Foto: Ámbar Barrera

Josué Cantorán Viramontes                    

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Jenny Beaujean hace una suerte de scat, luego canta un verso y calla. Mariana Flores, a quien el contrabajo le saca varios centímetros de altura, cierra los ojos cuando toca el instrumento que conoce de memoria. El pianista Paquito Cruz y el baterista Enrique Nativitas se miran desde lados opuestos del escenario e intercambian un gesto que tal vez sea un código que los ayuda en el difícil arte de improvisar.

El jazz es la música que hace casi un siglo hicieran los negros en Estados Unidos, pero hoy, cuando la música sale de computadoras, estos cuatro jóvenes mexicanos de veintitantos toman su instrumento y hacen jazz.

–El jazz en México está yendo a lugares inimaginables –dice Jenny Beaujean a Lado B– porque las nuevas generaciones se están preparando cada vez más, están haciendo cosas diferentes cada vez, están interpretando y reinterpretando lo que ya se hizo de una manera mucho más actual. La escena está creciendo, ya no es como “ah, sólo son siete los que tocan jazz y tocan en los mismos lugares todo el tiempo”. Ahora son muchas más personas las que se están preparando gracias también a las escuelas y a los esfuerzos de maestros.

Jenny conoció el jazz gracias a un amigo suyo con el que hacía música. Él le prestó un disco de Sarah Vaughan y desde entonces ella quedó enamorada del género.

–Fue mi parteaguas en la vida y yo le pregunté qué era eso, por qué se hacía así, cómo se hacía y me dijo “ah, es jazz y puedes estudiar eso”. Yo así como “guau, ¿en dónde?”, “en la (Escuela) Superior de Música”, “ah ok”. La primera vez que canté un standard de jazz fue en la Superior de Música.

Ese standard era “Speak low”, pero en versión de swing, y fue el que marcó para Jenny el inicio de su carrera en el jazz, en la que ha compartido el escenario con músicos como Nicolás Santella, Israel Kupich, Luri Molina, Gabriel Puentes, Agustín Bernal, Mark Aanderud, Edgar de la Torre, Enrique Neri, Magos Herrera, y su propia hermana Ingrid, con quien formó el grupo Beaujean Project.

Además de dar clases en JazzUV –el Centro de Estudios de Jazz de la Universidad Veracruzana–, actualmente Jenny se enfoca en JAB, su proyecto como solista, pero también toca con el Paquito Cruz Trio, con quien se presentó en Puebla en la apertura del Festival Ejazz.

El repertorio del trío abarca desde standards tradicionales como “On the sunny side of the street” o “Don’t let me be lonely tonight”, hasta composiciones propias y versiones de canciones clásicas latinoamericanas como “Alfonsina y el mar”, “La gloria eres tú” y “Luz de luna”.

Foto: Ámbar Barrera

–Es interesante que estas canciones mexicanas que son muy clásicas también se pueden hacer en jazz. ¿Cómo te acercas a esta tradición de la música mexicana?

–Yo creo que siempre es importante acercarte a nuestras raíces –explica Jenny–, rascarle en las profundidades del olvido y entonces encontrar estas maravillosas canciones y hacerlas tuyas, porque al final alguien más ya las hizo y las hizo muy bien, pero ¿tú cómo las vas a hacer ahora?, ¿tú como sientes “La gloria eres tú” si esas palabras en la actualidad no se usan? Por ejemplo, tú no le dices a alguien “la gloria eres tú” o “tisú” o cositas por el estilo, pero tú haces que esas canciones regresen a tu época a través de la música, a través del jazz, a través de arreglos, de modificar un poco la melodía para tú sentir en cierta palabra esa sensación, esa emoción.

Esa emoción, la que se da con la música, no es exclusiva de ningún género y debería apelar a cualquier persona pues, para Jenny Beaujean, las ideas de que el jazz es música muy difícil de digerir o de que su público es más exigente, son imaginarias.

–Supongo que en realidad está muy mitificado eso de que el público de jazz es selecto, yo no lo creo, más bien yo creo que el jazz no llega a los oídos por los medios que tenemos que son masivos, pues no hay una exposición adecuada para este género. Eso es lo único, en realidad no creo que alguien más inteligente disfrute más el jazz que alguien que no estudió. No siento que vaya por ahí, siento que la música es música y si de pronto descubres que hay un concierto de jazz en la plaza, y te quedas y te llena, eso es lo que vale la pena, ¿no? Y sin saber qué género es, es música al final.

–Otra de las cosas muy importantes del jazz es que nunca se repite igual, depende mucho de la improvisación y de los grandes solos.

–El jazz definitivamente es una música momentánea, es una composición al momento, y esto es una de las características principales de este género: que siempre está innovando, siempre está cubriendo el propio ser del artista y por eso siempre llama la atención de las personas y de los músicos en general, porque a partir de ese momento en el que el jazz decide ser de esa manera, muchos músicos pueden descubrir y explorar su manera de vivir, su manera de experimentar sonar una nota, de experimentar sonar una nota con alguien más, el interplay, o estar atento a ver qué va a hacer el otro, qué te pone el otro para poder crear juntos cosas, es como una sociedad de composición al momento.

Cuando Jenny Beaujean sale al escenario y suelta la primera nota todo lo que ha dicho sobre el jazz adquiere forma: que va a lugares inimaginables, que no es necesario pensar demasiado para sentirlo, que los músicos se convierten en compositores colectivos en vivo.

–¿Qué sientes cuando estás en el escenario?

–Pues siento todo.

–¿Qué pasa por tu cabeza o por tus sentidos?

–Es lo máximo, sentir todo de un jalón es como la máxima expresión de emoción, puede ser tanto negativa como positiva y es lo que se tiene que sentir. Cuando estás en un momento de éxtasis no estás pensando en lo que sientes, estás sintiéndolo y ya. Eso es lo que me pasa, estoy en un momento de éxtasis.

–¿Y lo que quieres que sintamos?

–Lo mismo, evidentemente.