Lado B
Personas desaparecidas: un tema del que no se habla
 
Por Lado B @ladobemx
18 de febrero, 2013
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Diana Martínez | Nuestra Aparente Rendición

Viernes 8 de febrero, 5 de la tarde, Marcela, Letty, Cordelia y yo, llegamos al CIDEB, una prepa bilingüe de la UANL, para presentar Bordando x la Paz, por invitación de la maestra Saraí.

Pasamos al auditorio y antes de que lleguen los alumnos comenzamos a colgar los pañuelos afuera. Poco a poco van ingresando los grupos de segundo semestre. Son aproximadamente 100 jóvenes.

Mis compañeras están en su elemento al ser maestras.Yo estoy nerviosa y tomo fotos para registrar todo. Cordelia inicia presentándonos brevemente. Continúa Letty y explica cómo surge FUNDENL, les platica de Roy, define desaparición  y desaparición forzada, los jóvenes están atentos y yo sigo tomando fotos.

Foto: Diana Martínez | Nuestra Aparente Rendición

Foto: Diana Martínez | Nuestra Aparente Rendición

En eso Letty les pide que levanten la mano (y justo alisto la cámara y enfoco al auditorio) quienes tengan algún familiar/amig@/vecin@ desaparecid@ y veo que al fondo se levanta una mano, otra, otra más… Tomo la foto. Son aproximadamente el 80% del auditorio las manos levantadas, unas tímidamente, otras bien arriba.

Nos asombramos, no pensamos que fueran tantas, los mismos jóvenes voltean a verse sin creerlo. Es un tema del que no se habla.

Aún sin recuperarnos de la impresión sigue Letty con la charla. Cordelia interviene enfocándose en los bordados, cómo surgen, la relación entre arte y denuncia social, les explica dónde se borda por la paz y qué se puede hacer.

Me toca hablar a mí, aún no sé bien qué decirles pero me concentro en explicar mi experiencia. Les cuento cómo llegué a bordar después de participar en diversas actividades sociales y cómo me animé a pesar de que tenía años de no tomar aros y aguja y apenas alcanzaba a recordar lo que aprendí en la infancia. Les cuento del primer pañuelo que bordé, el de Regina Flores, una niña que asesinaron en Durango por una disputa de un pozo de agua. Les expliqué cómo cada puntada duele porque sabes que es una  vida que truncaron o que ha desaparecido.

Les platiqué de los siguientes pañuelos, bordar pensando en sus ilusiones, sus sueños, su familia, sus amistades,. Les conté las experiencias al exponer los pañuelos en lugares públicos, cómo algunas personas se acercan, los tocan, se asombran, se conmueven,  nos cuentan que conocen alguna víctima, nos piden que bordemos, o bien, pasan indiferentes. Les cuento las veces que nos preguntan si los vendemos y he tenido que explicar que no son artesanías, sino un símbolo de memoria, justicia y esperanza. Están atentos, sensibles.

Finalizo compartiéndoles que para mí, bordar significa que mis manos les dan voz a quienes no pueden hablar.

Sigue Marcela compartiendo también su experiencia, les comenta la exigencia de justicia, de responsabilidad al gobierno, de la participación como ciudadanía.

En la sesión de preguntas y respuestas son participativos, luego los invitamos a ver la muestra de pañuelos. Me salgo a seguir tomando fotos y salen ordenadamente, casi en silencio, los ven, los tocan, se conmueven,  hay ojos llorosos, algun@s se abrazan. Les comento que hay una libreta en la que pueden escribir algún comentario, una chica se anima y la veo escribir.

Un joven se acerca y me pregunta si la historia del estudiante asesinado que contamos (Marcela lo mencionó) era el compañero de FIME, le digo que sí y me dice: “lo imaginé, es el primo de mi compañero” y se le llenan de lágrimas sus ojos,  dice: “qué importante es hablar de esto, no podía imaginarlo”.

Platicamos con algunos más, suena el timbre para la siguiente clase y comienzan a retirarse, algunos se quedan y se ve que les cuesta irse, veo a una chica escribiendo en el cuaderno y luego se abraza con su amiga.

Cuando se van, me acerco al cuaderno, la sorpresa es que no dejaron mensajes sobre la conferencia ni la exposición: nos dejaron nombres de desaparecid@s, la última chica escribió “dónde estás chaparro?” acompañado de corazones y lágrimas.

Me pregunto, qué les estamos haciendo a estos jóvenes al causarles, como sociedad, tanto dolor.

¿Qué podemos hacer con el dolor, la injusticia y la impunidad?

Me convenzo, una vez más, de que como ciudadana tengo responsabilidades y no basta sólo con ir a votar, de que puedo ser parte de la solución en conjunto con otr@s, que a través de la educación podemos incidir en un cambio, que podemos seguir dando voz a quienes ya no pueden hablar.

Tomado de Nuestra Aparente Rendición.

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