México. Paros y bloqueos para lograr una negociación con la empresa que ocupa su territorio desde hace siete años, enfermedades atribuidas a la operación de la mina y más del 80 por ciento de las tierras rentadas ahora inservibles son parte de la disputa que mantienen los ejidatarios de Carrizalillo, en Guerrero, con la minera a la que arriendan sus tierras, Goldcorp. Son elementos a los cuales hay que poner atención ante el anuncio federal de una mayor actividad de megaproyectos y ante la realidad de mayor represión, valora el especialista y abogado Francisco López Bárcenas.
Las comunidades que están por entrar en tratos con empresas deben considerar el objeto para el cual arriendan las tierras, hacer un análisis entre la ganancia económica a corto plazo y los costos sociales y ambientales a largo tiempo, así como fijarse en que esté establecido que la empresa corre con la responsabilidad de entregar lo rentado tal cual lo recibió, resume el experto en derechos indígena Francisco López Bárcenas.
“No hay que olvidar que el nuevo gobierno federal dijo que en 2013 comenzaba en serio la explotación minera en México”, recuerda López Bárcenas. “En 2014, vemos más actividad minera, y en general de megaproyectos, pero también mucha más represión en el sentido físico, intimidatorio y también muy al margen del derecho”. El especialista enumera los casos de la presa El Zapotillo, en Jalisco –que los gobiernos amenazan con construir a una altura de 105 metros, en contra de una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación-, los amparos ganados por los rarámuri contra los proyectos turísticos y del nuevo aeropuerto –tras lo cual el gobierno estatal dijo que había intereses extranjeros mezclados, y la construcción de una autopista en Xochicuautla, Estado de México.
Desde el 1 de abril, los ejidatarios del lugar conocido también como Carrizalillo mantienen un pulso con la empresa canadiense que explota sus tierras desde 2007. Las labores están suspendidas y los ejidatarios alegan las grandes ganancias de la compañía y los daños que les ha producido para exigir un arrendamiento más alto.
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EL PEPO