Lado B
2 de octubre, ¿se acuerdan? (Opinión)
 
Por Armando Ishikawa @dobbyloca
03 de octubre, 2013
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Armando Pliego Ishikawa*

@dobbyloca

Ayer asistí a la marcha conmemorativa de este suceso, en la que asistieron los sobrevivientes que en aquél entonces eran estudiantes, como muchos de nosotros. También contó con la presencia de sindicatos, y organizaciones civiles en general, que se dieron cita, como cada año, en la Plaza de las Tres Culturas. Yo llegué alrededor de las 12 del día, aunque la cita era hasta las tres de la tarde. Iba acompañando a una muy querida persona que necesitaba levantar algunas tomas para un proyecto que está haciendo, y queríamos llegar antes de que la plaza se llenara de gente. Tomamos algunas fotografías y grabamos lo que necesitábamos. Algunas caras conocidas se hicieron presentes, y las risas y abrazos imperaban en toda la plaza, pero las conversaciones se perdían entre el ruido de los viejos con sus pequeños amplificadores arengando a multitudes de gente un poco más joven, para hablarles sobre cierta literatura que estaban vendiendo. Habían bandas tocando, y bailarines danzando al ritmo de canciones prehispánicas. También habían muchos policías vestidos de civil recorriendo todo el lugar. La plaza poco a poco se fue llenando de más gente, y a las tres de la tarde los contingentes empezaron a formarse en Eje Central. Yo marché en el contingente de la UAM Iztapalapa, pues dos amigos poblanos de mi acompañante estaban allí.

Todo iba en calma mientras nos íbamos acercando al centro, y los mayores contratiempos eran las cagadas de caballo que la policía montada había dejado a lo largo de la calle, mientras iban en camino a sus posiciones.  Las broncas empezaron al llegar a Bellas Artes. Allí dimos vuelta a la derecha sobre calle Hidalgo, con rumbo a Reforma, pues había un muro de granaderos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal. Mientras doblábamos sobre Hidalgo, escuchábamos detonaciones de dispositivos explosivos pequeños, que estallaban a unos dos metros de los policías, que hacían una labor de contención, al menos los que estaban cerrando Eje Central, pero al pasar bellas artes y empezar a avanzar a un lado de la amurallada Alameda, vimos cómo habían grupos enfrentándose con la policía, algunos cuerpo a cuerpo, pero la policía se mantenía conteniendo. Mientras tanto, por detrás de los muros metálicos de la Alameda, veía salir granadas de gas lacrimógeno, arrojadas por los oficiales. También se observaban piedras volando en ambas direcciones; mi contingente iba pegado al lado derecho de la calle, y fue justo cuando pasábamos sobre la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que los oficiales empezaron a dispararnos con lanzagranadas. Una rebotó contra un poste de luz, y pasó frente a mí, a unos 40 centímetros. En ese momento todos corrimos, mientras cubríamos nuestro rostro del gas. Ahí fue cuando los oficiales de policía cargaron, y cuando yo me separé del contingente. Corrimos para cruzar Reforma, y vimos a algunos policías romper formación. El gas seguía volando por todos lados, y empezamos a resentir los efectos, así que, mientras iniciaba la carga de la SSPDF, decidimos entrar al metro Hidalgo para refugiarnos, segundos antes de que cerraran sus puertas y quedáramos allí atrapados. Fue cuando avisamos al resto de nuestros conocidos que habíamos quedado separados de la marcha y que regresaríamos a Puebla. El resto de los contingentes llegó a Reforma, y se concentró en el Ángel de la Independencia, en donde los miembros del comité 68 dieron lectura a su discurso; cabe mencionar que ellos, quienes se encontraban en la vanguardia, no fueron agredidos en ningún momento, y los enfrentamientos se dieron principalmente cuando contingentes a media marcha ingresaban a esas zonas de conflicto.

Al regresar a Puebla, me topé con la gran oleada de datos en redes sociales. Fotos de granaderos en llamas, así como de ciudadanos desarmados totalmente ensangrentados, detenidos por los oficiales. Lo que he notado desde el 1 de diciembre, manifestación en la que también participé de manera pacífica, es que ha aumentado el número de policías en las manifestaciones, al tiempo que han aumentado los actos violentos. Así como también han aumentado las agresiones contra la prensa durante las marchas. Es increíble que los periodistas tengan que ir con máscaras de gas y con cascos, así como con protección adicional, a las manifestaciones que se llevan a cabo en una ciudad «plural» y «democrática». Mi opinión es que la marcha fue pacífica, a pesar de los muchos intentos de lograr que dejara de serlo.

