Eric David Montero

En la pasada entrega de los Grammys, los Foo Fighters se consagraron como una de las mejores bandas del 2011 por su álbum “Wasting Light”, se llevaron cuatro galardones entre ellos mejor video y mejor canción de rock. La noche fue suya, después de Adele claro.

Si Kurt Cobain viviera y aún Nirvana se mantuviera unido, Dave Grohl no hubiera creado su propia leyenda, y en aquella noche codiciada para la industria musical sabrá Dios quién se hubiera llevado aquellos premios.

¿Pero qué fue realmente “Wasting Light”?, se trató de un reencuentro de Nirvana, donde recordaron los gloriosos 90. A 20 años de distancia del “Nevermind”, Grohl dijo que efectivamente extrañaba la época dorada con Cobain, y lo plasmó en “I should have known”, donde curiosamente participó, Krist Novoselic, Pat Smear y Butch Big como productor.

La carrera musical de Dave Grohl dependió mucho de la separación de Nirvana, quizá hubiera hecho otros proyectos o colaborado con otras bandas, sin haber alcanzado tanto éxito como ahora; incluso él ha dicho que el 2011 fue el mejor de su vida, y el último disco lo evidencia; todos se rifaron grabándolo en su propio garaje, descartando la edición digital y usando equipo análogo.

“Bridge Burning”, “Rope” “Dear rosemary”, “I Should Have Known”, son muestra de lo bien elaborada que está la producción. Riffs que ataladran, pero que se compensan con la melódica voz del frontman de Foo Fighters.

Definitivamente el séptimo álbum de los Foo Fighters, marcó un antes y un después para Grohl: mostró madurez tanto en lo musical, como en lo lírico.  Y si Cobain hubiera controlado sus problemas existenciales y su adicción a las drogas ni de chiste hubiera existido tanto éxito para el ex baterista de Nirvana.