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Feminismos: de la seriedad de la teoría a la ligereza de la práctica
El feminismo es un vastísimo universo teórico que no apela precisamente a que “las mujeres tengamos los mismos derechos que los hombres”, sino a la emancipación de la mujer con respecto al hombre en el área laboral, económica, emocional, intelectual, sexual y todas las demás posibles.
Por Lado B @ladobemx
02 de mayo, 2013
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Liz Ruiz

Ya he hablado en ocasiones anteriores sobre lo que es el feminismo. Recapitularé algunas de mis ideas para el tema de hoy.

El feminismo es un vastísimo universo teórico que no apela precisamente a que “las mujeres tengamos los mismos derechos que los hombres”, sino a la emancipación de la mujer con respecto al hombre en el área laboral, económica, emocional, intelectual, sexual y todas las demás posibles. El feminismo responde a un complejo proceso histórico, económico y político, no es un movimiento individual, ni de unas pocas. Tampoco es algo nuevo pues las primeras manifestaciones del feminismo surgieron desde la antigua Grecia. De igual manera, no implica los mismos derechos que los hombres porque aspira más bien a un cuestionamiento profundo de la diferencia entre hombre y mujer y de los derechos que el primero posee. Por ejemplo: si los hombres ostentan el “derecho” a la violencia, no se trata de que la mujer también lo tenga, sino de revisar esa manera de ser hombre. Es decir, partimos de la idea de que el mundo y toda la concepción que tenemos de él son a partir del hombre, de la masculinidad única permitida. En eso reside la profundidad del feminismo: en el hecho de que trastoca nuestra cosmovisión no solo en la esfera pública o social, sino en lo privado también (por eso se dice que la revolución feminista es en la calle y en la cama).

 Esta es una idea muy somera del feminismo, porque es inmenso, como cualquier corriente teórica filosófica.

Ahora, dentro del feminismo existen feminismos, en un largo continuum de diferentes corrientes, colores, contextos y necesidades. Así, no es lo mismo el lesbo-feminismo indigenista, que el feminismo socialista, el eco feminismo y muchísimos más.

Pero no se necesita ser una comprometida activista del feminismo para tener rasgos feministas, o incluso para serlo de manera bastante marcada y congruente. Ese es un gran mito: pensar en el estereotipo de la mujer feminista nos aleja de las oportunidades de aprender y desarrollarnos con el conocimiento que en ocasiones consideramos, erróneamente, como ajeno. Por eso, he llegado al punto de explicar lo que yo llamo “feminismo de clóset” o “feminismo desapercibido”.

El feminismo de clóset lo definiré como todo acto reivindicatorio de los derechos de la mujer que no es visto como tal por la persona que lo ejerce (¡Tómala barbón!). O sea, todas las microrevoluciones cotidianas que hacemos en el día a día y que pueden estar siendo muy desperdiciadas. Pongo un ejemplo.

Conozco a dos mujeres de manera muy cercana. Ambas tienen entre cincuenta y cincuenta y cinco años de edad. Divorciadas, una por decisión propia y la otra por decisión de su ex, se mantienen a sí mismas y a su casa, son independientes totalmente. ¡Tienen novio, incluso! ¡Y hasta más jóvenes que ellas! Y para mi gusto, estas mujeres son un ejemplo de las victorias cotidianas del feminismo, por la independencia económica, laboral, emocional y sexual de la que disfrutan. ¡Ah, pero curiosa situación! Ellas, lejos de asumirse como feministas prácticas y regocijarse con su revolucionaria manera de sentir, pensar y vivir, viven sufriendo su estilo de vida como un fracaso de la femineidad. Se lamentan el divorcio (a pesar de la nueva pareja), se lamentan el “tener que mantenerse a sí mismas”, y una larga lista de quejas. Si tuviéramos más educación sobre lo que es el feminismo y su importancia ¿no redundaría en una mayor calidad de vida para todas aquellas personas que se viven de acuerdo a sus propias necesidades, y que sin embargo les aflige el rol social que “deberían” cumplir?

¿Qué pasa con nuestra idea de la vida económica de la mujer? ¿Debe ganar menos que su marido? (¿Y debe tener uno?) ¿Cómo debe vivir una mujer su vida erótica? ¿Cómo la deben tratar sus papás para que sea considerada un “buen partido”? ¿Y el feminismo de los hombres? Sí, esa reivindicación masculina que desde hace años está en práctica y que reconoce que el cuestionamiento del género no es exclusivo de las mujeres.

Este fue solo un pequeño ejemplo del feminismo de clóset. Es toda una revolución, una lucha, un acto de libertad y valentía para vivir mi vida de acuerdo a mí, solo que este maravilloso acto que se practica día con día no está asumido, y por lo tanto no tiene voz, no tiene eco y no se le reconoce su valor.

Cada persona ejercemos nuestra libertad no cuando “hacemos lo que queremos”, sino cuando vivimos de acuerdo a nuestras necesidades y creencias muy particulares, desafiando las imposiciones externas. Una verdadera revolución, pero aparentemente discreta, suavecita, sin titulares en los periódicos. Revolución con cuchara. Revolucionarias y revolucionarios anónim@s.

Feliz vida a quien la vive de acuerdo a sí. Muchas gracias, nos leemos en quince.

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