Lado B
Las reinas del mercado rosa [o historias de amor a los reflectores]
Por Lado B @ladobemx
18 de abril, 2013
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Tuss Fernández

@ituss79

Nunca he tenido alas para sobrevivir al abismo de tu ausencia.

¡Paren el tren que me quiero bajar!

Hace como dos años yo tenía un amigo que discutía por todo y que como en su época más reciente había sido reeducado por el antorchismo –sí,  me refiero a Antorcha Campesina– de cada conversación terminaba haciendo un discurso marxista.

Para *Aquiles –a quien obviamente le he cambiado el nombre porque temo que de poner el verdadero, seré víctima de una grosera y airada manifestación–, en aquel entonces, el colectivo LGBT no era más que un nicho de mercado para los empresarios y un grupo de alienados consumidores. Todo el poderío gay se concentraba en su bolsillo y nada más. Seguramente que en parte tenía razón pero como solía ser bastante incongruente y radical en sus actos, preferí minimizar esa discusión sobre el mercado rosa y poner mi fe en los integrantes de la comunidad, no en sus carteras.

No tengo muy claro en qué momento surgió esta especie de ‘explosión’ gay pero al menos en mi micro-cosmos [mis amigos, mi ciudad y yo], tendrá más o menos un par de años que comenzó el éxodo masivo de los clósets. Los que no se asumieron LGBTIQ se asumieron gay-friendly, mientras que los cuadrados de siempre siguieron siendo homofóbicos, sólo que ahora dejaron el anonimato.

Mis redes sociales, por ejemplo, de un momento a otro pasaron de compartir asuntos intrascendentales hiperlocales, a ser un espacio de réplica-reciclaje de sucesos arcoíris del mundo mundial [casi] 24/7. Pero vaya, mis redes son cosa menor si tenemos en cuenta que los medios de comunicación pasaron de dar simple cobertura a ceder espacios a los temas de diversidad sexual e incluso algunos, a convertirse en militantes.

Todo iba por buen camino, o eso supongo, hasta que algunxs, generalmente lxs más frívolxs y oportunistas de este colectivo, se dieron cuenta de los reflectores. Ahí lxs perdimos para siempre. Oh sí.

Le hicimos a la diversidad sexual lo que la Revolución Industrial le hizo al amor, la deshumanizamos [o en esas estamos] y la convertimos en un producto.

Dice otro amigo radical empedernido [creo que tengo imán para estos] que los LGBT somos histriones por naturaleza y yo le creo cuando veo a pseudo-activistas instaladas cual divas, a empresarios mutando en operadores políticos, a arribistas vendiendo entretenimiento como cultura, y en general a medio colectivo disputándose el título de Pink Star cada vez que se puede; eso sí, jurando todxs que deseamos la paz mundial, que todxs nos queremos, somxs muy unidxs, muy civilizadxs, y que estamos en la lucha por la igualdad de derechos… plop!

Y luego por el otro lado están lxs que se dicen asqueadxs de ese ambiente y entonces, no participan, no colaboran, no aportan nada pero bien que andan disfrutando de los beneficios que les han dejado las jotas, las vestidas y las lesbianas de las que tanto reniegan.

¡Sean pinches serixs!

Hasta la cabeza más hueca sabe que estamos en desventaja [lo que no implica que nos tiremos al piso] y que si no vemos por el interés común, lejos estamos de conseguir algo. Recomiendo [casi suplico] ampliamente que en privado y en público mostremos nuestro lado más inteligente. ¿O a poco de veras piensan que  todxs mueren de ganas de conocer sus [trágicas] historias personales o de admirarles el peinadaxo?

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