defensa por el “eeeeeh puto” más férrea que por la democracia, los derechos o la salud; los panistas misóginos que cruzan el continente para ejercer su violencia sexual; los famosos panazis (esos jóvenes panistas neo-nazis que se disculpan por serlo);  o la maestra de Cuernavaca golpeada por integrantes de la Unión Nacional de Padres de Familia por ser abiertamente lesbiana (perdón pero a la derecha le ha gustado la primera plana esta semana, yo qué culpa). Como no me decidía, mejor no quise tocar ninguno de estos temas (una tiene su corazoncito y luego también necesita agarrar fuerzas para encarar el panorama). Así que el día lunes prometí dedicar este artículo a cierta parejita enamorada que tuvo a bien platicarme su historia, no solo contribuyendo con su lindo y reciente amor a amor-tiguar mi hastío por la violencia, sino también saciando amablemente mi innata curiosidad por las vidas ajenas.

A él ya lo conocía. Había convivido con él una sola vez, entre copas, y recuerdo que era amable pero muy serio. Seco, más bien, como de esas personas (por lo general son hombres…. Ni modo, el género siempre presente) impenetrables, con todos sus sentimientos muy por debajo de la piel. A ella jamás la había visto. Llegué a la casa donde teníamos la cita y nos pusimos a trabajar. Entre los preparativos del proyecto que estábamos desarrollando en ese momento, recuerdo que noté la poderosa atención que él le ponía a ella. Ya saben: cualquier movimiento es digno de ser observado, cualquier comentario merece una carcajada, las miradas cómplices parecen ser su principal lenguaje. Supuse que era mi imaginación hasta el momento en que se dieron un beso, entonces di por hecho que eran pareja y dejé el asunto por la paz.

amorlésbicoMás tarde platicábamos casualmente, los clásicos debates fufurufos que dizque nos ayudan a entender el mundo y a acompañar las cervezas. La interacción de la parejita era particularmente cercana y salió el tema de la edad, ahí me enteré que ella tiene 10 años menos que él y aproveché para preguntar cuánto tiempo llevan de relación. Cuando respondieron que un mes de noviazgo y tres de conocerse, todo en mi mente cobró sentido. Entendí perfectamente lo de la risa fácil, los ojos de complicidad y los besitos dulces. No sé si era por mis hormonas, pero era tan sencillo contagiarse de su enamoramiento… parecía que les salían chispas, sentía una energía muy poderosa de verles, era simple empatizar sus sonrisas y esa atracción tan poderosa que recordé que se siente en ese momento. Contaban su historia cediéndose la palabra por partes, como tomando la voz dependiendo de a quién le corresponde relatar ese pedazo de vivencia, haciéndola parecer un recuerdo lejano y magnífico (claro, su bombazo bioquímico les impide ver que están contando algo que vivieron la semana pasada como si hubiera sucedido hace 20 años, pero igual era maravilloso ver su romance). Su historia de amor, ya de por sí interesante por su frescura y por la diferencia de edad, añade una prudente cereza al pastel al ser un amor prohibido. Tenía que ser un amor prohibido heterosexual para que fuera un verdadero romance. Y lo mejor de todo es que no es una prohibición comprensible  ni reprobable, sino un mero formalismo al que cualquiera con un poco de alma podría dar su venia. Es decir, no son familiares transgrediendo el incesto, ni son del mismo género, ni son de diferentes razas ni religiones, tampoco tienen un compromiso previo de exclusividad sexual o afectiva con otra persona. Nomás es porque él es su profesor. Aquí es cuando quien me esté leyendo utiliza su imaginación para visualizar al par de amorosxs, con su relación prohibida políticamente correcta y sus ojos chispeantes, y entonces suspira recordando su propia historia de amor (o su fantasía de ella).

La verdad es que fue una experiencia muy disfrutable para mí. Bonita, esa es la palabra que mejor la describe. Era una escena bonita, con un amor tierno, respetuoso y fascinado por la novedad y el súbito encuentro con cupido un buen día en el salón de clases.

romeoyjulietaMe hizo reflexionar acerca del amor prohibido. Sin importar las condiciones de las relaciones, existe la extraña sensación entre las personas de que tenemos el derecho, o al menos de que no existe ninguna prohibición contra meter nuestra cuchara en los afectos ajenos. Porque ahorita estoy escribiendo esta historia y me parece que es lo más cursi y romántico que he escrito desde que tengo como 17 años (jajaja), pero si estuviera escribiendo sobre un amor interracial, interreligioso o incestuoso, dejaría de ser una historia políticamente correcta, una historia que no se podría llevar a la telenovela de las nueve de la noche. Y entonces pienso que jerarquizamos el “amor” en bueno o malo, dependiendo de las personas que lo sientan y no de cómo lo vivan. Mientras sea una historia heterosexual, plagada de romanticismo y ternura e ilusiones de reproducción futura, no hay problema. Cualquiera puede sentir empatía y solidaridad por los inocentes ojos de lxs protagonistas, pero ay de aquél amor prohibido que sea ligeramente cuestionador o subversivo porque ahí sí es más difícil encontrar quién se identifique con él y sienta la disposición de defenderlo.

Esta idea me lleva a una contradicción de nuestra sociedad: el amor es lo más bello y sublime del mundo, pero no se vale así nomás sino que tiene que cumplir con una serie de requisitos para que sea bien visto y respetado por las personas que rodean a la pareja. Aunque formen pareja, no son solo ellxs quienes tienen injerencia en su relación, sino que tiene que pasar por la aprobación de familiares, amistades, patrones y demás. Para ser lo más espiritual y trascendente del mundo, el amor está muy burocratizado y estigmatizado.

Así que mi conclusión es que si nos podemos enternecer con las historias rosas de diferentes parejas heterosexuales enamoradas, tenemos la misma capacidad para solidarizarnos y empatizar con todas aquellas historias de amor diverso. ¿Amor diverso? Qué locura la nuestra: amor diverso contra amor normal.

Muchas gracias por leerme, y muchas gracias a la linda parejita que me permitió escribir sobre amor heterosexual sin sentirme culpable jajajajaja.

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