Lado B
The Blacklist: una fórmula clásica que nunca muere
 
Por Lado B @ladobemx
04 de noviembre, 2013
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Amira George

Hay fórmulas que nunca mueren, de esas que vemos una y otra vez y aunque en ocasiones pueda parecer una repetición de una repetición lo que importa es ese algo especial que le da ese sabor que nos llama la atención. Un ejemplo claro son las miles de comedias románticas existentes, que a pesar de que sabemos cómo se desarrollará la trama las vemos hasta el cansancio.

En cuanto a las historias de detectives hay una combinación que es casi recurrente y que empleada de manera adecuada puede llevar a cosas muy interesantes. La pareja “dispareja” que resuelve delitos. En ocasiones se ha empleado el buen policía con el policía novato, el policía amargado con el policía tonto, y a ratos el policía y el delincuente.

En esta última combinación se inscribe The Blacklist, un programa producido por la NBC en Estados Unidos, el cual aunque usa una formula ya un tanto gastada tiene un cierto “algo” que de verdad ocasiona que cualquiera acabe con manicure dañado al final de cada capítulo.

La historia empieza el día que Raymond “Red” Reddington, uno de los delincuentes más buscados por el FBI se entrega voluntariamente después de 20 años de vivir en las sombras. Al encontrarse con las autoridades simplemente dice que tiene información de un terrorista pero que sólo compartirá esta con Elizabeth Keen, una agente novata que justo ese mismo día acaba de entrar al FBI.

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De esta manera se conforma este binomio que se dedica a buscar a los miembros de “la lista negra” -de ahí el nombre- que Red lleva a las autoridades estadounidenses, esos delincuentes que nadie sabe que están ahí pero cuyos crímenes tienen más impacto de lo que uno podría pensar.

Sí, no hay que negarlo, la serie tiene algunos clichés, algunos lugares comunes evidentes, pero el elemento que da sabor es la relación entre Red y la agente Keen; una complicidad forjada por los secretos que sólo él sabe, un poco de manipulación de su parte y la desesperación de ella de saber de la verdad. La base de cualquier relación fuerte, si somos sinceros.

A mi parecer quien se lleva la serie es James Spader en su papel de Raymond Reddington. No es un actor que veamos frecuentemente en el cine o la televisión, pero es una cara que nos llega en alguna parte del subconsciente, y en este papel es simplemente encantador.

Tiene un cierto aire refinado, una risa elocuente pero ligera, unas expresiones rígidas que lo hacen de verdad un ser agradable, pero cuando se meten con lo que le importa -en este caso la agente Keen-, esas mismas expresiones dan miedo de verdad.

La serie a penas lleva siete capítulos transmitidos hasta la fecha en Estado Unidos, por lo que de la trama no se puede decir mucho, sólo que está llena de intriga, de aparentes traiciones a la vuelta de la esquina y relaciones un tanto enfermas que buscan sobrepasar los obstáculos del entorno.

No sé si en alguna ocasión anterior habré confesado que una parte de mi ama las historias de mafiosos, de detectives y demás en las que uno sabe que no debe confiar en nadie.

Con eso en mente, uno entenderá por qué pasé cuatro horas un sábado por la noche viendo los primeros capítulos de la serie y hoy es una de las piezas clave de mi calendario semanal.

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Autor Lado B
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