Lado B
No era "sicario" era víctima de los ataques en Guadalajara, afirma su viuda
 
Por Lado B @ladobemx
12 de marzo, 2012
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Guadalajara, Jal. ¿Cómo se limpia un nombre? ¿Hay alguna receta para revertir el daño causado? ¿Hay una fórmula para desaparecer el estigma? ¿Cómo se le quita la etiqueta de “sicario” a alguien que sólo fue víctima? ¿Se puede borrar la memoria de los televidentes que asumieron que quienes presentaban las autoridades eran los delincuentes responsable de hechos violentos?

Ella no sabe las respuestas ni la forma de hacerlo, pero comienza por hablar y contar lo que las redes sociales, autoridades gubernamentales y algunos medios de comunicación informaron equivocadamente: “Confirma @ZapopanGobierno que el cuerpo calcinado en Las Torres y pto Guaymas es del delincuente que roció gasolina al camión. #NarcoBloqueo”. O también: “Sicarios  que incendiaba el camión murió”.

Todo el viernes 9 de marzo, el día en que la ciudad de Guadalajara se paralizó por la violencia desatada tras la detención por parte del ejército de Erick Valencia, uno de los líderes del Cartel Jalisco Nueva Generación.

Ni sicario ni delincuente, nada de eso es verdad, dice. Por eso, la esposa de Moisés Corona López de 50 años, quien murió quemado en uno de los camiones de la Ruta Turquesa incendiado en uno de los 11 bloqueos en Guadalajara quiere eliminar esa idea.

No ha dormido nada desde hace dos días, pero con calma acepta contar que su esposo era un hombre ejemplar y que el viernes, como lo hacía cada dos días, le llevaba comida. Recuerda muy bien que le preparó un menú de Cuaresma.

Llegó  a la terminal y su esposo en el camión le hizo una seña con la mano para decirle que daba una vuelta para encontrarse con ella. Él le sonrió, fue la última sonrisa que vio en su rostro… después vino un estruendo. “El se asomó por la ventanita para decirme que ya iba, en lo que volteé el camión ya se estaba incendiando, el camión tronó y hubo llamaradas grandísimas”.

Moisés había terminado su jornada de trabajo. Su ahora viuda recuerda: “Cuando bajaron unas personas, él abrió las puertas y se subieron dos más; él les dijo que ya había terminado su recorrido, que se bajaran para tomar otro camión, pero ellos le dijeron que se tenía que bajar y lo rociaron de gasolina; él traía el cinturón puesto, no pudo quitárselo, se trabó de la impresión”.

Todavía tiene dolor en la garganta por lo mucho que gritó, como para intentar impedir con sus alaridos todo lo que veía a unos metros: las llamas, fuego, humo,  un camión que se incendiaba en segundos y que momentos antes manejaba su esposo, al que alcanzó a ver sonreír porque comerían juntos.

Ella gritaba, la gente le impedía cruzar y acercarse mientras los curiosos tomaban fotos, que luego se difundirían en la Red, la mayoría con información falsa pues aseguraba que su marido era uno de los sicarios que provocó el incendio y, por error, se había quemado.

Lea aquí la nota completa de Sin Embargo.

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