Lado B

Ciudades en todo el mundo comparten escenarios de pobreza, drogadicción, violencia en las calles: “nos quieren hacer creer que nacimos pobres y que vamos a morir pobres”, explica Héctor Kopp, alias Maxi, de 29 años, miembro de “Vientos Limpios del Sur”, ONG que trabaja con grupos vulnerables en Argentina.

“Mencionar la Villa 21 o la Ciudad Oculta o la 1-11-14, también conocida como el Bajo Flores, es evocar los callejones de menos de un metro de ancho y sin salida, las tomas ilegales de corriente eléctrica, los sepelios de pequeños narcotraficantes cortejados por sus compinches disparando al aire”, describe en un reportaje Francisco Peregil, corresponsal de El País en Buenos Aires.

Para las personas que trabajan en estas “villas” de Buenos Aires, los únicos papeles que llegan a sus casas son “las multas y las citaciones judiciales”, ya que el resto del correo  deben recogerlo en una oficina municipal.

“Las villas aparecieron en Buenos Aires a partir de la crisis de 1930”, cuenta Silvina Premat, autora del libro Curas villeros. “Eran gente muy pobre viviendo al aire libre. En 1960 ya se formaron barrios. Y los curas empezaron a ver que no iban a la iglesia y crearon allí capillas. Y vieron que la gente no tenía agua, ni luz, ni gas y empezaron a solucionar problemas. Hasta 2009 no había presencia del Estado en las villas. Ahora cambió un poco, porque en algunas están la gendarmería y la Prefectura”.

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