Lado B
“Estoy más orgulloso de salvar vidas, que de haber sido parte de la tripulación del trasbordador Discovery”
Por Lado B @ladobemx
31 de mayo, 2012
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Renata Bravo

@ReniBravo

José Hernández Moreno es ingeniero, astronauta y doctor en Ciencias. Su fama se la debe al trasbordador Discovery en el que en 2009 se desempeñó como ingeniero de vuelo, paradójicamente, para él sus mayores triunfos profesionales no tienen que ver con su aventura espacial, sino con salvar vidas en la Tierra.

Hernández Moreno estuvo en Puebla recientemente para recibir el Doctorado Honoris Causa en Ingenierías por parte de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).  Durante la ceremonia confesó que su más grande satisfacción profesional está relacionada con algo más terrenal: la posibilidad de evitar la muerte de miles de mujeres, a través de la detección oportuna de cáncer mamario.

Y es que los estudios del ingeniero, hijo de un campesino michoacano que como muchos otros tuvo que migrar a Estados Unidos en busca de sustento, lo llevaron hace algunos años a desarrollar un aparato digital para la detección de cáncer de mama. Lo que hizo el investigador fue dar un uso en materia de salud a los estudios sobre rayos X que se habían realizado en los años de la Guerra Fría, como parte del proyecto conocido como “Star Wars”, según lo narra él mismo en su autobiografía escrita con Mónica Rojas Rubín e intitulada “Cosechando Estrella”.

En el libro de su coautoría, narra que “su mastógrafo” fue mucho más eficaz  que el que le precedió, para la detección temprana de esa enfermedad que cada año causa la muerte de miles de mujeres en el mundo. “Este invento fue inspirado por la muerte de una gran amiga y esposa de un colega, al final, su ausencia no se dio en vano”, se puede leer en el texto autobiográfico.

José Hernández, graduado Cum Laude en 1985 en Ingeniería Electrónica de la Universidad del Pacífico, ha trabajado también con el Departamento de Energía norteamericano en un proyecto para ayudar a Rusia a desarmar sus artefactos nucleares. El científico de origen mexicano estudió además un posgrado en la Universidad de California.

En México se le conoce más por su trayectoria como astronauta, a pesar de que fue rechazado por la NASA en varias ocasiones para ocupar ese puesto. Tras años de intentar ingresar a la agencia espacial estadounidense, narra en su libro, un latino que le sirvió de inspiración en su adolescencia, el Dr. Franklin Chang Díaz, estuvo en el sínodo que finalmente aprobó su incorporación como astronauta y no sólo como ingeniero.

Su sueño de “tocar las estrellas”, en las que se refugiaba cuando era un niño migrante mexicano que hasta los doce años no hablaba inglés, se hizo realidad en 2009 al formar parte de la misión espacial STS128. En el libro se puede leer sus pensamientos en los minutos previos al despegue:

“El conteo que esperé durante años estaba por llegar. Esta última hora fue eterna. Muy bien faltaban 50 minutos. Todavía me acordaba bien de mis tardes en el campo, siendo bien chamaco, cuando entre pizca y pizca miraba al cielo, pensando en volar más alto que las aves que merodeaban el cielo californiano casi tan azul como el de Michoacán. 40 minutos. Mi tierra, cómo la extrañaba. ..”

El astronauta, en ese entonces de 45 años, y sus compañeros estuvieron 14 días en el espacio. Esa estadía le dio fama y reconocimiento en nuestro país, mismo que sus padres tuvieron que abandonar por falta de oportunidades. Así, por ejemplo, el 18 de noviembre de 2009 fue recibido en la residencia oficial de Los Pinos por el presidente Felipe Calderón, quien lo puso como ejemplo para todos los mexicanos.

En una breve entrevista realizada durante su visita a Puebla, el científico sostuvo categórico que: “el país que hoy eduque a sus jóvenes, es el país que va competir mejor mañana. Nosotros tenemos que crear oportunidades para que en México haya un futuro más exitoso”, añadió

Al referirse a su libro comentó que es «una historia de superación, en la que se explica que las cosas no son fáciles, pero que a base de trabajo, educación y perseverancia, aunque parezcan imposibles se logran”. Con esto en mente, el astronauta ha creado una fundación que bautizada con el mismo nombre que su libro y a través de la que piensa apoyar a jóvenes, en la realización de sus sueños.

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