Lado B
Entre invisibles te veas [o claves para ser políticamente correctos]
“Invisibilidad 2012” es el nombre de un concurso que propondré a la comunidad LGBTTTI que hagamos antes de que termine el año. Yo había pensado en montar una pasarela así bien linda, llena de luces –no hay pasarela sin reflectores– y que todxs modelaran con algún fondo musical tipo Kylie o Gaga que les hiciera juego para que al final del concurso los jueces le otorgaran el título al representante de alguna de las siglas que además de recetarnos un discurso sobre la paz mundial –perdón pero tampoco hay pasarela sin cliché sobre la paz mundial–, nos dijera por qué cree que sus agremiados merece tan singular distinción.
Por Lado B @ladobemx
11 de octubre, 2012
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Tuss Fernández

@ituss79

No me matas tú, me suicido yo cada vez que provoco tu ataque.

“Invisibilidad 2012” es el nombre de un concurso que propondré a la comunidad LGBTTTI que hagamos antes de que termine el año. Yo había pensado en montar una pasarela así bien linda, llena de luces –no hay pasarela sin reflectores– y que todxs modelaran con algún fondo musical tipo Kylie o Gaga que les hiciera juego para que al final del concurso los jueces le otorgaran el título al representante de alguna de las siglas que además de recetarnos un discurso sobre la paz mundial –perdón pero tampoco hay pasarela sin cliché sobre la paz mundial–, nos dijera por qué cree que sus agremiados merece tan singular distinción.

Me explico. Estaba yo al calor de las chelas –quizá muchas más de las que recuerdo– festejando el cumpleaños de una querida amiga, cuando inicié plática con una gran mujer, lesbiana, feminista y separatista –lo dice ella, no yo– sobre asuntos de diversidad –sexual, más vale que aclare–.

Como recién estrenábamos número de ReversibleMx, charlábamos alegremente –de qué otra manera se puede con cervezas encima– de los contenidos cuando vino la propuesta de tocar el tema de las Lesbianas y su ‘invisibilidad’.

–Lesbianas, invisibles? Debes estar hablando de un mundo alterno! – interrumpí de tajo y no más vi transformarse la mirada de Gaby en una especie de bofetada. Lo bueno es que el madrazo lo contuvo en los ojos y que no sufrí las lesiones que ameritaban mi imprudencia.

Lo otro bueno es que también sobrevino una acalorada y pacífica discusión sobre estos términos que ahora veo, nos hacen tanto daño. Los argumentos de Gaby son contundentes, no puedo negarlo y no los mencionaré ahora porque creo que merecen mucho más espacio que únicamente el que yo pueda recordar en este momento de esa charla, pero vaya, tendrán su momento.

Volviendo al asunto de los términos, recordé que hace algunos días o quizá semanas, en diferentes ocasiones me han señalado por andar de ‘intolerante’ y usando términos políticamente ‘incorrectos’ si lo que pretendo es andar de incluyente. Ahí fue donde me cayó el veinte gracias a que Gaby, me hizo exactamente el mismo reclamo.

Tengo perfectamente claro que el lenguaje es en nuestra construcción social, fundamental para reafirmar o derribar estereotipos. Lo sé, pues, no soy ignorante de ello aunque en lo personal, no me parece ni que debiera ser un asunto prioritario de nuestra agenda –la LGBTTTI [tenemos agenda?]– ni tampoco el camino para reivindicar absolutamente nada. Dicho de otra manera, para mí, el lenguaje inclusivo me importa un reverendo pepino porque en los hechos, seguimos discriminándonos entre nosotros aún cuando hablemos bien bonito y logremos poner una ‘x’ o una ‘e’ ahí donde usualmente debería ir una ‘a’ o una ‘o’.

Lo jodido del asunto, es que tengamos un lenguaje que nos identifique a todxs, pero que en la práctica, cada quien vaya por su lado. Cada quien su marcha, cada quien su movimiento, cada sigla tratando de distinguirse, sobresalir, des-invisibilizarse… ya no sólo luchamos contra la heteronorma, también contra la homonorma, la lesbonorma, la transnorma, uffff!

Esa pinche maña de querer ‘clasificar’ todo y separarlo por cajones. O sea que si yo soy bisexual, no quepo en el cajón de los gays, y si soy trans, no quepo en el cajón de las lesbianas no nos lleva a ningún sitio, o bueno, quizá nos mantiene en el que estamos.

A ver, si ya sabemos que traemos ese chip de la discriminación –o dijéramos, de la ‘selectividad’  para que se escuche políticamente correcto– por qué no nos dejamos de dobles discursos, aceptamos que somos humanos y empezamos a luchar no porque se reconozcan nuestras diferencias, sino por hacer valer nuestras coincidencias. Al menos a mi me parece más práctico, más honesto y sobre todo, más efectivo.

Lo demás, son minucias del lenguaje, al final de cuentas, lo único que muchxs tenemos claro, es que no se nos da la gana asumirnos como nada y que nos da lo mismo usar una ‘a ‘que una ‘x’. Lo que realmente nos importa es no somos heterosexuales.

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