• En México la pintura virreinal no es considerada una obra de arte, sino sólo un bien cultural, lo que complica su conservación, investigación y exhibición
• Colegios laicos consideran a la pintura virreinal un simple vestigio religioso, por lo que no la incluyen en sus planes de estudios
• De forma equívoca se ha visto a la producción novohispana como de segunda categoría en comparación con las grandes producciones plásticas europeas

Prensa Ibero DF

A diferencia de Europa, en México la pintura virreinal no es considerada una obra de arte, sino sólo un bien cultural, lo que complica su conservación, investigación y exhibición en espacios museísticos públicos mexicanos.

Así lo señaló la curadora Magdalena Castañeda Hernández en su ponencia «La percepción de la pintura virreinal como obra de arte», realizada en el IX Congreso Internacional de Museos, efectuado en la Universidad Iberoamericana del 3 al 6 de junio.

La etiqueta de “bien cultural”, que engloba un grupo heterogéneo de artefactos que van desde un cascabel prehispánico, una armadura, una cerámica colonial, una  escultura policromada o una pintura de caballete, dijo la experta, ha hecho que en muchos casos las pinturas virreinales existentes en México hayan sido tratadas como meros objetos al ser sometidas a procesos de conservación-restauración.

Castañeda, estudiante de la Maestría en Estudios de Arte, de la Ibero, añadió que la “poca apreciación y el olvido de nuestro pasado colonial ha sido heredado por las laicas instituciones de educación pública”, que al considerar a la pintura virreinal un simple vestigio religioso, no la incluyen en sus planes de estudios.

“Un ejemplo de lo anterior, que conlleva a su vez otros problemas, es la conformación de colecciones virreinales en museos regionales o religiosos. Generalmente estos recintos se forman a partir de obras que pueden provenir de diversas sedes, confiscaciones o donaciones, lo cual pocas veces queda registrado. En sus nuevos contextos, los valores artísticos se difuminan por la línea temática que el museo debe adquirir al formar su discurso”, apuntó.

De esta forma, las obras de arte han sido tratadas como meras ilustraciones del proceso histórico, en lugar de ser consideradas como creadores de historia o creaciones.

“Esta forma de apreciar lo virreinal ha hecho que no se tome en cuenta que muchas veces, a falta de información documental sobre la producción artística novohispana, la obra de arte y sus características intrínsecas fungen como vestigio inequívoco del hecho histórico”, expresó.

Además de esto, tradicionalmente se ha visto a la producción novohispana como de segunda categoría en comparación con las grandes producciones plásticas europeas, por tanto, gran parte de la investigación sobre la producción cultural se ha limitado a comparaciones elementales de códigos estéticos, señaló la curadora.

En muchos casos, añadió, lo anterior ha llevado a la construcción de una sola estética virreinal para los tres siglos de dominación española, a pesar de que se han hecho grandes esfuerzos para clarificar las características que le dan identidad a la producción artística en cada uno de los siglos desde el XVI hasta el XVIII.