Sobre la violencia

En cuanto a la violencia, muchos dirán que los policías sólo se defendían, otros tantos dirán que la policía provocó la violencia, como también habrá quien señale la pésima actuación de la policía con respecto a la prensa, al tiempo que muchos hablarán que fueron infiltrados y provocadores los que iniciaron los conatos de bronca, así como otros tantos podrán hablar de los grupos «anarquistas» como los responsables de las agresiones. Y todos tendrían razón. Mi opinión, en mi experiencia como manifestante, es que entre más policías hay en las manifestaciones, más violencia hay. Eso es precisamente lo que se denunciaba en el 68, y por eso se pedía la disolución del cuerpo de granaderos.

Las protestas crecen, y las autoridades intentan regularlas (aunque no haya violencia), y aumentan los policías que «cuidan» las marchas. Más policías provocan más violencia, que a su vez provoca más presencia de policías, y el ciclo siempre tiene un terrible desenlace. También es de señalar, que pareciera que su afán no es el control, ni tampoco mitigar la violencia; los policías vestidos de civil, así como gente pagada para realizar actos violentos, han sido agentes de agitación importantes en este tipo de eventos, y yo responsabilizo en gran medida la ausencia de protocolos en la policía.

Los policías conocen que no tienen protocolos, y actúan conforme a lo que los mandos menores pudieran llegar a ordenarles; impedir ser grabados, así como agredir a periodistas y a observadores de derechos humanos es su forma de defenderse, y son los altos mandos y las autoridades en el GDF, y en el Gobierno de la República los que saben y reconocen que la policía no es profesional, pero dudo que les interese que lo sean, porque actualmente la policía funciona a modo de brazo violento y opresivo, más que de seguridad y resguardo de la paz.

Cierro estas breves palabras con tres reflexiones que me han rondado la cabeza desde hace meses:

1) La violencia en el DF (y en el resto del país) puede ser y es usada como capital político en las esferas de toma de decisiones. La violencia en las manifestaciones afecta a los grupos de manifestantes legítimos; la protesta se criminaliza. Hay grupos de poder que se benefician con estos sucesos, hay que investigar quienes.
Podríamos empezar a mencionar algunas con las propias autoridades capitalinas si su afán es reprimir la protesta callejera como forma legítima de manifestación. Existe una clara y deliberada intención de romper con la cohesión social propia de las movilizaciones. 

2) Violencia siempre habrá, y delincuentes siempre habrán. Las autoridades deben procurar defendernos como ciudadanía de estas condiciones que nos vulneran, pero la violencia ejercida por el Estado no debe de ser tolerada. Ningún policía puede golpear a observadores de Derechos Humanos, como tampoco a trabajadores de medios de comunicación y a manifestantes que ejercen un derecho constitucional en orden y de forma pacífica.

3) Hay que andar con cautela; la ciudadanía del DF no va a tolerar los años que restan del periodo de gobierno de Miguel Ángel Mancera en estado de sitio por parte de las autoridades. La policía no va a tolerar tener que estar resistiendo embates con gente violenta (pagada, infiltrada o violenta por convicción ideológica). Los manifestantes no vamos a tolerar que no se pueda garantizar nuestra seguridad durante el ejercicio de un derecho constitucional, que se lleva a cabo de manera pacífica y ordenada. El 99% de los manifestantes marchamos pacíficamente. Estamos viendo una bomba de tiempo que empezó su cuenta regresiva meses atrás, y vemos como día a día nos vamos acercando más y más a un punto de quiebre. Si las autoridades no se abren a la verdadera democracia, las condiciones las terminarán obligando a hacerlo.

*Estudiante de Ciencias Políticas, universitario de la BUAP, ex vocero de la asamblea de la FCFM de #Yosoy132 Puebla, actualmente participa en el proyecto Diarios de la Nación junto con el colectivo 131.

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Autor Lado B
Armando Ishikawa
Estudiante de las licenciaturas en comunicación por la BUAP y Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM. Entusiasta del espacio público, la movilidad y la participación ciudadana.
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