Alejandro Badillo
No es un secreto el desencanto de las nuevas generaciones. Si hacemos un recuento este fenómeno no es reciente y se puede rastrear hasta la famosa “generación X” bautizada por el escritor Douglas Coupland en 1991. En la literatura mexicana podemos encontrar estos síntomas desde la generación de La Onda en los años 60 con sus personajes adolescentes, perdidos en un mundo sin asideros, donde los antiguos valores eran reemplazados por la velocidad del mercado. Me vino a la mente este tema al leer Despertar con alacranes, primer libro de Javier Caravantes (Atlixco, 1985), porque los protagonistas de los doce cuentos que componen el volumen tienen como signo que los define el desencanto, un elemento que busca su singularidad en los agravantes que marcan la vida de cualquier adolescente promedio a inicios del nuevo siglo: desempleo, desintegración familiar, violencia, entre muchos otros. Si en épocas anteriores el desencanto se relacionaba a protestas sociales, a la contracultura del movimiento hippie o a posiciones filosóficas como el existencialismo de Kierkegaard o Jean Paul Sartre, ahora se muestra como una reacción instintiva, la evasión continua ante una realidad que se impone en cualquier escenario y en cualquier momento de la manera más cruda posible.
Hay distintos tonos y distintos tipos de derrotas en Despertar con alacranes. Como apunta la contraportada del libro hay un nido de alacranes bajo la cama esperando a que despierten los protagonistas. Caravantes aumenta la vulnerabilidad de sus personajes con finales abruptos, conclusiones que no parecen serlo, como si fuera una escena sacada de una película más larga. Los textos menos atractivos son los que no alcanzan a tensar la cuerda, cuando el personaje se mantiene en un limbo y su misma ingenuidad, su falta de reflexión, lo pone simplemente como una víctima del destino pero no podemos ver más allá. Esto ocurre en cuentos como “San Cristóbal” en el que un adolescente hondureño llega a México con sus padres en su largo viaje a Estados Unidos. El viaje se torna pesadilla cuando los padres del indocumentado son asesinados y sólo nos quedamos con la impotencia del que observa sin poder interactuar más con la trama.
Más allá de los distintos registros Despertar con alacranes es una muestra de la narrativa del desencanto, un ejemplo de que la literatura sigue dialogando con el mundo que la rodea. Los cuentos de Javier Caravantes son preguntas que permanecen escondidas entre los diálogos y acciones de sus personajes y que revelan su veneno para el lector que quiera descubrir un poco más.
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