Mely Arellano
“Agnes está aquí”, dijo alguien y cientos de manos se levantaron, algunas sosteniendo la foto de la mujer cuya muerte violenta sacó a las calles a unas 300 personas, que se reconocieron a sí mismas en ella.
Foto Joel Merino
La activista trans asesinada en la madrugada del sábado era una mujer atractiva, inteligente y comprometida, era un modelo a seguir, un ícono. Ella no tenía miedo. Creía en la sociedad y en la educación. Montada en sus tacones y presumiendo escote daba cátedra sobre sexualidad, género, neurociencia, identidad y un largo etcétera. Hablaba confiada sobre sí misma, su transformación e incluso los obstáculos.
Agnes poseía un magnetismo como pocas. Su existencia era quizás la esperanza de que otro tipo de sociedad es posible. La mataron.
Su muerte se suma a las otras 6 registradas tan sólo en lo que va de este 2012 con características de crímenes de odio por homofobia o transfobia en Puebla.
La despedida
“Su vida fue ejemplo de lucha”, reconocieron en el acto de despedida en el zócalo. Su muerte también. La indignación movió la tarde de este lunes muchas voluntades en un gran primer paso. Llegaron, por supuesto, sus amigos, pero también activistas, intelectuales, integrantes de la comunidad LGBTTTI, ciudadanos preocupados y solidarios.
Y es que, de cerca o de lejos, todos conocían a Agnes. Su trabajo por una ley que reconozca los derechos sexogenéricos, por la inclusión de la diversidad en las políticas públicas y por difundir la información que rompa con el círculo vicioso: ignorancia = odio = muerte, era reconocido desde hace años en Puebla.
A ello se suma la ayuda que brindó a otras personas trans, lesbianas y gays para asumirse, comprenderse, aceptarse y salir del clóset. “Ella me dio la fuerza”, dice con voz entrecortada Dévany. Para Liz “fue una amiga que me apoyó. Yo no sabía lo que pasaba conmigo, ella me vio y vio la mujer en la que me estaba convirtiendo”.
La discriminación empieza por la boca from Miguel De Lara on Vimeo.
Otra vez, indignación
Un minuto de aplausos en lugar de un minuto de silencio. La amenaza de lluvia no pasó de eso y el viento frío ahuyentó a muy pocos. Dos horas después de iniciado el acto, y luego de la participación de más de diez oradores, cuando la resignación comenzaba a aplacar los ánimos, llegó otra terrible noticia.
César González Martínez, de orientación homosexual, había sido encontrado muerto en su departamento en Momoxpan unas horas antes. Los aún presentes apenas daban crédito. La indignación revivió con fuerza. “Vamos a Casa Aguayo a exigir justicia”, propusieron. La respuesta, unísona: “Vamos”.
Foto Joel Merino
La protesta se convirtió en marcha acompañada de consignas. Una ligera llovizna cayó durante el recorrido. En la Secretaría General de Gobierno ya esperaban la llegada del contingente.
El funcionario Narciso Cázares pidió que se conformara una comisión. Brahim Zamora, Onán Vázquez, Ruth Fernández, Alberto Téllez, Elisa González, Francisco Pozos, Marco Antonio Moreno, Gabriela Cortés y Alberto Teutle, representantes de organizaciones LGBTTTI, la integraron.
Después de una hora de “negociación” infructuosa con Antonio Mauro Nava y Javier Jofre, la comisión salió de Casa Aguayo. A los pocos minutos el subsecretario de Gobierno, Mario Rincón, salió para ofrecer atención personal. El resultado esta vez fue prometedor. Cerca del medio día de este martes habrá una reunión con el secretario de Gobierno, Fernando Manzanilla; el secretario de Seguridad Pública, Ardelio Vargas y con el procurador de Justicia, Víctor Carrancá.
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La demanda es clara. El pliego petitorio es fácil de cumplir.
“Pedimos justicia. No vamos a dejar que nos den menos. Ya nos tienen hasta la madre con tanta impunidad, con tanto crimen, tanto odio. Ya nos cansamos del miedo”, dijo con valentía Liz. Sí, Agnes también estuvo ahí.
Pronunciamiento del NODHO sobre el asesinato de Agnes Torres
El brutal asesinato de nuestra amiga y compañera, Agnes Torres, nos entristece, indigna y llena de rabia. A unos días de conmemorarse el día de la mujer, Agnes, una mujer por opción, fue torturada y asesinada en Puebla. Ella luchó con valentía contra la violencia en contra de las personas transgénero, esa violencia de la que fue víctima a lo largo de su vida y que terminó con su vida.
El asesinato de Agnes es producto de una sociedad enferma de hipocresía, donde se asesina y se tortura impunemente a quienes se atreven a mostrar su identidad con transparencia. Se asesina por el simple hecho de ser, por atreverse a alejarse de la norma, mientras que bajo el manto de una falsa decencia se ocultan pederastas, corruptos y asesinos. En Puebla, la decencia significa aparentar una normalidad inexistente, significa que es mejor aparentar que toda la sociedad es heterosexual, aunque esto promueva una sexualidad clandestina y riesgosa, que reconocer que la normalidad es la diversidad, que la identidad no se define por decreto o represión.
PERIODISMO DE LO POSIBLE
CANIJO CONEJO
