Lado B
A 10 años de las 57 horas de secuestro en el Teatro Dubrovka
 
Por Lado B @ladobemx
26 de octubre, 2012
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Fueron más de 850 rehenes los que la madrugada del 26 de Octubre de 2002, observaron cómo un gas salía de las ventilas de aire del Teatro Dubrovka, en Moscú. Ni los terroristas, ni los rehenes, imaginaron cuál sería el operativo montado por las fuerzas antiterroristas de este país: “el principio del fin de uno de los secuestros más difíciles que ha tenido que afrontar un Gobierno”, publicó El Mundo.

Desde el 23 de octubre de 2002, un grupo de entre 50 presuntos terroristas islámicos chechenos secuestraron el teatro moscovita cuando se realizaba una presentación del  musical ‘Nord-Ost’. Las demandas de los hombres armados: su liberación, la retirada rusa de Chechenia y el fin de la guerra..

“Las víctimas civiles de la toma del teatro Dubrovka de Moscú en octubre 2002 no olvidan las 57 horas de secuestro. Y algunos no perdonan al Gobierno ruso por la discutible operación de rescate y la chapucera evacuación de los heridos, casi todos víctimas de intoxicación. Los ‘daños colaterales’ finalmente se cifraron 130 muertos, algunos de ellos niños. Ningún terrorista sobrevivió, según las autoridades rusas”, publicó el medio español.

A diez años de aquel suceso, las familias de los rehenes muertos por la intoxicación exigen el esclarecimiento de aquel operativo: “Tatiana Karpova no puede contener la rabia y las lágrimas al relatar a El Mundo cómo su hijo, Alexsander, murió en una ambulancia después de pasar varias horas apilado entre cadáveres en un autobús aparcado frente al teatro. Tenía 31 años y los documentos prueban que los médicos certificaron su muerte por la tarde, cuando su cuerpo todavía conservaba 35 grados de temperatura. El secuestro había terminado al amanecer, pero el caos, la desorganización y la resistencia del Gobierno a facilitar datos precisos a cualquiera que no fuesen sus fuerzas especiales impidieron que se salvasen más vidas. «Hubo muchas muertes horribles iguales que las de mi hijo, y yo jamás voy a perdonar».

Lea el artículo completo publicado en El Mundo en el siguiente link.

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